Felices por pocos días

Hace algunas semanas concluyó la temporada de Los días felices de Samuel Beckett, llevada a escena por LKS Producciones y dirigida por Humberto Ortiz. Presentada en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural, la obra continúa con la labor de apertura que este lugar le ha dado a propuestas distintas de aquellas que se presentan en su sala principal, con textos más profundos y actores desligados de la televisión. En el primer acto de esta pieza, una mujer llamada Winnie se encuentra inmovilizada en la parte inferior de su cuerpo y desarrolla todo un palabrerío que recae sobre su esposo Willy, a quien le reclama constantemente mientras manipula sistemáticamente varios objetos con el fin de llenar su vacío y buscar la felicidad. Para el segundo acto, solo se observa que la cabeza Winnie está libre, Willy se muestra menos sumiso del yugo de su esposa y desea liberarse completamente pero aun no puede, mientras ella continúa en su afán de ser feliz. La dirección de Ortiz, como muy bien aclara en el programa de mano, buscó decodificar el texto y las acotaciones con que el autor va delineando a los personajes. Esto lo logra de manera excepcional porque la interpretación de Haydée Faverola como Winnie permite presenciar como se construye un personaje a partir de lo que dice, cómo divide las intenciones en cada una de las frases que expresa para comprender lo que el autor contiene en lo que escribió. Debajo de la felicidad que Winnie pregona, se encuentra una profunda decepción por la vida que ha llevado y que trata de esconder detrás de las acciones que realiza. Por eso, cuando ya no puede moverse, trata de justificarse pero no convence y la voz, matiz e intensidad de la actuación de Faverola son muy pertinentes. El trabajo actoral para Willy es más complicado porque a través de interjecciones, gestos y algunos textos sueltos que reflejan las incomunicación entre los esposos es que se compone el personaje, no obstante Marco Villarubia asume este reto y lo desempeña admirablemente. Es preciso destacar que el montaje alcanza armonía estética debido al diseño de escenografía, vestuario e iluminación de Fernando Calzadilla que le da una acertada ambientación contemporánea a la obra en la que destaca el uso de figuras geométricas para el dispositivo escénico con un trapecio para el gran mesón que inmoviliza a Winnie y un gran triángulo decorado con varillas sonoras que esconden y encierran a Willy. Por otro lado, es importante que se acondicione mejor esta sala, debido a que los espectadores que se sientan después de la tercera fila no pueden apreciar cabalmente lo que sucede en primer plano, como sucedió con los movimientos de Willy en el primer acto. Se entiende el carácter experimental y multifuncional, como se ha visto en otras oportunidades cuando ubican al público rodeando el espacio escénico, sin embargo el uso de una pequeña gradería o una distribución que no obstaculice la visión beneficia a los espectadores que cancelan el mismo precio de la entrada, así se sienten de primeros o de últimos. A lo largo del año, Beckett ha interesado a varios grupos de teatro del país, lo que hace pensar que su teatro todavía tiene vigencia y que sus planteamientos sigue diciendo cosas al público en la actualidad.
Función: 22 de Agosto de 2008

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