Visión y pasión teatral (II de II)

Culminó la octava edición del Festival Teatral de Autor (Festea) dedicada a la dramaturgia de Javier Moreno, Elio Palencia y Paul Williams. Pathmon producciones, como ente organizador, realizó talleres, charlas, foros críticos y, en especial, facilitó la presencia de grupos de jóvenes teatreros.

Barón Rampante de México realizó el montaje de Penitentes de Palencia, dirigido por Jean Paul Carstensen. A partir de la recreación de la muerte de un sacerdote en un hotel de Caracas, la propuesta deja de lado el realismo del texto para evidenciar el trasfondo homosexual a través del simbolismo del vestuario conformado por unas pesadas faldas y de la expresividad corporal con la que se desplazan los actores. Sobreponiéndose a la falta de un actor que no pudo entrar al país por problemas burocráticos, Rodrigo Canchola y el mismo Carstensen manejaron cabalmente sus intenciones con el apoyo del venezolano Delbis Cardona, aunque el ritmo tuvo altibajos.

También de México, Imaginartes presentó Coloquio de hipócritas de Williams con diseño de escenografía, vestuario, actuaciones y dirección de Rodrigo Canchola y Sotero Castrejón. Dos amigos, enamorados de la misma mujer, se mienten mutuamente para herirse y sobrellevar la traición. El trabajo posee tres niveles que conforman un espectáculo redondo: una interpretación cargada de farsa y rompimientos que acentúan el texto, una planta de movimientos donde hacen gala de lo corporal y deshacen la vinculación texto – gesto, y una ambientación onírica que se complementa con el vestuario de toques infantiles.

Lafratta Teatro de Maracay trajo Las tijeras de Williams con producción de Firelley Fernández y apropiada dirección de Hans Velásquez. Las actuaciones de Daifra Blanco y Daniel Vásquez ofrecen la veracidad e intensidad necesarias como la pareja de esposos que pretende comunicarse para escapar del tedio, aunque establecen un juego de víctima y victimario en sus conversaciones fragmentadas.

De las agrupaciones invitadas, destacó Jóvenes Actores de Vargas con El cáliz amargo de una santera de Jan Thomas Mora, dirigida por Maigualida Gamero. El catolicismo y el espiritismo chocan en las figuras de dos hermanos. Con un texto que presenta un conflicto claro pero carente de acción teatral, la sugerente ambientación expresionista adquiere significado gracias a las comprometidas actuaciones de Marytere Buitrago, Carlos del Castillo y Javier De Vita.

La siguiente edición del festival estará dedicada al llamado “teatro del absurdo” en la que se rendirá homenaje al francés Jean Genet, el rumano Eugene Ionesco y el inglés Harold Pinter.

Funciones: 1, 2, 4 y 6 de Agosto de 2011

Visión y pasión teatral (I de II)

La octava edición del Festival Teatral de Autor (Festea), organizada por Pathmon producciones, se celebró en el Teatro Alberto de Paz y Mateos como sede principal. Este encuentro de carácter anual se realizó una vez más para que agrupaciones de jóvenes creadores exhiban sus trabajos. Con el nombre de “Dramaturgia venezolana en acción: Tres visiones, una pasión”, el festival estuvo dedicado a Javier Moreno, Elio Palencia y Paul Williams.

Para la inauguración, Pathmon presentó Combatientes del español Antonio Hernández Centeno con dirección de Maigualida Gamero. Con un texto reiterativo y sin una premisa clara sobre la psicología militarista y los excesos de la guerra, la puesta en escena debe dejar de lado el realismo para hacer énfasis en el simbolismo que se propuso en la escena inicial y que daría mayor contundencia a las siguientes. Las actuaciones de José Gregorio Franquiz y Carlos Alberto Sánchez requieren mayor fuerza, mientras que Yohana Bello debe diferenciar sus tres personajes.

El grupo Arte latente llevó a escena Invasión de Paul Williams, producida por Zenahit Contreras y dirigida por Dionys Fuentes. En el futuro, una pareja de esposos de clase alta, apoderados por la pasividad que produce la tecnología, se da cuenta que los androides que hacen las tareas de la casa deciden rebelarse. Con una ambientación sencilla y una apropiada selección musical, la dirección debe subrayar la tensión creciente que plantea el texto. En las actuaciones, Marlon Hernández se percibe muy pasivo, Ana Márquez es más pertinente pero puede cuidar su corporalidad y Carlos Calderón como los androides maneja excepcionalmente su cuerpo.

También de Williams, Sobretablas de Venezuela representó Cuatro locos de este mundo con dirección de Jennifer Morales. Cuatro seres humanos pretenden comprobar que no están locos pero sus acciones y el mundo que los rodea demuestran lo contrario. Uno de los textos más contundentes del festival, se convirtió en el espectáculo mejor logrado. La adecuada estética expresionista que se refleja en la ambientación, el vestuario y la iluminación; se complementa con el encomiable trabajo actoral de Paola Baroferre, Yuri Pita, Zammy Jiménez y la misma Morales.

El Teatro de la Penumbra montó Muchinga, escrita y dirigida por Javier Moreno. Una serie de enredos amorosos tienen lugar en La guaira durante 1915. Con una puesta en escena que parte del espacio vacío, el texto, cargado de recursos literarios, no se comprende porque la interpretación actoral no ofrece los matices necesarios.

En definitiva, fueron cuatro trabajos disímiles para el comienzo del festival.

Funciones: 25, 26, 27 y 28 de Julio de 2011

Intolerancia religiosa

En la sala de conciertos de Unearte, el grupo La silla rodante presentó El insólito y verídico caso de la peluca del fraile, escrita y dirigida por Carlos Sánchez Delgado. En la Caracas de finales del Siglo XVIII, un fraile decide usar peluca para ocultar la calvicie por la que ha sido objeto de burla dentro de su congregación. A partir de este peculiar acontecimiento real, el autor refleja cómo la intolerancia y el deseo de libertad individual no es algo contemporáneo.

La recreación de la historia del padre Josef Hidalgo presenta el conflicto inicial que aumenta con el paso del tiempo hasta convertirse en un suceso de importancia para el poder ejecutivo y el entorno social de Caracas. La escogencia de los momentos claves y un uso correcto de la progresión dramática conforman una pieza bien escrita.

Al contrario de lo anterior, la resolución estética del montaje es muy pobre. No hay correspondencia entre el sentido simbólico del dispositivo escénico con el uso deslucido de unas mesitas y algunos elementos reales como pan. No se comprende si el vestuario es de época o contemporáneo porque algunos personajes usan una especie de hábito y otros trajes, además que la realización de los hábitos está muy mal resuelta. La música religiosa es lo único idóneo.

En las actuaciones, se destaca el trabajo de Abraham Veronese como Fray Rodríguez, contraparte del padre Josef, porque ofrece la fuerza necesaria. De igual manera, Carlos del Castillo debido al manejo corporal y vocal que ofrece como El gobernador. El mismo Carlos Sánchez Delgado asume el rol protagonista en el que logra varios momentos de profunda franqueza, aunque debe controlar la exageración de los gestos porque convierten el drama que vive el padre en una comedia.

Por otro lado, José Luis Gámez como El maestro y Joel Herrera como El novicio son cabales en sus roles. No así, Eduardo Carrero que se percibe forzado como Fray Ibarra, pero pertinente como El obispo. Francisco Niño como El lego y Somar Toro como El custodio pueden ofrecer variedad de matices dentro de su burla constante, mientras que Nill Quijano tuvo la responsabilidad de interpretar a Fray de la Peña por causas de fuerza mayor sin lograr el ritmo necesario porque necesitaba leer para expresar sus textos.

Los problemas estéticos del montaje demuestran una vez más algo común en el panorama teatral venezolano: los dramaturgos deben llevar a escena sus piezas porque pocas agrupaciones del país se interesan por ellas. Esto no quiere decir que el autor de una obra no pueda realizar un trabajo digno con su creación, pero otro director podría ofrecer una lectura más amplia de lo que se plantea.

Función: 30 de Julio de 2011

La voz de Cabrujas

Cultura Chacao rinde homenaje al escritor y director José Ignacio Cabrujas con el espectáculo Cabrujas: la voz que resuena, creado a partir de una idea original y del guión escrito por Yoyiana Ahumada con producción general de Iván Oropeza y dirección de Francisco Salazar. Con el aniversario número 444 de Caracas como marco, esta institución adscrita a la Alcaldía del Municipio Chacao pretende reconstruir la memoria y rescatar del olvido a este venezolano.

A lo largo de cuatro estaciones, el público puede apreciar una recreación del nacimiento de Cabrujas en forma de radio novela, una presentación audiovisual de su manera de concebir la telenovela, una muestra de su pasión por la ópera con su trayectoria como complemento y, por último, la escenificación de fragmentos de sus piezas teatrales: Venezuela barata y Profundo.

El trabajo tiene el espíritu del “performance” por el aprovechamiento del espacio y la distribución del público, sin embargo deja de lado el carácter improvisado de esta forma escénica. El guión y la dirección ofrecen una estructura sencilla pero efectiva para abarcar diversas facetas de la vida de Cabrujas.

En la primera estación llamada “El hijo pródigo de Catia”, el estilo primitivo de la radio novela me traslada a una época de relaciones humanas más simples. El espectáculo radiofónico se complementa con la labor cabal de las actrices: Norma Monasterios, Ana González y María José Mata.

La segunda estación es “La telenovela, el espectáculo del sentimiento”, un documental que revela la concepción que Cabrujas tenía del género más famoso de Latinoamérica. Con la adecuada presentación de Norma Monasterios y Domingo Balducci, veo con nostalgia imágenes del escritor y de sus creaciones televisivas con opiniones que se vuelven hilarantes porque reflejan una forma particular de criticar a la “novela rosa” que, a mi juicio, sigue menospreciando la inteligencia de los televidentes en la actualidad.

El mismo Balducci es el guía para “Dos entradas para Tosca”, la tercera estación. La lectura en off de una carta por parte de Isabel Palacios y la música operática se integran frente a un gran mural que resume la trayectoria de Cabrujas.

Finalmente, el teatro hace su aparición en la última estación. Los fragmentos de las dos piezas que se exhiben vuelven a demostrar la vigencia y capacidad visionaria del creador, gracias a las acertadas interpretaciones de Ana González, María José Mata, Norma Monasterios, Ángel Chávez, César Augusto Roa y Steve Rosas.

Para apreciar esa voz que resuena, hay que acercarse al espacio que lleva el mismo nombre de homenajeado: la Sala Cabrujas.

Función: 22 de Julio de 2011