Un retrato de las condiciones del teatro venezolano en la era chavista

Después de la toma de posesión de Hugo Chávez a raíz del triunfo en las elecciones presidenciales de 1998, se dio inicio a una transformación del sistema político venezolano mediante la instauración de un nuevo marco institucional. Entre los cambios ocurridos, estuvo la adopción de una nueva constitución que en el capítulo dedicado a los derechos culturales y educativos considera que “la creación cultural es libre.” Veamos si se han dado las condiciones para la libertad de la creación teatral en esta era.

Durante los primeros años de la, entonces, nueva presidencia, el sector teatral se vio afectado por la creación del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes que conllevó una restructuración de las escuetas políticas culturales y, por ende, del presupuesto. Al pasar los años, la integración de las tres áreas no fue satisfactoria, por lo que hubo un replanteamiento con la separación de Deportes. Luego, el Ministerio de Educación y Cultura se dividió hasta volver a un esquema anterior. El naciente Ministerio de Cultura pasó a agregar, como todos los otros, la denominación “del poder popular” y a cargarse de los eufemismos que acompañan al gobierno en los últimos años. Dentro de esta institución, se encontraba todavía el envejecido Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) que anteriormente regía y presupuestaba todas las actividades culturales del país, incluyendo la teatral. Las funciones del CONAC se transformaron para minimizar su influencia y burocracia, hasta que finalmente fue eliminado para concluir así con un organismo icónico en el ámbito cultural. Todos estos cambios que comento han sido más de forma que de fondo porque los nuevos entes han arrastrado los vicios de sus predecesores.

Es innegable que haber pasado de ser un viceministerio a un ente autónomo fue beneficioso en términos de presupuesto, pero no en su administración por las razones antes descritas. Dentro del ministerio, se creó el Instituto de Artes Escénicas y Musicales que, luego, dio pie a la creación de la Plataforma de las Artes Escénicas y Musicales donde se incluye a este instituto, al Centro Nacional de Teatro (anterior Compañía Nacional), entre otros. Estos organismos han influido en el quehacer teatral, sin embargo la mayor influencia ha sido de los ministros y de Director Sectorial de Teatro.

Comienzo por los últimos. Estos directores han llevado encima la marca de ser los que aprobaban la cuantiosa suma de subsidios que recibían una gran cantidad de agrupaciones. Su perfil se acerca más a un administrador de finanzas o tesorero que a un gerente que ejecuta las políticas y apoya la actividad teatral. Sin embargo, su mayor limitación residió en no resolver, en su momento, la tardanza en la entrega de los subsidios. Muchos subsidios se entregaban a finales de año, lo que ponía a correr a los grupos que debían realizar el proyecto presentado para poder recibir el dinero. Sin salas disponibles, los grupos hacían milagros para presentar algo y justificar la cantidad recibida, otros presentaban sus trabajos a principios del año siguiente y los más arriesgados empleaban su propio dinero sin la certeza de que el gobierno les daría los fondos aprobados y que muchas veces recortaba. La situación en el interior es más dramática. Sé de primera mano la escasez de recursos de que disponen los festivales de más larga data en el interior: Occidente y Oriente, por lo que no me quiero imaginar lo que era, y de seguro sigue siendo, el apoyo económico a los grupos  de las regiones.

Una desventaja que han tenido las agrupaciones es que las instituciones, en este caso el ministerio, supervisaba poco, o no supervisaba, lo que se hacía con el dinero que otorgaban ni se acercaban a ver los espectáculos que pagaban. Quizás, esta falta de información y supervisión creó la opinión contraria al teatro de uno de los peores ministros que hemos tenido, a mi juicio. Hablo de Francisco Sexto (o Farruco, como se hace llamar). Su enfrentamiento frontal con los hacedores teatrales se dio en una reunión que muchos recuerdan porque aseguró que no se iba a ir muy lejos al hablar de dinero y pronunció la frase “el subsidio es un vicio”. Este suceso fue el origen de una confrontación que trajo como consecuencia la eliminación de los subsidios y la calificación de un grupo de creadores como “perniciosos”, años más tarde. Esta última justificación se convirtió en un símbolo reconocible en el teatro de la censura imperante en el país (con la autocensura que vino después). No se puede esperar menos de un ministerio que ha tenido como cabecilla a un veterinario.

El espíritu de censura tiene como suceso importante la revisión hecha a un texto teatral que se presentaba en una sala del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG). Esto ocurrió porque uno de los actores hizo en escena un chiste sobre la realidad cubana. Los productores no le dieron mucha importancia a esto y eliminaron el chiste, pero otro chiste sobre la muerte del, entonces, recién fallecido Gobernador de Guárico le cerró las puertas del CELARG a un grupo reconocido por sus trabajos de improvisación.

Aunque, el suceso más criticado fue la no renovación del comodato de la edificación en la que funcionaba el Ateneo de Caracas. Diversas situaciones de índole político, hicieron que el gobierno, a través de Ministerio del poder popular para la Cultura, tomara esta decisión. Las protestas no funcionaron y una institución que fue clave en el terreno teatral tuvo que salir de su sede. El Ateneo tenía programación teatral todo el año, tanto en sus tres salas (Anna Julia Rojas, de Conciertos y Horacio Peterson) como en otros espacios no convencionales que se aprovechaban. Todos los grupos querían presentarse en este sitio y su programación se planificaba con meses de anticipación. Muchos factores de esta situación no están muy claros todavía.

Las actividades de apoyo al teatro que ha tenido el gobierno han sido puntuales. Los Ministerios del poder popular para la Educación Superior y para la Cultura se unieron para crear la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE). El edificio del antiguo Ateneo se convirtió en su sede principal y se comenzó una programación que ha dado cabida a diversas agrupaciones. Al principio, la universidad realizaba un pago por función a los grupos, ahora se cobra una entrada a precios muy bajos. Estas salas se insertaron dentro del llamado Circuito Teatral de Caracas, que podría constituirse como el proyecto chavista de mayor envergadura en el área teatral, junto al Festival de Teatro de Caracas. Lo más llamativo de esto es que no fue realizado por el ente rector, es decir, el Ministerio, sino por la Gobernación de Distrito Capital, la Alcaldía del Municipio Libertador y su organismo cultural, FUNDARTE. Estas instituciones demostraron que con interés, la buena orientación de las políticas culturales y el presupuesto necesario, se pueden concretar los planes. El Teatro Nacional, Municipal y Alberto de Paz y Mateos se unieron a los restaurados y rescatados Teatro Catia y Principal para conformar este circuito. El Teatro Urdaneta, antiguo cine, y otro más están por unirse. En este caso, la administración local se ha impuesto a la nacional para comprobar que la descentralización es un buen camino.

Además de este circuito, el otro proyecto que sorprendió a los creadores teatrales fue la realización del llamado Festival de Teatro de Caracas. Este evento fue una especie de encuentro nacional que dio cabida a muchos montajes de calidad variada. Conferencias y reflexiones sobre el teatro se vieron durante el festival, aunque las presentaciones musicales fueron la nota discordante. ¿Por qué no exhibir grandes espectáculos de calle en vez de contratar a cantantes? Estas son las paradojas de la administración de tendencia chavista.
El último gran proyecto, y cambio de nombre, es el Centro Nacional de Teatro, nueva denominación de la Compañía Nacional del Teatro. De este ente naciente, no puedo comentar mucho porque apenas se sentirá su impacto este año. Solamente, espero que elimine los vicios y errores de la antigua compañía que ha estado dedicada más a producir poseía teatralizada que verdadero teatro y realizó coproducciones con grupos del interior sin la supervisión adecuada y sin un criterio de escogencia que propicie su calidad.

Como se ve, las condiciones idóneas para la creación teatral han sido variadas: unas limitaron el quehacer, otras cambiaron las estructuras con diversas consecuencias y muchas han estado orientadas a intereses. Hay que ver qué depara el futuro.

Publicado en dos partes los días 6 y 7 de Marzo de 2013 en el Diario Tal Cual.

No hay comentarios.: