“Una cosa es pensar diferente y que te maten...”

“...otra que te humillen por eso.” Esta es una frase que dice la protagonista de ¡Ay Carmela!, montaje producido por el Grupo Skena de la pieza escrita por el español José Sanchis Sinisterra que se está presentando en el Teatro Trasnocho de Las Mercedes. En la pieza, Carmela y Paulino son dos actores cómicos que realizan presentaciones de pueblo en pueblo por toda España durante la guerra civil hasta que son apresados por franquistas. La trama comienza cuando Paulino está solo y se extraña de la aparición de Carmela, a quien parecer tenía tiempo sin ver, de esta manera, como en una especie de vuelta al pasado ambos realizan su presentación final frente al ejercito que los apresó, al que no apoyan y que los separará por siempre. En tono de comedia con ciertos vestigios de drama, o si se quiere comedia dramática, el argumento se desarrolla en cinco escenas, tres de ellas interrelacionadas por Paulino y Carmela en tiempo presente cuando ambos tratan de explicarse qué pasó, por qué no se han visto en mucho tiempo y hacia dónde van, mientras las otras dos refleja el pasado, el momento en que eran creadores de espectáculos y donde algo los separó. Cada escena tiene un conflicto claro, pero el autor solo presenta una serie de situaciones conectadas como hice referencia en la explicación anterior, tiene una visión crítica hacia las complicaciones que se presentan por pensar diferente y una visión de España en plena guerra civil, sin embargo el peso de acción está en el entretenimiento, lo que se observa también en el montaje. La dirección de Armando Álvarez se concentra en aprovechar la hilaridad de los personajes lograda cabalmente por los actores, aunque no propone nada novedoso en la puesta en escena. El trabajo actoral luce destacado por sobre la dirección, debido a que debe haber facilitado la misma. Tania Sarabia como Carmela y Basilio Álvarez como Paulino se presentan pertinentes, ocurrentes y ajustados en su interpretación. Sin desnivel alguno, ambos prestan su cuerpo y en especial su voz al emplear un marcado acento español en el logro de los personajes. Una música propia del país en cuestión acompaña los cambios de escena que presenta una sencilla propuesta escenográfica diseñada por Carlos Agell, donde un teatro casi destruido con cortinas rotas y luces dañadas es el reflejo de la guerra que ha rodeado el espectáculo de “Carmela y Paulino, variedades a lo fino”, junto a la correcta iluminación de Víctor Villaviencio que diferencia el presente del pasado en la vida de los protagonistas. Es importante comentar algo que no tiene que ver con el montaje en sí, el Teatro Trasnocho es un espacio que prácticamente carece de acústica, por lo que la proyección vocal se apoya con el uso de micrófonos, esto hace que exista cierta extrañeza en lo que se escucha al inicio de la representación, situación que debe corregirse en beneficio del público. De la misma manera, varios avisos informan sobre la imposibilidad de tener acceso a la sala luego de que comience la función, norma que no se cumple en casi ningún teatro de Caracas y éste no es la excepción, lo que debe tomarse en cuenta para educar al espectador, al igual que informar sobre el apagado de teléfonos celulares.
Función: 10 de Febrero de 2008.

Psicoanálisis teatral

En la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas se presenta nuevamente la producción del Espacio Anna Frank: La Señora Klein de Nicholas Wright, escritor sudafricano que reside en el Reino Unido. Este montaje, estrenado el año pasado, centra el desarrollo de la acción en una profunda crítica al psicoanálisis y a las consecuencias de su mal uso cuando es empleado desmedidamente. Melanie Klein es una analista exitosa que ha experimentado con sus hijos desde que eran pequeños, así que al morir su hijo le surgen dudas sobre sus prácticas, acrecentadas por su hija Melitta, también analista, que viene a demostrar que la muerte de su hermano es en realidad un suicido causado por su madre, mientras Paula, asistente de la Señora Klein, presencia las discusiones entre estas dos expertas del psicoanálisis. Wright estructura su pieza para que se desarrolle a lo largo de una noche, planteando tres conflictos que se van resolviendo entre tanto se desenvuelve la trama: en primer lugar la necesidad que tiene Melitta de que su madre se entere de sus sospechas sobre la muerte de su hermano, lo que da lugar a la exigencia de comprobar si esta muerte fue un suicidio o no. Estos conflictos se incluyen en uno mayor que es el constante enfrentamiento entre madre e hija, no solo por los problemas que han tenido en su vida sino también por el hecho de compartir las misma profesión. El montaje dirigido por Orlando Arocha se presenta bien delineado en la puesta en escena, mostrando un dinamismo acorde con el comienzo de la acción y que va poco a poco asentándose para darle más importancia al enfrentamiento principal sustentado en la pericia del manejo de los conceptos e interpretaciones psicoanalíticas que hacen la Señora Klein y su hija. De esta manera pasamos del movimiento constante y obsesivo de madre e hija al estatismo que al principio posee la asistente y que invade a las demás para crear imágenes que reflejan la realidad de las relaciones entre los tres personajes. Arocha dirige hábilmente los desplazamientos de sus actrices que se apoyan en la ornamentada ambientación invadida de libros, plantas, mesas, sillones y lámparas; una excesiva decoración justificada por acompañar a los que podrían parecer excesivos, descarados alegatos y alardes de analista de la Señora Klein, el excesivo desprecio y necesidad de venganza de Melitta o la excesiva admiración de Paula. La ambientación cobra vida gracias al correcto trabajo de iluminación hecho por Carolina Puig que solo consideró necesario destacar unas pocas situaciones de los personajes, al igual que Raquel Ríos propone un vestuario acorde a la época de la historia usando gris y negro como colores primordiales. En el trabajo actoral, Diana Volpe conduce a cabalidad su interpretación de la Señora Klein que se presenta intranquila, abrumadora primero, irónica, atroz, cruel después; secundada por la pertinencia y determinación de Catherina Cardozo como Melitta. Verónica Cortez como Paula se muestra muy controlada casi siempre hasta lograr su mejor momento cuando descubre las causas de la muerte del hijo. Quizás no fue una buena función la que presencié debido a varias imprecisiones en la articulación del texto, aunque no tengo duda de la calidad integral del montaje.
Función: 3 de Febrero de 2008.

Un regreso doble

En la sala de teatro 1 del CELARG (Casa Rómulo Gallegos) en Altamira vuelve a escena el montaje de La quinta Dayana, ganador del Premio municipal de Teatro 2007 en dramaturgia, actriz principal y actriz de reparto. Esta pieza magníficamente escrita por Elio Palencia tiene por argumento la historia de Dayana, una venezolana transgénero residente en Canadá que junto a una amiga canadiense regresa al país para visitar la casa que compró para su familia, justo antes de someterse a la operación que la convertirá por completo en mujer. Aunque la trama despierta el interés por la condición emocional y sexual de Dayana, ésta se centra más en las relaciones familiares y no en la aceptación de ella que ya parece resignación, en especial por parte de la madre, además de la imposibilidad que muchas veces los venezolanos tienen de forjarse un futuro en el país sino son capaces de dejar de lado la desidia, el oportunismo, el egoísmo y el vivir al día sin pensar en su porvenir. La familia de Dayana tendrá que terminar de pagar la quinta que ella compró para su abuela, a quien llama maíta, debido a que va a costearse la operación que ha esperado desde hace años. En la quinta viven su mamá, su hermano y otros miembros que en vez de aportar para el beneficio de todos, crean problemas y son incapaces de salir de su holgazanería, lo que ocasiona el conflicto porque ella es juzgada aun cuando ha pagado las cuotas durante quince años. El texto de Palencia va de la comedia al drama por las situaciones que se suceden entre los personajes, destacando las escenas donde se usa el verso como medio de expresión que distancia al espectador de la pieza, lo que sirve para apreciar a aquellas que siguen de manera crítica y le da sentido a la lograda propuesta coral de los otros miembros familiares. Igualmente resalta la escena de discusión entre madre e hija por la contundencia de lo que se dice y el final que quizás confirma lo que el espectador pensó que ocurriría y que cierra la obra como un triunfo del esfuerzo y la consumación de los sueños. Elaiza Gil asume a Dayana con propiedad, justeza y sin distanciarse de su proposición vocal y corporal para el personaje, lo que le llevó a adjudicarse el premio antes nombrado. Francis Romero, también galardonada, demuestra su capacidad histriónica por el compromiso, fuerza y sinceridad con las que interpreta a la mamá de Dayana. Marisol Matheus como Maíta se presenta conmovedora y Mabe Hernandez como la amiga Katherine, pertinente. Henry Soto representa a Rey y Moche, hermano y primo respectivamente, logrando diferenciar a ambos. Las correctas caracterizaciones del coro de familiares dan el toque de hilaridad al montaje. A la cabeza, el director Gerardo Blanco con una larga trayectoria en el grupo Bagazos, mueve a sus actores con habilidad y sentido en una puesta en escena que equilibra el escenario o que ubica a éstos en sitios que funcionan para que prevalezca el significado del texto teatral. Un sencilla y simbólica escenografía apoyada en el colorido vestuario permite a los actores realizar su trabajo, aunque el inicio de esta segunda temporada ha sido un poco débil en el ritmo y en el rigor del decir del texto, aspectos que seguro serán remediados durante las presentaciones.
Función: 27 de Enero de 2008.

Los caballeros también sufren por el amor

En el Teatro Escena 8 de Las Mercedes se inició la temporada teatral del 2008 con una obra que está presentándose desde finales del año pasado: Club de caballeros del argentino Rafael Bruza. La pieza teatral relata la historia de cuatro amigos que comparten la profesión de visitadores médicos, así como también su fracaso en el amor. Rodríguez, Artemio, Berlanga y “El mudo” cuentan sus decepciones amorosas y se apoyan mutuamente para sobrellevar las penas de haber sido no correspondidos o abandonados por mujeres que han estado presentes a lo largo de sus vidas. Un serie de escenas en correcta progresión dramática se van sucediendo con ciertos elementos de originalidad en la creación del argumento, como la historia imaginaria de Berlanga, el personaje llamado “El mudo”, la escena de teñida del cabello y el desenlace. El montaje dirigido por Henry Colmenares se centra en el trabajo actoral con un escenario vacío en donde cuatro sillas sirven para recrear diferentes ambientes y momentos del desarrollo de la acción. El desplazamiento de los actores y búsqueda de equilibrio escénico luce impreciso y por momentos impuesto porque no existe una intención real de ubicar a los actores en el ambiente, junto a otros que obstruyen la visión de su compañeros hacia el público, todos errores atribuibles a la dirección. Lo anterior se suma a la ambigua propuesta de iluminación que no apoya a las situaciones de los personajes. En el ámbito de la actuación destacan Salomón Adames como Rodríguez y Eduardo Belandria como “El mudo”, el primero porque usa toda su capacidad corporal, facial y vocal para componer un personaje que va de un lado a otro en sus emociones, al principio de manera intencional y luego porque no puede escapar de esos extremos; mientras el segundo tiene un personaje que lo beneficia frente al público, pero al que da sentido en su interpretación silente acompañada de gestos e interjecciones que terminan por adquirir un peso importante cuando finalmente es capaz de expresarse con el lenguaje hablado. Vito Lonardo como Berlanga demuestra su impresionante capacidad de proyección vocal y se muestra sentimental y susceptible, sin embargo muchas de las intenciones y matices lucen planos e idénticos para distintas situaciones de la pieza, aspecto que pueden subsanarse. Por su parte, Ricardo Bianchi como Artemio se presenta desnivelado frente a sus compañeros y se observa forzado a sentir cuando lo que requiere el personajes es ser real y comprometido con sus sentimientos, en vez de mostrarse rígido en su cuerpo e impostado en su tono de voz. Los cuatro personajes van vestidos con trajes grises, propuesta interesante debido a que alude a la vida de cada uno de ellos y cómo se sienten frente al amor. El momento más emocionante del espectáculo se da al final cuando los cuatro actores bailan un tango sin miedo al ridículo propio de reconocerse enamorado y que podría remontarse al origen de esta música cuando los hombres argentinos en los locales de clase baja disfrutaban de una danza propia de la masculinidad que luego adquirió carácter sensual y termino por relacionarse con parejas formadas por hombres y mujeres. Un montaje que enfrenta al teatro de temas femeninos sobre el amor.
Función: 20 de Enero de 2008.

La pasión por el teatro

El Teatro del Duende con el apoyo de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) presentaron en la Sala Experimental del CELARG un espectáculo muy particular denominado Encuentro con Francis Rueda, en el que esta destacada actriz venezolana se pasea por su trayectoria teatral con algunos de los diversos personajes que ha interpretado. Como un ejercicio didáctico que habla del oficio del actor y la forma de asumir la creación de personajes, Rueda reflexiona sobre su profesión y va interpretado pequeños textos de ocho personajes de igual número de espectáculos de todos los que ha asumido a lo largo de su vida. El fatídico destino de Lucrecia de la obra homónima escrita por Gilberto Pinto, la prostituta Greta Garbo de Oficina Nº 1 de Miguel Otero Silva, la fuerza de Laurencia de Fuenteovejuna de Lope de Vega, la inocente picardía de Ramona de El rompimiento de Rafael Guinand, el ímpetu de Medea de la versión de las piezas del mismo nombre de Anouilh y Eurípides, la divertida canción de Clitemnestra de La cátedra del humor compuesta por Carlos Moréan, el patético y sentimental Clov de Final de partida de Beckett y la malhablada Brusca de Lo que dejó la tempestad de César Rengifo se nos aparecen por momentos en la interpretación de Rueda con su voz y cuerpo prestados a estos fantasmas que adquieren vida gracias a ella. Los escasos minutos en que se aparecen los personajes dejan al público con ganas de más, mientras la actriz vuelve a nosotros para hablar del trabajo de ser otro. Este encuentro es dirigido por Gilberto Pinto quien guía sabiamente a la actriz entre el hecho de revelarse en su profesión y de asumir diversos roles sobre el escenario. Con una puesta en escena sencilla donde un baúl en el centro al escenario, alrededor del cual se desarrolla la acción, sirve de elemento escenográfico y se convierte en mesa, silla, cama y dentro de él van apareciendo vestuarios, pelucas, zapatos que aprovecha la actriz como estímulos para concentrarse y presentarle a público los ocho personajes. Cada vestuario sugiere de lleno la manera e intención de cada personalidad que debe asumir y Francis Rueda se vale de ellos, de su capacidad interpretativa y de su experiencia en los escenarios para diferenciar cada una, descubriendo detrás de ésta la necesidad de vivir otra vidas, sentir otras emociones como ella dice y que son dos de las causas que impulsan a dedicarse a la actuación. La sencilla producción del Teatro del Duende, uno de los grupos más antiguos de la escena venezolana, cuenta con la sugestiva iluminación de David Blanco para crear los distintos ambientes de cada personaje asumido. Por otro lado la CNT ha dado su apoyo para esta pequeña temporada en reconocimiento a quien durante diez años trabajó en sus filas cuando se creó la misma. Es importante destacar que la Sala Experimental no ha sido un lugar idóneo para presentar este montaje porque se queda corta en su capacidad (aunado a la gratuidad del acceso) y porque aquellos que nos sentamos en la última fila no disfrutamos a cabalidad de todos los personajes, en especial cuando fue necesario que se empleara el piso como parte de la interpretación. La profesión de una actriz se manifestó dando vida a varios fantasmas con el propósito de ser otra.
Función: 12 de Enero de 2008.