El país es como el cementerio del sur

La fundación Rajatabla continúa con la “Primera muestra de dramaturgia nacional en homenaje a Gilberto Pinto” llevando a escena: Los dioses del sur de Vicente Lira, dirigida por José Domínguez. El argumento presenta a Rodolfo Contreras y los obstáculos que debe superar para enterrar a su tía, una famosa actriz de telenovelas, en el caraqueño cementerio del sur. Todo se van complicando cada vez más debido a que aparecen varios personajes que imponen diversas exigencias y buscan obtener beneficios económicos. Estos curiosos personajes que manejan los entierros como una industria de la muerte son siempre parecidos o idénticos, de ahí que aparezcan hasta tres veces en escena siendo interpretados por un mismo actor o actriz sin que se diferencien en sus propósitos, aunque sí en su manera de lograrlos. Al mismo tiempo, dos mujeres de apellido Moira, con clara referencia a las diosas griegas del destino, observan con atención los sucesos pero no intervienen en las decisiones humanas, hasta que al final deciden acabar con todo cuando ya es imposible escapar del rumbo que tomaron los acontecimientos. Lira como dramaturgo toma varios elementos de la cultura venezolana para reflejar el oportunismo, la viveza y la burocracia que agobia al país, logrando estructurar cabalmente su pieza y cargarla de originalidad cuando representa situaciones que seguramente suceden en los cementerios del país o en uno tan particular como el del sur, llevando la tensión dramática hasta el límite con todo lo que debe pasar Rodolfo. El trabajo actoral está liderado por quienes deben interpretar tres personajes, como la fuerza e imponente capacidad interpretativa de Gerardo Luongo, el manejo de las intenciones y carácter de Dora Farías, la pertinencia de Demis Gutierrez y el sorprendente potencial que demuestra el joven Mayo Higuera. Las Moiras interpretadas por Pedro Pineda y Yurahy Castro, adquieren mayor peso gracias a como el primero conduce el personaje tanto en matiz como en autenticidad, en cambio todavía se siente que Castro está asumiendo un personaje hecho antes por otra actriz. Rafael Marrero como Rodolfo consigue acertados instantes de veracidad en la desesperación del personaje, aunque muchas veces se muestra engolado. La dirección de Domínguez resuelve escénicamente cada momento y distribuyen hábilmente a los actores por todo el espacio escénico, empleando todas sus posibilidades en cuanto a entradas y salidas para los personajes, además de orientar con sabiduría la interpretación. Lo anterior se logra por la excepcional propuesta escenográfica de Héctor Becerra que incluye una serie de imágenes dispuestas en paneles laterales, una gran entrada al fondo donde se observa la figura de cristo crucificado según Salvador Dalí y un dispositivo central movible que se convierte en tres espacios diferentes, empleando una escala cromática propia de los mausoleos. Asimismo es apropiada la presencia constante del color negro en el vestuario diseñado por Rufino Dorta, salvo el contraste necesario que hace en el protagonista, siendo el mayor acierto el vestir a las Moiras como mujeres enlutadas y con trajes de baño al estilo antiguo. Buen montaje de la primera pieza escogida por concurso para esta muestra.
Función: 24 de Mayo de 2008

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