El XXIX Festival de Teatro de Occidente culmina con la presentación de un
abanico de propuestas que demuestran la pluralidad del evento.
Desde Argentina, la agrupación Solo por hoy montó Gadst, dramaturgia y dirección de Facundo Agrelo. A partir del
suceso cotidiano de un televisor que se daña, una pareja de esposos revela sus
carencias y deseos. La dirección propone el reordenamiento constante de los
elementos escénicos para resaltar cada situación que se desarrolla en la obra.
Una escena empieza, se desarrolla, se corta, se reordena el espacio y se cambia
la utilería para empezar la escena siguiente sin perder la carga emocional de
la anterior. Esto captura la atención del espectador y le da una atmósfera a
cada momento, sin perder la atmósfera mayor que ofrece la progresión dramática
del texto.
Las actuaciones de Mariana Cavalli y Enzo Ordeig ofrecen un manejo correcto
de las intenciones, la energía y la corporalidad. Cavalli emplea cabalmente la
intensidad y la sutileza cuando lo que requiere el personaje y Ordeig luce una
notable gestualidad que transmite el estado interior de su rol. Una revisión de
la cohesión con el vestuario terminaría por complementar este contundente
trabajo que sorprendió para bien a todos los asistentes a la función. ¡Bravo
por Solo por hoy!
Minimal teatro, de España, llevó a escena la versión de Alfonso Sastre de
la obra de Peter Weiss: Marat + Sade,
dirigida por Miguel Ponce. El deseo de libertad individual y sexual está
presente en un texto que teoriza sobre la revolución francesa pero que refleja
cualquier revolución que haya sucedido o suceda en el mundo.
El montaje tiene aires de trabajo en proceso porque todavía hay mucho que
ajustar. Se reconoce una planta de movimientos clara y que desplaza a los
actores de un lado a otro para armar la historia. La dirección emplea la
revelación de la teatralidad acompañada de la propuesta de utilizar solamente a
dos actores para interpretar todos los personajes de la obra. Los actores pasan de un personaje a otro con el uso de elementos básicos de
vestuario, además de aprovechar una utilería múltiple que rodea el escenario
para recrear las situaciones. Debe ajustarse la precisión en el uso y ubicación
de todos los elementos para que no retrase el ritmo.
En el plano interpretativo, los actores todavía no diferencian los
personajes. Se reconoce un disfrute en la representación, pero debe marcarse
más la energía de cada rol y el paso entre un rol y otro. Esto facilitaría que
el público reconozca los personajes que aparecen en escena. Federico Castillo
maneja una correcta corporalidad pero debe tomar en cuenta el trabajo vocal que
luce débil y Miguel Ponce tiene un correcto tono vocal y puede reforzar más la
expresión del cuerpo.
En definitiva, un montaje que le falta mucho por recorrer.
Después de una primera presentación problemática, Des acuerdo Teatro y Teatro
del Cronopio, de Ecuador, presentaron La
revuelta de l@s idiotas, creación dramatúrgica de Guido Navarro, Andrea
Moreno y Yasna Vivanco, con dirección de Guido Navarro. La obra propone una lectura de la feminidad a partir de la historia de dos
ángeles caídos que deben superar varias pruebas para intentar regresar al
cielo. El erotismo, la sexualidad, el machismo y la no violencia son temas que
se tratan en una obra donde se discute la relación con un ser supremo.
El montaje propone una invasión del escenario a través del cuerpo y
expresividad del actor. Cada escena tiene su sentido, una atmósfera particular
y se reconoce, no solo por el vestuario y el texto, sino por una forma
específica de gesticulación. La voz es un complemento de la energía que
irradia el cuerpo. El vestuario delinea
con pertinencia cada rol que asumen las actrices y se convierte en un símbolo
del significado real de cada situación que experimentan. De igual manera, el
fondo del escenario se integra al tema central de la propuesta.
Las actuaciones de Andrea Moreno y Yasna Vivanco demuestran un encomiable
uso de la corporalidad y logran veracidad dentro de la forma irreal que proponen
con su voz. Esto demuestra que la organicidad se logra a través de la veracidad
que se adquiere en vivir y sentir lo que se representa, independientemente de
lo falso que parezca.
Un trabajo que se agradece por todo lo que significa y por su franqueza.
Otra actividad que se realizó en el marco del festival fue el foro crítico.
Con la coordinación de Tomás Jurado Zabala, los críticos Carlos Herrera,
Alberto Ojeda y mi persona fuimos los encargados de conversar con la mayoría de
las agrupaciones para conocer el trasfondo del hecho escénico y ofrecer
opiniones acerca de la recepción de los espectáculos. Temas como la afluencia
del público, la necesidad del “dramaturgista”, la revisión de las estéticas y
las condiciones de producción surgieron para demostrar una vez más que el
teatro es algo vivo.
Esta edición queda para el recuerdo porque demuestra
el compromiso de sus organizadores. Nada detiene al teatro, a sus promotores y,
especialmente, a sus creadores. Por eso, el año que viene se cumplen 30 años de
un festival que continua en pro de las artes escénicas venezolanas.
Funciones: 19 de Noviembre de 2011, los tres montajes.
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