En el Teatro San
Martin de Caracas, la agrupación Teatro Grado 38 presentó Anamnesis, producción artística de Marina Guedez, producción
general de Ramón Goliz y dirección de Gregorio Milano.
El texto está basado en la obra “Cenizas a las cenizas” del británico Harold Pinter, cuyo título alude a la frase que usa la Iglesia anglicana durante los funerales. La expresión se utiliza para indicar el final de todo. Por su parte, el nombre de la versión: “anamnesis” se refiere a traer al presente los recuerdos del pasado. Precisamente, la propuesta pone en escena a un hombre que presiona a una mujer para que relate sus memorias. La mujer trae al presente los recuerdos que la atormentan y le permitirán dejar atrás sus perturbaciones.
El texto está basado en la obra “Cenizas a las cenizas” del británico Harold Pinter, cuyo título alude a la frase que usa la Iglesia anglicana durante los funerales. La expresión se utiliza para indicar el final de todo. Por su parte, el nombre de la versión: “anamnesis” se refiere a traer al presente los recuerdos del pasado. Precisamente, la propuesta pone en escena a un hombre que presiona a una mujer para que relate sus memorias. La mujer trae al presente los recuerdos que la atormentan y le permitirán dejar atrás sus perturbaciones.
A primera vista, la situación es difícil de decodificar. Parece una sesión entre un psicólogo y su paciente que se convierte en la conversación entre un marido y su mujer. Aparecen símbolos reiterativos de las relaciones de género: la mujer sumisa, incapaz de establecer relaciones, que esconde algo y el hombre que se impone a la mujer, la presiona, la humilla hasta obtener lo que desea. El desarrollo dramático crea una situación de incertidumbre porque se perciben diversas emociones por las que pasa la mujer bajo la mirada constante del hombre hasta que revela su mayor perturbación: un hijo que fue arrancado de sus brazos.
La dirección logra una atmósfera de tensión con el manejo de la energía y el ritmo de la escena. Se nota el control impuesto a los personajes para crear este ambiente con la precisión en el desplazamiento del hombre por la escena y las emociones contenidas de la mujer sentada en un sillón. El diseño del espacio escénico, concepto del director, presenta una habitación con una mezcla de autores y estilos en el mobiliario y las pinturas que cuelgan sobre una pared en el fondo. Varias épocas parecen unirse en una sola, al igual que la mente fragmentada de la mujer debe acoplarse. De igual forma, el trabajo de iluminación del director y Gerónimo Reyes apoya la atmósfera creada y es utilizada correctamente para resaltar los momentos significativos de la representación con el uso de una luz más tenue. En este sentido, el vestuario es menos significante con respecto a los demás elementos.
Las actuaciones se plantean desde el punto de vista simbólico en correspondencia con la propuesta. Ramón Goliz como Devlin ofrece una interpretación correcta en el manejo del cuerpo y voz. Marina Guedez como Rebecca logra un trabajo excepcional para transmitir los diferentes estados emocionales del rol.
En fin, el montaje deja una sensación de inquietud en el espectador.
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