En el Teatro Escena 8 de Las Mercedes se inició la temporada teatral del 2008 con una obra que está presentándose desde finales del año pasado: Club de caballeros del argentino Rafael Bruza. La pieza teatral relata la historia de cuatro amigos que comparten la profesión de visitadores médicos, así como también su fracaso en el amor. Rodríguez, Artemio, Berlanga y “El mudo” cuentan sus decepciones amorosas y se apoyan mutuamente para sobrellevar las penas de haber sido no correspondidos o abandonados por mujeres que han estado presentes a lo largo de sus vidas. Un serie de escenas en correcta progresión dramática se van sucediendo con ciertos elementos de originalidad en la creación del argumento, como la historia imaginaria de Berlanga, el personaje llamado “El mudo”, la escena de teñida del cabello y el desenlace. El montaje dirigido por Henry Colmenares se centra en el trabajo actoral con un escenario vacío en donde cuatro sillas sirven para recrear diferentes ambientes y momentos del desarrollo de la acción. El desplazamiento de los actores y búsqueda de equilibrio escénico luce impreciso y por momentos impuesto porque no existe una intención real de ubicar a los actores en el ambiente, junto a otros que obstruyen la visión de su compañeros hacia el público, todos errores atribuibles a la dirección. Lo anterior se suma a la ambigua propuesta de iluminación que no apoya a las situaciones de los personajes. En el ámbito de la actuación destacan Salomón Adames como Rodríguez y Eduardo Belandria como “El mudo”, el primero porque usa toda su capacidad corporal, facial y vocal para componer un personaje que va de un lado a otro en sus emociones, al principio de manera intencional y luego porque no puede escapar de esos extremos; mientras el segundo tiene un personaje que lo beneficia frente al público, pero al que da sentido en su interpretación silente acompañada de gestos e interjecciones que terminan por adquirir un peso importante cuando finalmente es capaz de expresarse con el lenguaje hablado. Vito Lonardo como Berlanga demuestra su impresionante capacidad de proyección vocal y se muestra sentimental y susceptible, sin embargo muchas de las intenciones y matices lucen planos e idénticos para distintas situaciones de la pieza, aspecto que pueden subsanarse. Por su parte, Ricardo Bianchi como Artemio se presenta desnivelado frente a sus compañeros y se observa forzado a sentir cuando lo que requiere el personajes es ser real y comprometido con sus sentimientos, en vez de mostrarse rígido en su cuerpo e impostado en su tono de voz. Los cuatro personajes van vestidos con trajes grises, propuesta interesante debido a que alude a la vida de cada uno de ellos y cómo se sienten frente al amor. El momento más emocionante del espectáculo se da al final cuando los cuatro actores bailan un tango sin miedo al ridículo propio de reconocerse enamorado y que podría remontarse al origen de esta música cuando los hombres argentinos en los locales de clase baja disfrutaban de una danza propia de la masculinidad que luego adquirió carácter sensual y termino por relacionarse con parejas formadas por hombres y mujeres. Un montaje que enfrenta al teatro de temas femeninos sobre el amor.
Función: 20 de Enero de 2008.
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