Pasiones dionisiacas

En el Teatro Nacional, el grupo La Bacante y el Centro Nacional de Teatro presentaron Las bacantes de Eurípides, última coproducción del Proyecto de Teatro para todos los venezolanos 2012, con creación musical, escenografía, iluminación y dirección general de Diana Peñalver.

El dios del vino y del teatro, Dionisos, adquiere forma humana para llegar a la ciudad de Tebas y castigar la insolencia de su rey, Penteo, que niega su origen divino. Dionisos, tomando una forma inofensiva, aparece ante Penteo, y le convence para que, disfrazado de mujer, vaya a observar a las bacantes, mujeres tebanas que habían huido de la ciudad y están poseídas por el dios.

La dirección crea una puesta en escena actual cargada de feminidad porque todos los roles son interpretados por mujeres. La representación ofrece el tono y ritmo justo en cada una de las intervenciones de los personajes y del coro. Asimismo, el montaje evoca la forma escénica originaria apoyada en la dirección de arte de Efrén Rojas y Raquel Ríos. Los colores térreos dominan la imagen de espectáculo.

En las actuaciones, se percibe la habilidad de la directora para trabajar el uso de máscaras en la creación de los personajes principales y la gestualidad que remiten a la forma de representación de la tragedia. Se destacan las interpretaciones de Simona Chirinos como Tiresias y Claudia Nieto como Cadmo porque ambas ofrecen un trabajo de matices y gestos muy acordes con los roles. Son secundadas por la fuerza que exhibe Verónica Arellano como Ágave y la franqueza de Lismar Ramírez como Dionisos. En cambio, Catherine Tadger como Penteo requiere reforzar las intenciones y precisión gestual.

El trabajo actoral más complicado lo conforma la representación del Coro en el que participa todo el elenco junto a otras intérpretes. En su mayoría, el Coro logra la sincronización energética, vocal y corporal que se requiere, aunque puede ajustar la integración de la dicción y la proyección vocal en los momentos iniciales y cuando se ubica de espaldas, además de equilibrar sus intervenciones en segundo plano cuando los otros personajes son el centro de la acción. Pese a esto, la imagen que proyecta el Coro manifiesta la posesión de la que son víctimas las mujeres, tiene un carácter instintivo que se refleja en su corporalidad y mantiene una apropiada intensidad. Resalto el constante movimiento circular que remite al espacio que poseía el coro griego en la puesta en escena clásica.

En conclusión, un trabajo bien realizado que presenta una encomiable visión contemporánea de este clásico y demuestra que los dioses griegos también poseen pasiones humanas. 

Función: 9 de Diciembre de 2012 

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