Dos realidades del país

Un país: El Centro del Directores para el Nuevo Teatro presenta en la Sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas la segunda temporada de Hollywood style de Marcos Purroy con dirección de Daniel Uribe. Cristóbal y Roberto son dos actores que desean viajar a Los Ángeles en busca del “sueño americano”. Beatriz, novia de uno de ellos, hace lo imposible porque ambos logren su sueño, aunque se dejan llevar por los ofrecimientos de Régulo que logra convencer al otro para que sea una mula de drogas. El texto de Purroy se desenvuelve de manera correcta dramáticamente en donde las escenas se van sucediendo para permitir el desarrollo del argumento con su clímax y desenlace. Por su parte, Uribe propone una sencilla puesta en escena en la que varias pantallas blancas y pocos elementos escénicos le sirven para diferenciar los espacios, además una telón brillante que divide la escena con el proscenio. Se vale de las composiciones de Chicago y otros musicales para contar la historia, aunque los actores doblan y bailan sin nunca alcanzar la fuerza que transmite la música por sí sola. Las actuaciones, confiadas a artistas de televisión, no logran la eficacia que pretenden, sin embargo Luciano D’Alessandro ofrece veracidad en sus intenciones y Gonzalo Velutini se muestra intenso en su interpretación. Luis Gerónimo Abreu podría explotar más y sin escrúpulos la composición vocal y corporal de su personaje, y Daniela Alvarado emplea la naturalidad televisiva que no da buenos resultados en teatro. A pesar de todo, esta obra refleja una realidad del país.
Función: 7 de Febrero de 2009
Otro país: El Gimnasio de Actores presenta en el Banco del Libro de Altamira la obra: No hay barcos en Chacao, versión libre de Danny and the blue sea de John Patrick Shanley, dirigida por Matilda Corral. Roberta y Alejandro, dos jóvenes que han pasado por experiencias duras en sus vidas, coinciden en un bar y sienten afinidad entre ellos. Su diálogo los conecta y los conduce a la habitación del apartamento donde reside ella, lugar en el cual deberán superar sus temores para continuar con la esperanza de vivir. La puesta en escena se propone desde el realismo en la interpretación y el movimiento escénico, que por momentos llega hasta el hiperrealismo debido a la intensidad y veracidad que alcanzan las actuaciones. Cada desplazamiento se realiza de acuerdo a las necesidades que tenga el personaje de expresar una emoción, partiendo del estatismo en la escena del bar hasta lograr mayor dinamismo en las dos escenas de la habitación. Quizás el momento final puede estar mejor ubicado que en una esquina del cuarto porque se pierde parte de la actuación, aunque se comprende que refleja la imposibilidad de escapar para Roberta y la esperanza que le ofrece Alejandro. Anais Alvarado como Roberta manifiesta las intenciones con su cuerpo y usa un tono de voz que va con el personaje, entretanto requiere más soltura en las manos y debe mantener siempre la intensidad vocal y no solamente en ciertas situaciones. Teo Gutierrez como Alejandro compone de manera cabal su personaje, demostrando un encomiable talento escénico. Una pertinente dirección de Arte de Melba González complementan este inusual montaje por la manera en que el público experimenta la proximidad con los actores.
Función: 22 de Febrero de 2009

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