A partir de textos de ocho autores, Giovanni Reali creó el espectáculo denominado: En compañía, en el que un actor y una actriz se pasean por distintas etapas de la relación de pareja. La Sala Experimental del Celarg en Altamira sirve como espacio para presenciar este montaje conformado por un prólogo y seis escenas entrelazadas con textos de Isadora Aguirre y Samuel Beckett que van desde la incomunicación propia de la dramaturgia de Elizabeth Schön, el crudo realismo de Jan de Hartog, la ironía de Silveira Sampaio, las ilógicas situaciones de Darío Fo, el acentuado romanticismo del mismo Reali que inicia y culmina la obra, hasta el acertado epílogo de Jorge Luis Borges. Al igual que el sentido de cada una de las cosas que los actores expresan en cada parte, el público va experimentando las emociones de los diferentes estados que suceden cuando se establece una relación amorosa entre dos seres humanos. Para empezar, el recuerdo de un momento en el que se fue feliz, luego comienza el argumento como tal de cómo sería conseguir esa felicidad, la necesidad de sentirse enamorado y encontrar a alguien que comparta nuestros intereses, posteriormente el compromiso matrimonial y la llegada de los hijos, más tarde aparecen los problemas, la infidelidad, la necesidad de escapar de la rutina, hasta que finalmente se cae en cuenta de que aquel que siempre te ha acompañado toda la vida es quien vale la pena y quien quiere como se debe querer. De esta manera, Roberta Zanchi y Antonio Urdaneta conducen al público con sus interpretaciones desde la juventud hasta la madurez de una pareja. Ella se convierte primero en la indecisa joven que quiere relacionarse pero tiene miedo, pasa a ser la esposa que cree en el amor, luego en la mujer agobiada por un marido infiel aunque todavía cree en que su matrimonio puede funcionar y al final siente que ha vivido con la necesidad de saber que ha sido amada. Logra manejar un marcado acento italiano que podría complicar el entendimiento del texto, presentando diversos matices en cada escena, no obstante ese acento la limita a la hora de asumir posteriormente otros personajes. Él pasa de su necesidad juvenil de establecer una relación a ser un esposo comprometido con su rol, que luego deja a un lado porque cree que con la infidelidad huirá de la rutina y finalmente cae en cuenta de que aquella que siempre estuvo ahí es la que vale. Con mucha energía delinea el personaje, mantiene el ritmo en su interpretación, sin embargo esto hace que muchas veces emplee una misma manera de matizar lo que dice. Ambos personajes se mueven alrededor de un baúl, símbolo de los recuerdos acumulados, que se constituye en un sencillo y funcional dispositivo escenográfico. Este objeto se abre entre una escena y otra para que cada actor tome varios elementos de vestuario que lo ubiquen en una nueva etapa de la relación. Reali sigue buscando una estética como director y la consigue al centrar la acción en la interpretación, con una puesta en escena limpia y precisa que entiende el hecho teatral a partir del actor, de su cuerpo, donde los elementos escenográficos o de vestuario le sirven para reinterpretar los textos que escogió, aunque algunos de ellos sean más narrativos que teatrales.
Función: 13 de Abril de 2008
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