En la Sala Experimental del Centro Cultural BOD, la agrupación Catarca producciones, con el apoyo del Grupo actoral 80, presenta Necro-lógica, texto de Nathalia Paolini y dirección de Ana Alicia Pérez.
Una mujer llega a la morgue para anunciar su muerte. Con buen venezolano, el empleado que la recibe toma el anuncio como una broma, sin embargo las razones que ella va esgrimiendo logra que ambos establezcan una conexión. En clave de humor negro, Paolini logra una pieza con buena ilación que conecta al espectador con ciertos aspectos de la realidad venezolana. La protagonista desea que su muerte sea efectiva porque ella debe decidir cuándo y cómo debe morir dentro de una sociedad donde el homicidio se ha hecho costumbre y aparece sin previo aviso. Su visión en torno a la realidad del país es pesimista, aunque las razones del personaje femenino son internas: la soledad que siente la hace actuar de una manera poco convencional. En cambio, el trabajador de la morgue es el optimista por naturaleza.
La dirección propone una acertada estética realista con una escenografía enfocada en reflejar la oficina de la morgue donde ambos personajes coinciden. Este espacio se aprovecha de forma pertinente en el desarrollo de la acción. Asimismo, el vestuario es apropiado para delinear cada rol y la iluminación sencilla pero precisa para acentuar varios momentos donde los personajes logran conectarse.
En las actuaciones, Stephania Nevado alcanza una interpretación franca e intensa como la mujer. Estoy seguro que con el avance de las funciones irá decantando más las tres situaciones emocionales por las que transita el personaje: el pesimismo de la mujer que se considera muerta, el éxtasis de locura que le produce el ambiente que la rodea y la conexión que establece con el empleado. Javier Figuera Gago se percibe locuaz y real como el empleado. Captura la esencia del venezolano que ve algo bueno en toda situación adversa.
En fin, un trabajo bien conducido e interpretado que enfrenta al público acerca del pesimismo social y personal en tono de comedia. Los espectadores se divierten con el tono irónico con que se maneja que alguien decida asumir su muerte. Entonces, cabe preguntarse, ¿cuál es la lógica de la muerte en la Venezuela actual? Parece ser la sinrazón, porque no encuentro razones para el asesinato semanal de múltiples venezolanos, al igual que no las encuentro para justificar la pésima actuación de las autoridades en, por lo menos, intentar resolver esta situación. ¿Será preferible tomar la decisión de la protagonista y decidir cuándo y cómo morir antes que la violencia nos alcance?
Una mujer llega a la morgue para anunciar su muerte. Con buen venezolano, el empleado que la recibe toma el anuncio como una broma, sin embargo las razones que ella va esgrimiendo logra que ambos establezcan una conexión. En clave de humor negro, Paolini logra una pieza con buena ilación que conecta al espectador con ciertos aspectos de la realidad venezolana. La protagonista desea que su muerte sea efectiva porque ella debe decidir cuándo y cómo debe morir dentro de una sociedad donde el homicidio se ha hecho costumbre y aparece sin previo aviso. Su visión en torno a la realidad del país es pesimista, aunque las razones del personaje femenino son internas: la soledad que siente la hace actuar de una manera poco convencional. En cambio, el trabajador de la morgue es el optimista por naturaleza.
La dirección propone una acertada estética realista con una escenografía enfocada en reflejar la oficina de la morgue donde ambos personajes coinciden. Este espacio se aprovecha de forma pertinente en el desarrollo de la acción. Asimismo, el vestuario es apropiado para delinear cada rol y la iluminación sencilla pero precisa para acentuar varios momentos donde los personajes logran conectarse.
En las actuaciones, Stephania Nevado alcanza una interpretación franca e intensa como la mujer. Estoy seguro que con el avance de las funciones irá decantando más las tres situaciones emocionales por las que transita el personaje: el pesimismo de la mujer que se considera muerta, el éxtasis de locura que le produce el ambiente que la rodea y la conexión que establece con el empleado. Javier Figuera Gago se percibe locuaz y real como el empleado. Captura la esencia del venezolano que ve algo bueno en toda situación adversa.
En fin, un trabajo bien conducido e interpretado que enfrenta al público acerca del pesimismo social y personal en tono de comedia. Los espectadores se divierten con el tono irónico con que se maneja que alguien decida asumir su muerte. Entonces, cabe preguntarse, ¿cuál es la lógica de la muerte en la Venezuela actual? Parece ser la sinrazón, porque no encuentro razones para el asesinato semanal de múltiples venezolanos, al igual que no las encuentro para justificar la pésima actuación de las autoridades en, por lo menos, intentar resolver esta situación. ¿Será preferible tomar la decisión de la protagonista y decidir cuándo y cómo morir antes que la violencia nos alcance?
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