Sufrimiento amoroso por partida doble

Desde hace varias semanas, ha vuelto a escena el espectáculo doble: Todos los hombres son mortales ...Y las mujeres también, escrito por Fausto Verdial. El montaje dirigido por Héctor Manrique y producido por Carolina Rincón para el Grupo teatral de Caracas y Grupo actoral 80 se presenta en la Sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas. En realidad, son dos montajes con cuatro actores y actrices que por separado, desde una óptica masculina en uno y femenina en otro, abordan las relaciones de pareja y los conflictos amorosos. Como bien advierte Fausto Verdial en el programa de mano (un texto escrito seguramente para el primer montaje realizado por él años antes de morir), la estructura dramática y los conflictos son los mismos, es decir, se presencian dos obras emparentadas por el tema, siendo esencialmente iguales en las que cambian algunas palabras y en escena se observa la energía masculina por un lado y la femenina por el otro. En ambas piezas, observamos cuatro generaciones de hombres y mujeres que van desde los 20 a los 40 años mostrando las diferentes perspectivas que sobre el amor y las relaciones de pareja se tienen con el paso de los años. La escenografía es la misma: la sala de un apartamento con un gran sofá y un pequeño bar, decorada al fondo con una gran imagen de Marilyn Monroe cuando es la obra de los hombres y de James Dean cuando es la de las mujeres, ambos trabajos plásticos propios del Pop Art que adquiere mayor sentido con el diseño de vestuario de Eva Ivanyi que usa colores puros y llamativos. El uso de estos símbolos sexuales que han atraído las miradas del sexo opuesto y que tuvieron un fin trágico, de cierta manera refleja las situaciones que se presentan en ambos montajes y el destino de alguno de los personajes. En ambas puestas en escena, los actores y actrices se mueven constantemente buscando la ubicación justa para lograr el sentido del texto y en correspondencia con el ritmo escénico que se presenta en los montajes. En la parte actoral, Todos los hombres son mortales se presenta más equilibrada en el nivel de interpretación. Destaca Héctor Manrique por la intensidad con que asume su personaje sin nunca perder la intención y el tono del texto, acompañado de Juan Manuel Montesinos que diferencia a cabalidad los dos momentos del personaje, pasando de la caricatura de hombre esperanzado por el amor de una mujer joven a la moderación de alguien que pasa de los cincuenta años. Carlos Cruz representa con certeza el prototipo del machista, aunque muchas veces hace que el ritmo escénico sea lento por la forma en que dice el texto y Héctor Palma mantiene la esencia del muchacho joven que todavía cree en el amor, sin embargo cuando los otros actores se valen de la improvisación, trata de incorporarse a ella sin mucho éxito. Y las mujeres también... tiene a la cabeza la matización precisa e interpretación cabal de Beatriz Valdés, además de la tranquilidad y justa decisión con que Marisa Román logra su personaje. Lourdes Valera y Fabiola Colmenares inyectan un ritmo trepidante a la pieza con mucha fuerza, no obstante esto algunas veces atropella la dicción, lo que hace difícil apreciar ciertas partes del texto. Doble reflexión sobre el sufrimiento causado por el amor.
Función: 1 de Marzo de 2008

Una noche de ilusión con ritmo

El Teatro la Bacante presenta Sueño de una noche de verano de Shakespeare en el Teatro Luis Peraza de Los Chaguaramos. La propuesta escénica incluye ritmos latinos que acompañan las acciones de Oberón y Titania, rey y reina de los duendes y hadas, de un grupo de actores cómicos que ensaya una pieza teatral y de dos parejas de enamorados que se persiguen a lo largo de una noche. En esta versión se sacrifican varias escenas, manteniendo la esencia del conflicto de los enamorados, de Oberón contra Titania y al final se concentra en la representación de los cómicos que luce un poco ajena debido a que elimina a los enamorados de esta escena; no obstante esto se comprende debido a que en el montaje varios personajes son interpretados por un mismo actor o actriz. La dirección a cargo de Marco Antonio Suniaga dispone sabiamente a los actores por el espacio escénico, descifrando con sus desplazamientos el desarrollo de la acción como en el inicio que ubica con precisión la importancia y relación entre los personajes, al igual que la distribución de los cómicos en sus dos primeras escenas, lo que aunado a la ubicación del público en lados opuestos del escenario permite apreciar claramente el espectáculo. Según el programa de mano, el punto de partida es acercar el texto a nuestras sonoridades, de relacionar su barroquismo con lo barroco de nuestra música, de ahí que el canto y el vestuario sea lo que más resalte. Los actores tocan instrumentos musicales e interpretan canciones con diferentes melodías latinas, demostrando un interesante juego armónico entre los cómicos y un acabado trabajo vocal como la escena en que Lisandro y Hermia expresan sus sentimientos en medio de la confusión generada por el juguetón duende Puck; todo gracias a los arreglos y el entrenamiento vocal dirigido por Diana Peñalver. De la misma Peñalver y Oswaldo Maccio es el diseño de vestuario que refleja el estilo tropical propio de los diferentes ritmos latinos, quizás discordante en el ropaje de las hadas con clara influencia griega o la propuesta del duende Puck sin ninguna estética definida hacia alguno de los lados. En la actuación sobresalen Jesús Hernández que interpreta a tres personajes diferenciados con propiedad en cuerpo y voz, Román Mendoza que logra mucha hilaridad como el cómico Bottom, además de la afinidad que alcanzan los cómicos de Hernández y Mendoza junto a Abel García, Ernesto Montero, Yara Daniela Suárez que debe aprovechar mejor a Tisbe y la acertada incorporación de Irene Vivas al final. En menor grado se encuentra el canto de Ana Gabriela Melo como Titania, la corporalidad de Roselyn Sosa como Puck, Vera Lucía Linares como Helena y Yazel Parra como Hermia que consiguen su mejor momento durante la pelea de los enamorados. Unas máscaras muy bien elaboradas y un trabajo corporal cargado de simbolismo son aspectos estéticos propios del grupo, sin que este último aporte nada para la representación. Por otro lado, considero que el sabor propio de lo latino y del Caribe que se disfruta en la selección musical y el canto, podría pasar al ritmo escénico que se siente aletargado por momentos y hace que la acción se desarrolle con lentitud, lo que afecta la comicidad de ciertas situaciones de la pieza.
Función: 23 de Febrero de 2008

Contracultura, ociosidad y homenaje

Dentro de la primera muestra del concurso de dramaturgia nacional, el grupo Rajatabla estrenó El peligroso encanto de la ociosidad de Gilberto Pinto, creador homenajeado con esta muestra. Esta agrupación da cabida a nuevas creaciones dramáticas de autores venezolanos, produciendo a lo largo del año cuatro piezas seleccionadas. El montaje dirigido por Germán Mendieta, que se presenta en la sala Rajatabla ubicada al lado del Ateneo de Caracas, está cargado del sentimiento de las décadas de los sesenta, setenta e incluso ochenta demostrando cómo la influencia extranjera y el intercambio cultural afecta a los jóvenes que no han conseguido un norte en su vida y viven en la búsqueda de un espacio donde sentirse seguros, mientras intentan sobrellevar el ocio que los agobia. El argumento trata de un grupo de hermanos y primos que viven sin futuro, ingeniando nuevas maneras de evadir la ociosidad, por lo que se graban, drogan, bailan, tienen relaciones sexuales entre ellos, es decir pasan por cada uno de los pecados capitales como sugiere el montaje, hasta el punto de crear una especie de secta que asesina a personas consideradas perjudiciales para la sociedad sin ninguna justificación moral, política o social más que el simple hecho de pasar el tiempo. De escena a escena, estos jóvenes de alta sociedad pasan de una situación a otra, lo que podría presentarse reiterativo debido a que parece una simple sucesión de momentos, no obstante esto finalmente adquiere sentido cuando el grupo trata de incluir dentro de su propósitos a aquel que siempre se ha mostrado crítico de las posiciones asumidas a pesar de participar en casi todas las prácticas que realizan. La interesante propuesta escénica es un largo pasillo con espectadores a ambos lados, una especie de sótano en el que una trampa colocada en el techo permite bajar y subir una escalera por donde sale y se refugia Yimmy cuando no está de acuerdo con algo, mientras Belkis, Flor, Ester, Carlos y Aurelio juegan a grabarse al mismo tiempo que las imágenes son proyectadas en una pantalla colocada a un lado o se trepan a un andamio donde diapositivas pasan una y otra vez como pasa la vida de ellos, lo audiovisual como icono claro de la influencia juvenil que se observa en la asociación con imágenes cinematográficas como Naranja mecánica de Kubrick, acompañados de una selección musical que se pasea por el fenómeno contracultural de origen norteamericano. Gabriel Agüero, Elvis Chaveinte, Carolina Gentile y Rossana Hernández se presentan más delineados en el tono e intención de los personajes, sin embargo (aquí incluyo todo el grupo) considero que falta todavía un verdadero entendimiento del peso de la contracultura en el texto y los símbolos de la propuesta de dirección que permita una verdadera ilación entre escena y escena en beneficio del desarrollo de los personajes. Los jóvenes en la actualidad no escapan del espíritu que se percibe en la pieza, por eso se observan hiphoperos, emos, góticos, rockeros, tukis, homosexuales y cualquier cantidad de tribus urbanas conformadas por individuos que se interrelacionan para no sentirse solos, con ánimos de burlar la ociosidad o de hacerle frente en grupo, muchas veces con consecuencias inesperadas.
Función: 31 de Enero de 2008