¿Nos vemos o no? (II)

El Festival de Teatro de Caracas continúa.

La agrupación TEATRELA presentó Una vez más, por favor del canadiense Michel Tremblay, producción general de Juan Carlos Azuaje, producción artística de Marisela Seijas y dirección de Costa Palamides. Un escritor revive varios momentos con su madre desde que tenía 10 años hasta el momento cercano a su muerte. Con una ambientación sencilla y el cambio de vestuario de la madre para indicar el paso del tiempo, Palamides crea un espectáculo conmovedor conducido por el peso del texto, pero con una acertada selección de recursos. El mismo Palamides y Diana Volpe interpretan ambos roles de forma atinada. Este montaje demostró que no se requiere una gran producción para hacer buen teatro.

En el Teatro Catia, FUNDRAMA, proveniente del Estado Zulia, trajo su tercer espectáculo de Señoras de Maracaibo: En brazos de Dionisio. Con un texto mejor integrado que los anteriores, la idiosincrasia y el humor marabinos se hicieron presentes una vez más de la mano de los actores que se travisten para representar a las mujeres de una época. Sin embargo, el espacio para la representación no fue el idóneo porque carece de acústica obligando a los actores a usar micrófono. El constante eco y la inexperiencia en el manejo de este recurso hicieron que muchas de las situaciones planteadas no se comprendieran.

Carlos Márquez presentó su unipersonal Inolvidable, escrito por José Gabriel Núñez y dirigido por Ibrahim Guerra. El Teatro Principal sirvió de escenario para la nostalgia, los recuerdos y experiencias de Márquez en el ámbito teatral y la selección de fragmentos de aquellos personajes que siempre quiso interpretar. La dirección crea un espectáculo audiovisual como una especie de despedida de actor al final de su carrera artística, no obstante este trabajo “inolvidable” debería tener más presentaciones por su capacidad de mover las fibras de los espectadores.

El grupo Dramart de Mérida llevó a escena Psicosis 4:48 de la inglesa Sarah Kane, dirigida por Gabriela Carballido. En un texto desestructurado cargado de fragmentos que hace una apología del suicidio, una mujer revela sus ansias y depresiones. La dirección crea una puesta en escena expresionista en un espacio de aspecto circular con imágenes proyectadas en cuatro pantallas que trasmiten las inquietudes internas del rol y sirven de apoyo para otro personaje que lo inquiere. Cada situación es llevada el extremo. La joven Moyra Ángeles asume sin prejuicios a esta mujer, alter ego de la escritora que se suicidó, aunque requiere más intensidad en el decir del texto.

El teatro se sigue viendo en este evento…

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