¿El teatro es simple cotidianidad?

El grupo Bagazos celebra 30 años de trayectoria con Historias de apartamento en la Sala de Teatro 1 del Celarg. Este montaje, dirigido por Gerardo Blanco, está constituido por 4 piezas que tienen un elemento en común: sus argumentos ocurren en el interior de un apartamento.
La pieza que abre, se desarrolla en el entreacto de las otras tres y culmina es La llamadita de Mónica Montañés. En ella, un hombre se comunica con un servicio de atención al cliente y es llevado al límite por la ineficacia y posterior interés amoroso de la operadora que lo atiende. Es interesante la forma satírica en que se trata a este tipo de servicios telefónicos, lograda gracias a las pertinentes interpretaciones de Geisy Rojas como Ella y Luis Andrés Figueroa como Él.
Atados por, escrita por Sandra Buzón, presenta la discusión que decidirá el futuro de un matrimonio desgastado por el paso del tiempo. La simple discusión resta acción teatral a un texto reiterativo sobre el deterioro de una relación, además que su desenlace es poco verosímil para la manera en que se desenvuelven los sentimientos de los personajes. La actuaciones de Francis Romero como Alicia y Elio Palencia como Carlos se perciben ajustadas.
La tercera es Tiempo rojo de Natalia Valecillos. Una joven, huérfana de madre, tiene que lidiar con los conflictos de su edad y la crianza de su padre. De todas la piezas es la más débil en su estructura y resolución debido a que cae en el uso excesivo de lugares comunes sin plantear un verdadero conflicto teatral. Erika Santiago saca provecho del personaje Zara y Elio Palencia maneja adecuadamente su rol como Miguel, el padre.
Por último, El marido de mi marido de Marcela Sánchez lleva a escena los desacuerdos de un matrimonio donde el esposo vive con la fantasía de vestirse y comportarse como mujer. Este original texto coloca al público frente a la tolerancia y aceptación de lo que una pareja puede considerar normal dentro de su relación. Los trabajos actorales de Francis Romero y de Elio Palencia son los mejores logrados del montaje porque proporcionan las intenciones y expresividad corporal que requieren Leticia y Alfredo, respectivamente.
La puesta en escena brinda uniformidad estética al espectáculo al emplear desplazamientos parecidos en todas las piezas, aprovecha una sencilla ambientación de paneles blancos y usa un mueble central distinto en cada una de ellas. La iluminación abusa un poco del uso de varios colores y el vestuario delinea sin mayor pretensión a los personajes, excepto la necesaria ropa íntima que usan los personajes de la última.
Salvo esta última pieza, las demás tratan de acontecimientos cotidianos. Entonces cabe hacerse la pregunta del título. ¿Por qué? Pareciera que las telenovelas hacen mucho daño a nuestra dramaturgia porque las situaciones cotidianas son transmitidas en la televisión como algo novedoso, como el contacto del espectador y su catarsis con el día a día. El teatro no es esto ni puede serlo debido a que la simple rutina de los seres humanos no es teatral. Si así fuera, mejor vamos a sentarnos en el sofá de la sala de una casa a ver cómo se desarrolla la jornada de la familia que ahí vive, volvamos al Living theater y no busquemos nuevas formas y temáticas que abarcar.
Función: 6 de Junio de 2009

Abismos poéticos, reinos soberbios

Poesía: La Agrupación Teatral Coordinación del Estado Yaracuy presenta El jardín de los abismos (Safo o el suicido), basado en un texto de Marguerite Yourcenar y dirigido por Armando Holzer, en la Sala Rajatabla. El texto tiene como base la vida de la poetisa griega Safo que se convierte en una metáfora de los intentos y fracasos de las relaciones amorosas en la actualidad.
Como parte del proyecto “Voces potenciales” que aborda el trabajo del actor en solitario, la actriz Elsy Goyo realiza este segundo unipersonal. Representa a una acróbata que recrea los idilios que ha tenido mientras se balancea en un trapecio. Al bajarse de él, sigue el relato rodeada de una atmósfera circense y se acompaña de varias maletas de madera. Cada maleta es un abismo dentro del cual Safo cae en ese juego de escape y enfrentamiento con la imagen de un amor que la persigue. La interpretación muestra un fuerte contenido interno que se refleja en los diferentes matices que ofrece. Poco a poco se exterioriza a través de los gestos e invade todo el cuerpo para evidenciar las marcas obsesivas del fracaso amoroso. El concepto general de escenografía, vestuario, iluminación, música y maquillaje es del director, logrando articular todos estos elementos para ofrecer un depurado trabajo.
Es necesario destacar la producción general de Lusvio Ramírez en la realización de este montaje y el apoyo del Instituto de Artes Escénicas y Musicales (IAEM), que permite que las funciones se ofrezcan con entrada libre.
Función: 30 de Mayo de 2009
Soberbia: El Instituto de Investigaciones para el Desarrollo del Arte en Venezuela (IIAVE) presenta el montaje infantil Un día en el reino de Bambina de Alberto Ravara, dirigido por Nino Villezuá, en la Sala Doris Wells de la Casa del Artista. El reino de Bambina es controlado por la Reina Glotona que maltrata a su sirvienta Anita, pero todo cambia cuando un monstruo de otro reino invade el lugar y la fiel criada sea quien debe defenderlo. Con una puesta en escena sencilla de movimientos puntuales para contar la historia, la música de Leonardo Maldonado resalta cabalmente las características de cada rol.
Las actuaciones se proponen desde la caracterización hasta llegar al arquetipo. La Reina, interpretada con veracidad e hilaridad por María Elena Duque, es malvada hasta el extremo pero cobarde en el fondo; Anita siempre será humilde y así lo refleja la actuación de Mailyn Maurera; Lilybell Trejo se vale de la expresividad corporal para dar forma a la pintoresca Juglara; el Monstruo de Cobalandia demuestra su soberbia a través de la capacidad vocal que brinda Tomás González; el Pichón de monstruo elogia a su amo y se muestra divertido gracias al trabajo de Alejandro Maurera; y Rommel Martínez como el Guardián de Fronteras puede ofrecer mayor veracidad sin perder la fuerza, aunque la interpretación sea más externa en este tipo de teatro. La ambientación escenográfica de cubos de colores, escudos y el trono movible de la reina se observa original y funcional, además del vestuario que refuerza el carácter de cada personaje. Ambos son diseños de Héctor Becerra.
Este Instituto sigue creyendo en el “Teatro de los invisibles” de agrupaciones desconocidas pero con una gran labor dentro de las comunidades.
Función: 31 de Mayo de 2009

Juventud, violencia y lágrimas

La Fundación Rajatabla presenta Cuando quiero llorar no lloro, adaptación de la novela homónima de Miguel Otero Silva, en la Sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas. La historia de los tres Victorinos: uno de clase baja, otro de clase media y el último de clase alta, es adaptada y dirigida por José Domínguez con muchos altibajos. La propuesta de llevar a escena esta novela crea personajes que narran los sucesos y se desvían de la ineludible demanda de acción teatral que requiere. Parece más adecuado que la trama se concentre en la acontecimientos de la vida de cada uno de los protagonistas y así lograr la teatralidad a través de las acciones y no de las palabras, no obstante se comprende la importancia que posee el manejo del lenguaje en la novela y el humor que surge durante la representación lo corrobora.
En el trabajo actoral, Abilio Torres como Victorino Pérez, el joven pobre condenado a ser delincuente, logra la interpretación más convincente en todos los aspectos. Gabriel Agüero como Victorino Perdomo, el estudiante comunista de sociología que cree en la violencia para lograr un cambio, expresa sus textos de manera plana sin la variedad de matices necesaria. Elvis Chaveinte como Victorino Peralta, el chico acostumbrado a recibir todo y que disfruta de la violencia gratuita, ofrece un trabajo adecuado sin una búsqueda psicológica de las motivaciones del personaje. Por la estructura de la novela, es poco factible que, además de los Victorinos, algún otro personaje tenga mayor peso escénico y pueda desarrollarse actoralmente. En este caso, el manejo correcto de la proyección vocal, las inflexiones y la expresividad corporal garantizarían que cada pequeño rol no pase por debajo de la mesa en cada segmento, lo que se puede apreciar en las actuaciones de Francisco Alfaro, Rolando Giménez, Rossana Hernández y Demis Gutierrez. El resto del elenco que posee experiencia cumple en mayor o menor grado, mientras que los integrantes y ex integrantes de los diferentes niveles del Taller Nacional de Teatro, programa de formación actoral de Rajatabla, tratan de que sus textos sean comprendidos y escuchados con mayor impostación vocal que otra cosa.
La escenografía diseñada por Armando Zullo está constituida por tres grandes tarimas movibles que son desplazadas constantemente para simbolizar los distintos espacios de la acción según la manera en que éstas se disponen, sin embargo se presenta muy plana en su cromatismo y el recurso tiende a agotarse cuando disminuye el ritmo escénico sin demostrar una verdadera justificación. Las coreografías de Rolando Giménez complementan algunas escenas, pero en general se alargan innecesariamente, al igual que la música original de Jerry Maneiro que tiende a romper en ciertos momentos la época.
La excelente novela de Miguel Otero Silva todavía tiene mucho que decir al país, aunque la adaptación teatral se queda a medio camino entre la acción, la narración y el homenaje. Cada vez se hace más pertinente decir: “El país no ha cambiado nada”, frase trillada pero que representa cabalmente lo que varios de nosotros sentimos cuando leemos una novela como ésta o vemos este montaje sin percatarnos de los casi 40 años que nos separan desde su primera edición.
Función: 20 de mayo de 2009

Apariencia y realidad de la locura

En el Espacio Plural del Trasnocho Cultural, KJCP producciones presenta Geranio de Xiomara Moreno, dirigida por Javier Vidal. Geranio, un hombre perturbado porque no sabe si lo que deseaba se hizo realidad o fue producto de su mente, es dejado en el ala de un sanatorio donde conoce a Nicolás, Guy y Guillermo, tres internos que seguirán su juego para demostrar que él no debe estar ahí y que ellos son los verdaderos locos.
La propuesta de puesta en escena equilibra el desplazamiento de los personajes a través del espacio. Cuando dos de ellos están en escena, buscan los extremos y cambian constantemente de lugar entre uno y otro. Esto se hace más dinámico con la entrada de un tercero, cuando se emplea el centro y los extremos, hasta que los cuatro están en escena con dos en los extremos y dos trasladándose entre ellos. En otras ocasiones se refuerza la trama cuando se hace necesario que se reduzca el ritmo y hay mayor interés en lo que se dice, al punto que los personajes se sientan en un banco para tratar de comprenderse o en espera que otro relate su historia. Lo anterior demuestra la claridad de la dirección a la hora de resolver cada escena y darle sentido a la premisa de la obra, algo que también se observa en el acertado interés de enfocar el trabajo en las actuaciones.
Esta pieza requiere de un alto nivel de compromiso actoral y el montaje realizado logra este cometido. La interpretación que Nacho Huett realiza de Geranio se muestra intensa y mantiene un ritmo interno vertiginoso que se percibe en la manera en que exterioriza corporalmente los estados por los que pasa el personaje sin nunca perder las intenciones de la perturbación que expresa. Antonio Delli revela a través de voz y cuerpo las actitudes de Nicolás, además de permitirse disfrutar de la excentricidades que puede tener. Por su parte, Gerardo Soto demuestra un admirable manejo de los matices de Guy y una apropiada moderación en como va desarrollando su rol. Raúl Hernández como Guillermo se plantea jugar con diferentes acentos y registros vocales, sin embargo varios de ellos se quedan en exteriorizar sin la intención requerida en el momento.
La dirección de arte, a cargo de David Silva, propone un espacio escénico minimalista con una tarima y el banco en color blanco, lo que permite concentrar la atención en las actuaciones, aunque la realización de la tarima no presenta un buen acabado. El vestuario para los tres internos del sanatorio también posee como base el blanco en una braga que se complementa con un suéter para Nicolás y un sobretodo con sus mangas cortadas para Guy y así reflejar el carácter de cada uno de ellos, al contrario de Guillermo que lleva camisa de fuerza y de Geranio que viste un traje gris para contrastar con los otros y evidenciar la vida que ha llevado. De igual forma, el diseño de iluminación de Martín Flores se muestra sencillo en casi toda la pieza para seguir reafirmando la idea de que lo más resaltante son las actuaciones, si bien apoya el momento climático al oscurecer la escena y demostrar el nivel de locura al que se llega. Esta producción de Kelvis Martínez y Juan Carlos Pabón hace evidente que con textos bien escritos y bien dirigidos puede lograrse un excelente producto.
Función: 17 de Mayo de 2009