Hace algunas semanas y en el marco del Festival de la Francofonía, se presentó en nuestro país un montaje dirigido por el reconocido director inglés Peter Brook. Con la Sala de Teatro 1 del Celarg totalmente llena, pude disfrutar de una de las cuatro funciones de Sizwe Banzi está muerto, la pieza escrita por tres surafricanos y producida por Theatre des Bouffes de Nord. El argumento central trata de Sizwe Banzi, un hombre que tiene problemas con el pasaporte que debían usar aquellos que vivían en el campo para trabajar en la ciudad durante la época de apartheid en Suráfrica. Una noche, él y Bantú, quien se ha ofrecido a ayudarlo, encuentran a un hombre muerto y roban su pasaporte. Asumir la identidad del muerto, entonces, se convertirá en la oportunidad esperada por Sizwe para lograr lo que quiere. Esta historia es en realidad la segunda parte de la obra, pues los autores ofrecen al principio un largo prólogo en el que Styles, un trabajador de una constructora multinacional de automóviles, relata la preparación y limpieza que hacen en espera de la visita del presidente de la empresa, sin embargo, decide seguir su verdadero sueño y se convierte en fotógrafo. Styles coincide con Sizwe que va a tomarse fotos nuevas para su pasaporte y se hace llamar Robert, como el hombre muerto. La estructura de la pieza permite situar al espectador en la situación de Suráfrica, de ahí el prólogo que indica como los verdaderos dueños de una multinacional no se interesan en aquellos que trabajan para ellos, además de la discriminación presente durante el apartheid, cuando la población de piel negra, que es mayoría en ese país, debía portar una identificación que le restringía sus derechos. Brook corrobora por qué es un gran director al crear una puesta en escena sencilla pero contundente: concentra la energía del espectáculo en sus actores que emplean la mímica, el gag y la caracterización corporal para darle al montaje un toque de comedia constante frente al drama de perder la identidad. Con pocos elementos escenográficos como cartones, bolsas y cuadrados rodantes construidos con tubos de metal, el público imagina puertas, calles, salones, máquinas mientras los actores emplean estos materiales. Habib Dembelé demuestra una impresionante capacidad interpretativa y una lograda expresividad corporal al asumir más de una decena de personajes que aparecen en escena por segundos. Uno de ellos es el hilarante trabajador y fotógrafo del prólogo, papel que alterna durante unos momentos en los que caracteriza a toda una familia que viene a tomarse una foto, para luego convertirse en Bantú, aquel que recomienda y entrena a Sizwe cuando pretende tomar la identidad del muerto. Sizwe es interpretado por Pitcho Wonba Konga, que se vale de su altura y robustez para transmitir con franqueza la situación desesperada en que se encuentra el personaje y su necesidad de aprovecharse de otra identidad para encontrar el trabajo que le permitirá mantener a su familia. En definitiva, un excelente trabajo que permite acercar al público y a los hacedores de teatro del país con otras propuestas escénicas, tomando en cuenta que no se realizará el Festival Internacional de Teatro planificado para este año.
Función: 13 de Marzo de 2008
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