Reglas sin excepciones

Alid Salazar y Federico Pacannis se han dado a la tarea de estimular a un grupo de jóvenes estudiantes para que se interesen por el arte teatral. Como consecuencia de esto, han venido presentando varios espectáculos en la Sala de Teatro 1 del CELARG. Tuve la oportunidad de apreciar La excepción y la regla de Bertolt Brecht, producción general de Salazar y Pacannis, dirección de la joven Daniela Benaim.
Como parte de las “piezas didácticas”, esta obra de Brecht pone en escena una visión de los opresores y los oprimidos. Un comerciante, un guía y una culí, encargada de llevar el equipaje, van camino a un lugar donde el comerciante podrá realizar el negocio de su vida. A lo largo del trayecto, el comerciante maltrata a sus subordinados, despide al guía y mata a la culí pensando que iba a agredirlo. La premisa de la pieza queda muy clara: la regla del mundo es el abuso, no hay excepciones. Aquellos que el mundo considera inferiores son abusados porque no son capaces de pensar y cualquier gesto de bondad es una amenaza para quienes detentan el poder.
La dirección maneja apropiadamente la revelación de la teatralidad que exige el texto. Con una presentadora denominada “la conciencia” y una “bufona” que interactúan con el público, además de carteles y anuncios que indican los sucesos y los lugares de la acción, logran el efecto de “distanciamiento” que Brecht planteó para el teatro: el público no debe identificarse con lo que presencia sobre el escenario, sino que debe distanciarse para poderlo observar de forma crítica, reflexionar y comprender el mensaje que se quiere transmitir. Los personajes aparecen por la platea, expresan sus inquietudes a “la conciencia”, interrumpen la música y se dirigen directamente a los espectadores obligándolos a ser partícipes de lo que ocurre. Los elementos escenográficos funcionan cabalmente para el desarrollo de la acción, al igual que el vestuario de Tata Helmund y el maquillaje y peinados de Andrea Ayala en los roles femeninos, en cambio en los roles masculinos falta la mezcla de texturas, símbolos y maquillaje que evidencian la teatralidad. Destaco la dirección musical de Jesús Rafael Pérez con la interpretación en escena de Alejandro Vogeler porque logran la atmósfera para la acción.
Las actuaciones se perciben francas por el grupo de intérpretes con Paola Narváez como La Conciencia, Gabriela Pineda como La Bufona, Maya González como La Culí y Eliú Ramos como El Comerciante a la cabeza, secundados por Jihan Ramírez como la Juez, Keana Lomazzi como La Tabernera y Tomás Marín como el Guía.
En fin, un montaje bien realizado por este grupo de jóvenes creadores.

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