Juventud, violencia y lágrimas

La Fundación Rajatabla presenta Cuando quiero llorar no lloro, adaptación de la novela homónima de Miguel Otero Silva, en la Sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas. La historia de los tres Victorinos: uno de clase baja, otro de clase media y el último de clase alta, es adaptada y dirigida por José Domínguez con muchos altibajos. La propuesta de llevar a escena esta novela crea personajes que narran los sucesos y se desvían de la ineludible demanda de acción teatral que requiere. Parece más adecuado que la trama se concentre en la acontecimientos de la vida de cada uno de los protagonistas y así lograr la teatralidad a través de las acciones y no de las palabras, no obstante se comprende la importancia que posee el manejo del lenguaje en la novela y el humor que surge durante la representación lo corrobora.
En el trabajo actoral, Abilio Torres como Victorino Pérez, el joven pobre condenado a ser delincuente, logra la interpretación más convincente en todos los aspectos. Gabriel Agüero como Victorino Perdomo, el estudiante comunista de sociología que cree en la violencia para lograr un cambio, expresa sus textos de manera plana sin la variedad de matices necesaria. Elvis Chaveinte como Victorino Peralta, el chico acostumbrado a recibir todo y que disfruta de la violencia gratuita, ofrece un trabajo adecuado sin una búsqueda psicológica de las motivaciones del personaje. Por la estructura de la novela, es poco factible que, además de los Victorinos, algún otro personaje tenga mayor peso escénico y pueda desarrollarse actoralmente. En este caso, el manejo correcto de la proyección vocal, las inflexiones y la expresividad corporal garantizarían que cada pequeño rol no pase por debajo de la mesa en cada segmento, lo que se puede apreciar en las actuaciones de Francisco Alfaro, Rolando Giménez, Rossana Hernández y Demis Gutierrez. El resto del elenco que posee experiencia cumple en mayor o menor grado, mientras que los integrantes y ex integrantes de los diferentes niveles del Taller Nacional de Teatro, programa de formación actoral de Rajatabla, tratan de que sus textos sean comprendidos y escuchados con mayor impostación vocal que otra cosa.
La escenografía diseñada por Armando Zullo está constituida por tres grandes tarimas movibles que son desplazadas constantemente para simbolizar los distintos espacios de la acción según la manera en que éstas se disponen, sin embargo se presenta muy plana en su cromatismo y el recurso tiende a agotarse cuando disminuye el ritmo escénico sin demostrar una verdadera justificación. Las coreografías de Rolando Giménez complementan algunas escenas, pero en general se alargan innecesariamente, al igual que la música original de Jerry Maneiro que tiende a romper en ciertos momentos la época.
La excelente novela de Miguel Otero Silva todavía tiene mucho que decir al país, aunque la adaptación teatral se queda a medio camino entre la acción, la narración y el homenaje. Cada vez se hace más pertinente decir: “El país no ha cambiado nada”, frase trillada pero que representa cabalmente lo que varios de nosotros sentimos cuando leemos una novela como ésta o vemos este montaje sin percatarnos de los casi 40 años que nos separan desde su primera edición.
Función: 20 de mayo de 2009

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