Situaciones fallidas en un bar del país

El Grupo Rajatabla continúa con la Primera muestra de dramaturgia nacional en homenaje a Gilberto Pinto. Ahora presentan en su sala La Jaula Big Shop, escrita por Héctor Castro y dirigida por José Sánchez. El título alude a la historia de un prostíbulo que se encuentra en un pueblo venezolano, su dueño es un español radicado en el país y en donde trabajan varias prostitutas que viven los típicos conflictos de amor y decepción por la vida que han llevado. En este sitio coinciden un doctor, un director de teatro, un mesonero con aires de chulo, otro muy amanerado, un cubano, el comisario de la comunidad y una viuda que desea realizar el velatorio de su esposo en el lugar. De las cuatro piezas hasta ahora estrenadas para la muestra, ésta es la más débil porque desde el punto de vista dramatúrgico no resuelve los planteamientos que hace y posee una estructura muy simple. En ella, se presentan varias situaciones desligadas unas de otras, ya que nunca se comprende si la historia principal se refiere a la vidas de las prostitutas del local, la necesidad de un director frustrado que quiere llevar a escena una obra sobre la llegada de Colón a América, el acuerdo económico entre el dueño del local y un cubano estafador que supuestamente escapa de su esposa o si todo se refiere al interés del comisario del pueblo por cerrar en definitiva el lugar. Todas las tramas se diluyen sin concluir y se va pasando de una escena a otra sin justificación, ni conocimiento del significado de progresión dramática, además que el final luce inverosímil y de absoluta facilidad cuando se pretende hacer creer que un delincuente de factura internacional pueda capturarse en un bar de esta categoría. Con la falta de fortaleza del argumento, la dirección poco puede hacer para darle sentido al montaje y todo se convierte es una especie de performance o propuesta teatral improvisada. La puesta en escena trata de manera infructuosa de resolver las distintas situaciones desligadas sin lograr algo definido en cuanto al desplazamiento escénico, además que al incluir a parte del público como clientes del bar, no ubica el desarrollo de las acciones en el lugar adecuado para que todos puedan observar lo que está sucediendo a cada momento. A pesar que lo bien delineados que están los personajes que interpretan Flor Colmenares, Yuhary Castro, Elvis Chaveinte, Ignacio Marchena y Vicente Peña, dentro de un elenco de quince personas, éstos no pueden esconder las debilidades del texto y muchos de los otros se dedican a improvisar reforzando el carácter performático que asume la dirección. Solo resalta la ambientación de la sala, diseñada por el mismo director, para reflejar al bar desde la entrada hasta el espacio escénico, apoyada por los sugerentes telones hechos por Freddy Buitriago. De igual forma, destaca la musicalización de Eduardo Bolívar porque emplea varias referencias propias del espíritu de los locales nocturnos de esta índole, además del acertado diseño de vestuario de Rufino Dorta que permite diferenciar a cada personaje en su tipología. Es preciso que Rajatabla, como agrupación de renombre, escoja con mayor responsabilidad la piezas que desea montar en beneficio de los espectadores que asisten a sus obras.
Función: 11 de Septiembre de 2008

Felices por pocos días

Hace algunas semanas concluyó la temporada de Los días felices de Samuel Beckett, llevada a escena por LKS Producciones y dirigida por Humberto Ortiz. Presentada en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural, la obra continúa con la labor de apertura que este lugar le ha dado a propuestas distintas de aquellas que se presentan en su sala principal, con textos más profundos y actores desligados de la televisión. En el primer acto de esta pieza, una mujer llamada Winnie se encuentra inmovilizada en la parte inferior de su cuerpo y desarrolla todo un palabrerío que recae sobre su esposo Willy, a quien le reclama constantemente mientras manipula sistemáticamente varios objetos con el fin de llenar su vacío y buscar la felicidad. Para el segundo acto, solo se observa que la cabeza Winnie está libre, Willy se muestra menos sumiso del yugo de su esposa y desea liberarse completamente pero aun no puede, mientras ella continúa en su afán de ser feliz. La dirección de Ortiz, como muy bien aclara en el programa de mano, buscó decodificar el texto y las acotaciones con que el autor va delineando a los personajes. Esto lo logra de manera excepcional porque la interpretación de Haydée Faverola como Winnie permite presenciar como se construye un personaje a partir de lo que dice, cómo divide las intenciones en cada una de las frases que expresa para comprender lo que el autor contiene en lo que escribió. Debajo de la felicidad que Winnie pregona, se encuentra una profunda decepción por la vida que ha llevado y que trata de esconder detrás de las acciones que realiza. Por eso, cuando ya no puede moverse, trata de justificarse pero no convence y la voz, matiz e intensidad de la actuación de Faverola son muy pertinentes. El trabajo actoral para Willy es más complicado porque a través de interjecciones, gestos y algunos textos sueltos que reflejan las incomunicación entre los esposos es que se compone el personaje, no obstante Marco Villarubia asume este reto y lo desempeña admirablemente. Es preciso destacar que el montaje alcanza armonía estética debido al diseño de escenografía, vestuario e iluminación de Fernando Calzadilla que le da una acertada ambientación contemporánea a la obra en la que destaca el uso de figuras geométricas para el dispositivo escénico con un trapecio para el gran mesón que inmoviliza a Winnie y un gran triángulo decorado con varillas sonoras que esconden y encierran a Willy. Por otro lado, es importante que se acondicione mejor esta sala, debido a que los espectadores que se sientan después de la tercera fila no pueden apreciar cabalmente lo que sucede en primer plano, como sucedió con los movimientos de Willy en el primer acto. Se entiende el carácter experimental y multifuncional, como se ha visto en otras oportunidades cuando ubican al público rodeando el espacio escénico, sin embargo el uso de una pequeña gradería o una distribución que no obstaculice la visión beneficia a los espectadores que cancelan el mismo precio de la entrada, así se sienten de primeros o de últimos. A lo largo del año, Beckett ha interesado a varios grupos de teatro del país, lo que hace pensar que su teatro todavía tiene vigencia y que sus planteamientos sigue diciendo cosas al público en la actualidad.
Función: 22 de Agosto de 2008

Un festival para tres dramaturgas (y III)

La quinta edición del Festival Teatral de Autor concluyó con dos semanas más de representaciones de obras escritas por tres dramaturgas latinoamericanas. Este festival tiene carácter competitivo, así que con la votación de los miembros de las agrupaciones participantes, de la crítica y del público se seleccionaron ganadores en diversas categorías. La categorías de mayor importancia se decidieron con los votos de los integrantes de los grupos para comprobar que lo mejor se dejó para el final, debido a que el montaje de Para llevarle a Rosita de Griselda Gambaro realizado por Cacatúas cooperativa teatral de Argentina, que se presentó el último día, fue reconocido como mejor producción, dirección, vestuario y actuación femenina para las tres actrices del mismo. Esto demuestra que la experiencia se impone por encima del teatro aficionado y que los colectivos de jóvenes atraídos por las artes escénicas deben formarse con rigurosidad y tener mayor grado de compromiso a la hora de interesarse en esta difícil área. En concordancia con esta premiación, el premio de la crítica (en el que participé por ver algunas de las propuestas realizadas) recayó también en este montaje y se entregó una mención especial a Galatsia de México que montó El rastro de Elena Garro. Esta obra sorprendió por lo contundente de la puesta en escena, que despojada de cualquier elemento escenográfico, se centró en la esencia de los personajes y su interpretación, logrando capturar el espíritu de la pieza y de la autora. Como mejor grupo nacional se seleccionó a Horus Teatro de Caracas, que asumió el reto de presentar La malasangre de Gambaro, pieza complicada que consiguieron ejecutar cabalmente, a pesar de algunos detalles. Asimismo, hubo una mención para Mampara Teatro de Maracaibo con El inevitable destino de la Rosa de la noche de Mariela Romero, quienes le dieron un toque regionalista a la obra que fue reconocida en votos con el mejor actor, actor de reparto, escenografía y música. Por otro lado, es necesario destacar a Teatro el Globo de México que trajo una lectura diferente de El árbol de Garro (otra agrupación también había la presentado esta pieza), con dos actuaciones que delinearon bien a los personajes, aunque debieron dar mayor uniformidad estética al dispositivo escenográfico y controlar mejor la sutileza con que la iluminación va desapareciendo para crear una atmósfera sombría sin sacrificar los rostros de las actrices. Como comentario general, es importante que muchos de los participantes dejen de ser considerados “grupos de festival” y empiecen a presentarse en otras salas en las que puedan cotejar su trabajo con otro público, además de alcanzar un mejor nivel que les permita estar a la par de los que fueron reconocidos como mejores en el festival. Con esto ganarán la experiencia que requieren si en realidad desean continuar en el entorno teatral. Este festival, organizado por Pathmon producciones con dirección general de Maigualida Gamero, promete regresar el año que viene con la temática de nueva dramaturgia iberoamericana, por lo que se aceptará la participación de grupos que lleven a escena obras de ocho autores de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, España, México, Perú y Venezuela.
Funciones: 23, 24, 27, 29 y 30 de Agosto de 2008

Un festival para tres dramaturgas (II)

Prosigue la quinta edición del Festea - Festival Teatral de Autor - en el Teatro San Martín de Caracas. En su segunda semana, varias agrupaciones venezolanas continuaron en su labor de llevar a escena piezas de tres dramaturgas latinoamericanas: Elena Garro, Griselda Gambaro y Mariela Romero. El grupo Centro Escénico realizó un espectáculo denominado Elucubraciones femeninas en mentes masculinas que incluía una pieza de cada una de las autoras con dirección de Nino Villezuá. La primera Viaje a Bahía blanca de Gambaro se mostró muy atinada en todos los aspectos, logrando su propósito de crítica a la burguesía gracias a la extraordinaria interpretación de Dayana López como una mujer de clase alta que desea contar una historia banal, pero no puede porque se ve constantemente rodeada de moscas que la perturban en su relato. Como segunda pieza, una parte de El juego de Romero fue actuada por hombres asumiendo los personajes originalmente femeninos del texto, aunque ésta se observó muy floja, sin compenetración actoral y sin el ritmo apropiado. Por último, una versión de El rastro de Garro capturó la atmósfera propia de esta autora, sin embargo el desempeño de Rafael Callejas como Adrián Barajas, hombre caracterizado por el machismo, requería de mayor fuerza. En definitiva, una propuesta arriesgada que abarcó mucho con algunos altibajos. Sobretablas de Venezuela presentó El inevitable destino de la rosa de la noche de Romero, dirigida por Jennifer Morales. En este montaje, los dos personajes concebidos como indigentes se convierten en rockeros adoradores de Satán, que aceptan dentro de su relación de solidaridad a Rosa, una prostituta que trata de cambiarles la vida sin éxito. Una puesta en escena precisa se enturbia con la constante proyección de imágenes diabólicas y un actor representando las imagen de Satán, debido a que recargan la idea. David Fernández y José Alberto Blanco alcanzan buenos momentos, si bien deben matizar mejor lo que dicen, al contrario de Paola Baroferre que le da mayor propiedad a Rosa, perdiéndola casi al final. Todo funcionaría mejor si disminuyen el evidente sentido homoerótico que le dieron a la obra, la cantidad de proyecciones y eliminan una desacertada españolización del ritual de posesión de uno de los personajes. Con buena energía y disposición, Epidauro Teatro inició sus actividades al montar Los siameses de Gambaro. En ésta, dos hermanos mantienen una relación de dominación – sumisión que los hace depender uno del otro hasta el punto que podrían considerarse siameses en un sentido metafórico. Jennifer Morales matiza bien en su caracterización, a pesar de que debe cuidar la dicción y evitar la improvisación. Alexander Ramos puede tener mayor veracidad sin alzar su tono de voz. La presencia de un personaje como la justicia, acompañado de otros justicieros, requieren de mayor firmeza corporal sin amanerar la forma de hablar. La dirección de Gleison Medina pretende reflejar con una estética expresionista la conexión de los personajes pero se queda en lo decorativo tanto en la escenografía, el vestuario y el maquillaje, lo que se muestra totalmente desligado del texto. Es el comienzo de una agrupación, como otras consiguen espacio en este festival.
Funciones: 15, 16 y 17 de Agosto de 2008

Un festival para tres dramaturgas (I)

La quinta edición del Festival Teatral de Autor (FESTEA) se ha venido desarrollando en el Teatro San Martín de Caracas como sede principal. En esta ocasión, la dramaturgia femenina latinoamericana es la homenajeada con tres figuras representativas: la mexicana Elena Garro, la argentina Griselda Gambaro y la venezolana Mariela Romero. Pathmon producciones, organizador del festival, inauguró la muestra con Decir sí de Gambaro, dirigida por Carlos del Castillo y producida por Maigualida Gamero, directora general de este evento. Un atmósfera de extrañeza y perturbación se observó en la representación, lo que se reforzó con la música que acompañó toda la acción hasta casi el final, presentó una puesta en escena limpia y precisa, además del acertado diseño de iluminación que se concentra en todos los objetos presentes en el escenario. En la trama, un peluquero, interpretado excepcionalmente por Frank Silva, manipula con gestos mínimos y lenguaje fragmentado a un cliente hasta asesinarlo. Aunque este personaje lució más impreciso y desdibujado en la actuación de Max Coloma, se logró el ambiente opresivo propio de esta autora. Desde México, Baalit producciones presentó un montaje de El árbol de Garro. En él, una mujer pobre huye de su marido y llega a la casa de otra de clase alta, sucediendo un juego de dominación entre ellas hasta que una decide asesinar a la otra. La dirección de Gabriela Chapa crea una puesta en escena desigual con algunas propuestas acertadas, como reflejar la sumisión al sentar un personaje en el piso, pero sin materializar nada. La acción se desarrolló con un ritmo escénico lento, contrario al requerido, asimismo que las interpretaciones de Iris Gómez y Wendy Chapa no favorecen totalmente, la primera se muestra rígida y la segunda matiza muy uniformemente, aunque muestra mayor empeño al actuar. Las propuestas de iluminación y música no concuerdan con lo que quieren lograr, no obstante el grupo está consciente de que poco a poco van entendiendo el sentido de todas las ideas que maneja la autora. Kabré teatro concluyó la primera semana del festival con una versión de El juego de Romero, realizada y dirigida por Wilfredo Tortosa. El argumento original posee dos personajes llamados Ana, que en esta versión son asumidos por dos hombres y dos mujeres, haciendo que se diluya más su constante intercambio de roles. Estos personajes realizan acciones lúdicas de tortura, que en este montaje se desenvuelven con un ritmo escénico trepidante y una cuidada puesta en escena que desplaza con minuciosidad a los actores. Las actuaciones de Zammy Giménez y Carlos Ortega alcanzan mayor intensidad y manejan mejor las intenciones que Nadeska Armao y Karlina Fernández, entretanto ellas van acoplándose a la energía de ellos. Los cuatro se integran cabalmente cuando están en escena al mismo tiempo, sin embargo deben cuidar la dicción y precisión en el uso de los objetos en los momentos más intensos. La imagen de la madre, desarrollada por Eliseo Pereira, funciona salvo cuando ingresa al público. El vestuario y ambientación en estilo japonés es interesante porque reinterpreta la pieza, aunque en el segundo acto no se relacione totalmente. Este festival apenas comienza.
Funciones: 7, 8 y 9 de Agosto de 2008

Inclinación femenina y Fidelidad masculina

Inclinación: En el Centro Cultural Escena 8 de Las Mercedes se ha venido presentando La culpa es de mi bautizo, escrita y dirigida por Sandra I. Corrales. La pieza desarrolla la historia de cuatro mujeres que se reúnen para un cumpleaños, que se convierte en el momento adecuado para revelar de la relación amorosa entre dos de ellas, hermana y amiga de la anfitriona, ocasionando una serie de enredos. Corrales como directora crea una puesta en escena equilibrada para su texto, con dinamismo en el desplazamiento y ubicando a los personajes en sitios de relevancia cuando es necesario acentuar algo. Como dramaturga estructura la obra en dos cuadros con presentación del conflicto en el primero y resolución en el segundo, maneja adecuadamente el desarrollo de los diálogos, aunque el final no convence totalmente porque parece abrupto al no plantear una solución definitiva entre las hermanas y apela al público para que decida si el nombre determina o no a las personas durante su vida. Marian Valero como María de las Angustias demuestra la contrariedad de quien se asume con gustos hacia su mismo sexo, no obstante el momento en que verdaderamente se revela y llora luce muy externo en la interpretación, más allá de exhibir el llanto. Yulika Krausz como Esmeralda, amiga y hermana traicionada, se conduce apropiadamente dentro las situaciones pero podría darle mayor intensidad a sus textos. Adriana Romero es Lesbia, quien enamora a María y se enorgullece frente a su hermana, construye físicamente a su personaje pero se queda a medio camino en sus intenciones. Verónica Arellano compone de manera relevante a Alexandra, amiga de las otras tres, cómplice, divertida y complicada en su relaciones amorosas que se gana el aprecio del público. Este montaje es significativo por el hecho de tratar el tema de la homosexualidad femenina dentro de la dramaturgia venezolana.
Función: 1 de Agosto de 2008
Fidelidad: Talento femenino presenta ¿Monogamia? del chileno Marco Antonio de la Parra con dirección de Javier Vidal en el Teatro Trasnocho. Esta pieza es un drama con visos de comedia en el que dos hermanos se reúnen porque el menor de ellos, que siempre se ha considerado monógamo, necesita del consejo del otro, debido a que está enamorado de una mujer joven y decide dejar a su esposa. La obra de este autor reflexiona sobre la fidelidad en la sociedad occidental y pone en escena muchas verdades de las relaciones amorosas al crear un diálogo que fluye con facilidad, centra el conflicto principal en las desavenencias entre estos hermanos para dejar al público la decisión final sobre el sentido de la monogamia en sus vidas. Vidal crea una puesta en escena en su mayoría estática al sentar constantemente a los personajes para enfocarse en la discusiones que se suceden, de tal forma que no haya desperdicio en los movimientos, salvo en algunos momentos en que ambos hermanos se impacientan. Además, interpreta a Felipe, el hermano mayor, ofreciendo una actuación cónsona con lo desenfadado, irónico y liberal que se muestra el personaje. Antonio Delli representa con convicción lo intranquilo y comedido que es Juan, el hermano menor, aquel que decide finalmente vivir a pesar de los problemas, algo que todos deberíamos hacer sin reservas.
Función: 10 de Agosto de 2008

¿Qué hará temblar al país?

La primera parte de la trilogía “Revoluciones por minuto” de Ricardo Nortier: Parece que va a temblar se ha venido presentando en la Sala Horacio Peterson del Ateneo de Caracas con dirección de Orlando Arocha. Desde el punto de vista dramatúrgico, esta es una pieza dividida en dos partes. Al principio cinco personajes, miembros de una familia disfuncional, revelan sus diferencias en un soliloquio. La Abuela desea que su hijo se divorcie y la acompañe hasta su muerte, La Hija los desprecia a todos y critica los modelos impuestos por la sociedad debido a que sufre de sobrepeso, La Madre quiere divorciarse y se queja puesto que nadie comprende la depresión por su despido de una importante empresa petrolera, El Hijo se consume en las drogas y es detractor del capitalismo, El Padre solo se interesa por pescar y disfrutar de una cerveza cada vez que pueda. Luego todos los personajes interactúan como si fuera un típico domingo familiar en el que se reúnen a almorzar, aunque en realidad no pueden escapar de sus desavenencias y sus diálogos se hacen repetitivos. Esta forma de estructurar el texto teatral se muestra efectiva porque luego de planteamiento inicial de cada uno (donde el contexto familiar se vincula con el contexto exterior, a saber, el país), todo conduce a la interrelación grupal que profundiza en las situaciones conflictivas. Los personajes no poseen nombres propios sino generalizaciones, por lo tanto son un reflejo de las abuelas, padres, madres, hijos e hijas que tienen problemas parecidos y que conforman a la sociedad venezolana, incluso se podría decir latinoamericana. Arocha concibe el concepto escenográfico y de vestuario para concordar estéticamente las características de los personajes con la ropa que usan y los ubica en una habitación de paredes de cartón, imagen de una clase media venida a menos. Además, crea una puesta en escena sencilla que se concentra primero en aquello que se dice. Un personaje se dirige el público mientras los demás personajes escuchan y reaccionan pero no intervienen, están forzados a tolerar lo que se diga de ellos. En la segunda parte, el desplazamiento es constante para demostrar cómo se interrelacionan, lo que le da mayor dinamismo a la acción y alcanza el clímax necesario para que el público comprenda que no pueden huir de las circunstancias en que están inmersos; al igual que cualquier ciudadano por más que no quiera comprometerse con cualquier suceso del país, se ve afectado por éste. El trabajo actoral tiene tres pilares fundamentales con Antonieta Colón como La Abuela, Eulalia Siso como La Madre y Alberto Alifa como el Padre, ya que componen con certeza a sus personajes y manejan los propósitos del texto en su interpretación. En cambio, Gabriel Agüero como El Hijo y Arianna Savio como La Hija se muestran eficaces en la tipología de sus roles, aunque la manera en que matizan lo que dicen mantiene una misma formula al subir y bajar de intensidad en ciertos momentos sin descomponer totalmente las intenciones del personaje. Con la acertada coordinación de producción de Luisa Fernanda Mattía, el Teatro del Contrajuego nos demuestra que las familias son pilares de una sociedad a punto de temblar por la creciente conflictividad cotidiana.
Función: 2 de Agosto de 2008

Una obra que no embauca al público

En la sala experimental del Celarg, la agrupación Escena de Caracas presentó El alquimista, comedia original de Ben Jonson y escenificada a partir de una versión de Isaac Chocrón. Una historia donde el engaño, el robo y el aprovechamiento del otro es el punto de partida como muchas veces sucede en la vida diaria del venezolano cuando brujos, astrólogos, predicadores, mendigos y políticos mienten para alcanzar sus propósitos. El beneficio económico es la meta de Careta y Sutil, dos embaucadores que ofrecen curaciones, resolución de problemas, suerte y riqueza a su clientela. Acompañados de Muñecona, un mujer de poca clase, estafan a diversos personajes hasta que tratan de desenmascararlos. La dirección es de Juan José Martín, quien logra un sobresaliente montaje al darle mayor relevancia a la interpretación, en vez de una costosa escenografía, por ejemplo. Esto tiene su mérito, ya que el trabajo actoral sigue siendo la esencia del teatro por encima de la espectacularidad. Con una puesta en escena sencilla, Martín va desarrollando la trama en un creciente juego de entrada y salida de personajes, el uso de diversos atuendos por parte del trío de estafadores, de hilarantes rituales de engaño hasta el final en que los personajes convulsionan frente al espectador y todo termina con la acertada lectura de una carta escrita por una creyente de pseudociencias y un epílogo que busca la complicidad con el público. Delbis Cardona como Sutil y Rafael Gil como Careta demuestran su experiencia en la composición de los personajes con claro manejo de intenciones y de la corporalidad, en especial el primero que lleva el peso de la pieza y consigue gratos momentos. Por otro lado, no dudo de las habilidades de Nadeschda Makagonov, sin embargo asume a Muñecona con una caracterización vocal que impide comprender cabalmente lo que dice, más allá de su conveniente desempeño corporal. Juan Carlos Azuaje y Neirón Medina manejan con propiedad la expresividad corporal y vocal en sus dos roles. Betsabé Correa se convierte en una revelación por la ingeniosa manera en que construye a la monja Ananías. José Francisco Silva diferencia los dos personajes que interpreta pero luce un poco sobreactuado frente a la veracidad de sus compañeros, contrario a Luis Ernesto Domínguez que delinea a su personaje Kastril y Dalia Castellanos como la Dama Dócil que quedan en fuerza por debajo de los demás. El diseño de vestuario de Raquel Ríos luce acorde con el sentido de venezolanidad que se le da a la pieza, resaltando los extravagantes trajes que Sutil usa para estafar. También la intervención escenográfica de Oscar Salomón adquiere este valor al crear un altar movible que incluye una variedad de íconos religiosos junto a la original mezcla de tratamientos y pócimas. La propuesta de iluminación de Darío Perdomo aprovecha al máximo el limitado equipamiento de la sala para crear diversas atmósferas y se vale también de una hilera de luces a nivel del piso (a manera de candilejas) que le permiten experimentar más, especialmente al acercarse al final, como la aparición en actitud de posesión de Ananías. Con la producción artística de Cocó Seijas, este montaje no embauca al público que desea disfrutar de buen teatro.
Función: 26 de Julio de 2008

Temáticas del pasado y presente

Del pasado: Una de las veinticuatro coproducciones que realizará la Compañía Nacional de Teatro se estrenó en el Teatro San Martín de Caracas. Junto al Teatro de Repertorio Latinoamericano (Teatrela) produjeron Barranca abajo de Florencio Sánchez, con una acertada adaptación dramatúrgica de Elio Palencia. La pieza posee una estructura tradicional de tres actos para desarrollar la historia de una familia campesina que debe abandonar las tierras que poseían debido a los intereses latifundistas de aquellos que ostentan mayor poder económico. La dirección de Costa Palamides aprovecha las habilidades interpretativas del elenco para crear una puesta en escena realista apoyada en el apropiado diseño de vestuario de Lina Olmos que refleja el estilo del llano venezolano y la propuesta escenográfica de Rafael Sequera con elementos decorativos y utilitarios de los habitantes llaneros que complementan la atmósfera del montaje. En la labor actoral, Germán Mendieta como Don Zoilo, el hombre del llano traicionado, logra un emotivo y eficaz trabajo, acompañado de la pertinencia de Virginia Urdaneta, Mariela Reyes y José Gregorio Martínez, el cabal manejo de intenciones de Norma Monasterios y Nirma Prieto, además de la destacadas interpretaciones de William Escalante y Emily Mena que conmueven al público. No puedo dejar de nombrar el siempre el impecable trabajo de producción de Coco Seijas y Juan Carlos Azuaje. No obstante, quizás el texto se siente envejecido, es una pieza de un momento de la memoria campesina latinoamericana, una indagación histórica más que algo de interés en la actualidad.
Función: 12 de Julio de 2008
Del presente: El grupo Rajatabla presentó Cont@cto de Carmen García Vilar, continuando con su Primera Muestra de Dramaturgia Nacional. El montaje incluye dos piezas que tratan sobre la incomunicación entre los seres humanos. Serenísimo Chacaito es un diálogo entre un taxista que lidia con los problemas del tráfico y un vendedor de soluciones tecnológicas que ofrece acercarse al mundo a través de cámaras, aunque siempre prevalecerán los intereses de cada uno. Gerardo Luongo como el taxista brinda un apropiado tono realista a la interpretación, en cambio Jean Carlos Rodríguez como el vendedor ofrece una actuación muy externa. En Auxilio, cuatro mujeres quedan atrapadas en un ascensor inteligente. El encierro termina por hacer que ellas revelen sus problemas con los hombres, convirtiendo al ascensor en el símbolo del hombre como represor de la mujer. Loly Sánchez, Dora Farías, Yuhary Castro y Tatiana Mabo se muestran al principio desconectadas con el conflicto que las ocupa, pero se van vinculando con él para alcanzar un intenso final. La dirección, a cargo de Rufino Dorta, presenta las dos piezas al mismo tiempo, en paralelo, logrando interrelacionar su desarrollo hasta llegar al punto culminante de la representación. Esta interesante propuesta conecta la premisa de incomunicación de las piezas y le da mayor fuerza a la primera que luce en su desarrollo más simple que la segunda. Además, Dorta diseñó el vestuario y la escenografía que armonizan estéticamente en color negro y plata, resaltando esta última por su manejo del espacio. En definitiva, una visión de las relaciones en tiempos de comunicación global.
Función: 19 de Julio de 2008