Una vida nada aburrida

En la sala principal del Teatro San Martín de Caracas se presenta El hombre más aburrido del mundo, texto de Gustavo Ott, producción de David Villegas para el Teatro San Martin y el grupo Textoteatro, y dirección general de Luis Domingo González.

El argumento refleja la vida de Juan Pujol García, un español que fue espía doble de los alemanes y del Imperio británico durante la segunda guerra mundial. La pieza recrea los momentos más importantes del personaje a manera de “flashback”. Un suceso inicial conduce al viejo Pujol, cuyo nombre cambió cuando se vino a vivir a Caracas, a relatar la vida que llevó a su familia y que es contraria a la existencia aburrida que, según su nieta, lleva en la actualidad. De esta forma, Ott plantea una serie de episodios de ficción que parten de sucesos reales. En este sentido, el texto avanza con una progresión dramática que cohesiona cabalmente las escenas pero se percibe débil en su conflicto. La historia avanza porque la vida de Pujol avanza pero sin el eje central de tensión dramática. Pese a esto, la recreación de los acontecimientos es atractiva por la acciones de Pujol y su pasión por el teatro es capaz de conectar a todos los espectadores.

La dirección propone un montaje de estilo simbolista. El diseño de escenografía de Héctor Becerra plantea una ambientación gris que funciona para resaltar a los actores en conjunto con todos los elementos y se convierte en todos los espacios de la acción. En los extremos se ubica la casa de actual de Pujol y que sirve de espacio para diferenciar el paso del tiempo entre el viejo y el joven. Estos momentos son marcados adecuadamente por la dirección, al igual que la forma en que distribuye y equilibra la escena para cada una de las escenas. La atmósfera adquiere consistencia gracias a la musicalización de Alfonso Ramírez y la iluminación de Gerónimo Reyes. En cambio, el vestuario desluce en su mayoría.

En las actuaciones, José Gregorio Martínez como Juan Pujol García ofrece una composición honesta y efectiva del personaje. Se luce en el manejo de los matices y de la expresividad corporal para diferencia al viejo que cuenta la historia y al joven que la vive en escena. Sabe equilibrar la intensidad y sutileza en su interpretación. Es uno de los mejores trabajos que ha realizado. Es secundado por la labor David Villegas y Héctor Caro que realizan como mínimo cuatro personajes cada uno, todos con veracidad y pertinencia. Asimismo, Leonardo Gibbs se percibe correcto en los roles que asume, al igual que Jennifer Morales. Sin embargo, ambos pueden diferenciar más cada interpretación tanto vocal como corporalmente. 

¡Un trabajo cabal!

Función: 28 de Abril de 2013

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