Especial "Festival de Teatro de Occidente 2011" - 3: La revuelta del público y una batalla robada

El tercer día de presentaciones en el Festival de Teatro de Occidente tuvo muchos altibajos.

La carpa “Cacao” fue lugar de una situación bochornosa. La presentación de La revuelta de los idiotas, co-producción de los grupos Des acuerdo Teatro y Teatro Cronopio de Ecuador, fue víctima de un público agresivo y desconocedor de hecho teatral. Esto me lleva a reflexionar sobre varios puntos.

Para comenzar, la carpa estuvo destinada en su mayoría a la exhibición de trabajos circenses en los primeros días del festival, por eso pienso que el público que ocasionó la situación esperaba ver algo con el mismo estilo. En segundo lugar, me encontré con una audiencia poco educada y que parece haber asistido con la única intención de sabotear la representación. Es lamentable que los habitantes del sector donde se encuentra la carpa no comprendan el valor que tiene el teatro, aunque sea como medio de entretenimiento. Por último, queda esperar que dichas agrupaciones se reconcilien con Venezuela y sus pobladores en otra presentación que les permita ofrecer su propuesta escénica.

En el ámbito del montaje, lo sucedido durante la función no permitió que me conectara con el trabajo, aunque vi en escena a dos actrices que hicieron lo imposible por controlar al público y que optaron por continuar a pesar de los inconvenientes. Esta decisión depuró a la audiencia e hizo que se quedaran en la platea aquellos interesados en ver la historia que se contaba. De lo poco con lo que pude conectarme, aprecié una propuesta en términos simbólicos donde se alcanza un nivel superior de expresividad corporal, el empleo de juegos coreográficos y el tránsito por diversas situaciones en la que se teorizaba sobre la conexión entre los seres humanos y un ser supremo.

El Instituto de Investigaciones para el Desarrollo del Arte en Venezuela (IIAVE) y su red de Teatro de los invisibles presentó: ¿Quién nos robó esa batalla?, de César Rengifo con dirección de Alberto Ravara. El texto pone en escena a varios veteranos de la Guerra de Independencia que se quejan por no haber podido participar en la Batalla de Ayacucho. Durante la celebración de la victoria, las premoniciones y los sueños se hacen presenten para indicar que, en un tiempo futuro, los habitantes de la república ya constituida han olvidado la gesta.

La puesta en escena cambia el sentido dramático original del texto y lo lleva hacia situaciones de comicidad. Esto es válido de hacerse con cualquier texto, sin embargo el marcado acento realista de la dramaturgia de Rengifo hace que la propuesta de IIAVE luzca forzada y sin correspondencia estética. Además, la forma de componer los personajes y de vestirlos no se vincula con la premisa de la obra, especialmente, en los roles de los Encopetados que se convierten en seres esperpénticos que parecen simbolizar la muerte.

Las actuaciones tienen diferentes niveles energéticos que no terminan de integrarse. Es necesario mantener un equilibrio entre las intervenciones del actor que lleve la acción en un momento determinado y las reacciones de los demás intérpretes. Esto es importante para que se comprenda el sentido del texto. Por eso, hay que controlar las interjecciones, gritos y evitar que se agreguen constantemente textos que no están escritos. El elenco posee buena energía en lo individual, mas no en lo grupal.

El festival continúa…

Funciones: 14 de Noviembre de 2011, ambos montajes.

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