En la Sala Cabrujas de Cultura Chacao, la agrupación Proyectos en ebullición presenta Las lágrimas se secan solas, producción de Gonzalo Irigoyen, texto y dirección de Alexis Márquez.
En un espacio desconocido, coinciden las almas de Amy Winehouse y Edith Piaf luego de la muerte de la primera. Winehouse no comprende la situación en la que se encuentra y Piaf se encarga de hacerla entender. Con esta idea original, el texto se propone sopesar el precio de la fama a través de la vida de sufrimiento que llevaron ambas artistas a pesar del éxito que tuvieron. Esta es la vinculación que el autor establece entre dos íconos que vivieron en tiempos y espacios diferentes. La idea de Piaf recibiendo a Winehouse y conduciendo su alma por los caminos desconocidos de la muerte es interesante, sin embargo el texto tiene algunas deficiencias. Podría revisarse la progresión dramática: una situación es causa de la anterior y el desarrollo del conflicto (la negativa de Winehouse de aceptar su destino) debe ir aumentando progresivamente. En este caso, la tensión y el conflicto se mantienen estáticos de principio a fin con la misma intensidad. El mayor logro está constituido por la sucesión de escenas que muestran momentos de la vida de Winehouse.
La dirección plantea un estilo simbolista con los elementos necesarios para desarrollar el argumento. Un espacio único con dos sillones, una alfombra y varias imágenes colgantes de las artistas sirven de escenografía. Un único atuendo refleja de manera perfecta la forma de vestir de cada una. Sin embargo, la debilidad del texto también se percibe en la forma en que se desarrollan las situaciones sobre el escenario: requiere que sean progresivas. Asimismo, el desplazamiento escénico podría ofrecer mayor precisión como símbolo de la puesta en escena. En su mayoría, las actrices deambulan, van de lado a lado o se ubican al mismo nivel para dialogar. La sucesión de escenas de Winehouse está mejor planteada. Destaco la propuesta de maquillaje de Albert Smith debido a que muestra de manera cabal una imagen muy cercana de las artistas.
En el trabajo actoral, Indira Figueroa como Amy logra conectarse con los estados emocionales del personaje hacia el final de la representación, sin embargo al principio se percibe tensa en su manejo corporal. La extrañeza que le produce al personaje desconocer lo que está sucediendo puede manejarse con mayor soltura. Por su parte, Mariangel Hernández como Edith propone una caracterización vocal y corporal más ajustada y mejor lograda, aunque podría jugar más con los matices del texto.
En fin, una idea original con algunas desavenencias.
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