Caracas internacional (y II)

El Festival Internacional de Teatro culminó después de semana y media en la que una pequeña muestra de producciones del exterior y una nutrida representación venezolana exhibieran sus propuestas en diversas salas caraqueñas.

Desde Argentina, la agrupación Timbre 4 presentó El viento en un violín, escrita y dirigida por Claudio Tolcachir. Dos familias se cruzan en la vida: la primera está formada por una madre que ha criado a un hijo inútil, la segunda presenta a otra madre (señora de servicio de la primera) que debe aceptar la condición homosexual de su hija y a su novia. Tolcachir crea una historia contundente con un trasfondo terrible por debajo del humor que exhibe la escena. El trabajo del elenco y el manejo del escenario demuestran la capacidad de la dirección para crear un buen montaje en todas sus dimensiones.

La danza también estuvo presente con la Compañía de danza EDX2 de la República de Corea que presentó dos coreografías creadas por Lee In-Soo. La primera titulada Sentimiento moderno, pone en escena a dos bailarines en un juego de encuentros y desencuentros donde se aprovechan las posibilidades de la danza contemporánea. A causa de un por qué se denomina la segunda propuesta en la que un grupo de jóvenes buscan el sentido de una vida que empiezan a transitar con los movimientos de su cuerpo, sus acciones y la interrelaciones que establecen. En ambos trabajos se destaca un manejo excepcional de la plástica del cuerpo, del sentido coreográfico y del dinamismo en escena.

El grupo Cantieri Teatrali Koreja de Italia trajo Paladini di Francia, un espectáculo a medio camino entre el teatro infantil y juvenil, escrito por Francesco Niccolini y dirigido por Enzo Toma. Cuatro intérpretes representan a una serie de marionetas en tamaño real para contar historias vinculadas con las guerras del Renacimiento. Desde el punto de vista dramatúrgico, el montaje se dispersa en varias historias sin una progresión dramática definida que podría tener mejores resultados si se demarca cabalmente el principio y final de cada una o la interrelación entre ellas. Sin embargo, el trabajo de los actores es extraordinario gracias a su capacidad corporal de mantener una forma de representación cercana al guiñol que es manipulado por cuerdas y de diferenciar con franqueza a cada personaje. Se destaca el maravilloso vestuario creado a partir de utensilios de cocina y otros materiales que permiten reconocer bien a cada rol y reflejar el estilo de un muñeco.

La nota discordante fue la clausura del evento que requería un espectáculo de calle de mejor calidad al que se presentó.

En espera del próximo festival.

Funciones: 27, 30 y 31 de Marzo de 2013

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