Por diversas
circunstancias, estoy en Madrid y he disfrutado de dos espectáculos dentro de
la variada cartelera teatral de la ciudad.
El grupo
Simbolia presentó uno de sus "actos íntimos" llamado Orgíame, la depravación del yo. Este trabajo
es presentando en espacios no convencionales como galerías, salas de casas y
cuartos de hotel. Está basado en un personaje de Orgía de Pier Paolo Pasolini y es creado por el actor Santi Senso
cuyo nombre es tan simbólico como el del grupo.
El acto íntimo
consiste en una serie de monólogos que intentan conectar al espectador con un
juego de sensaciones y emociones que empieza por la vista y el oído para
terminar en el tacto. El actor se transforma en un niño que juega entre sombras
bajo una sábana y cuenta historias con los espectadores como participantes
debajo de ella. Luego, se transforma en un hombre reprimido sexualmente que
domina a uno de los espectadores y concluye con la liberación completa a través
del travestismo.
La audiencia
participa activamente dentro del acto y se conecta con la fina ironía y
expresividad del actor, pero la intención metateatral se agota rápidamente y se
puede perder el interés. El teatro como síntesis pretende concentrar la
información, premisa o tema del que trata en un tiempo limitado y se ajusta
para transmitir un mensaje. En esta oportunidad, se logra pero el tiempo del
trabajo se alarga y tiende a cansar hasta que se llega al final. Comprendo que
cada público determina y cambia la propuesta, pero el tiempo puede limitarse en
aras de ser más contundente.
En el
sorprendente Centro de Arte "Matadero", el grupo residente Naves del
Español presenta Los hijos se han dormido,
versión de La gaviota del ruso Antón
Chéjov, escrita y dirigida por Daniel Veronese. Este director argentino ha
logrado fama con su capacidad de reinterpretar a varios clásicos del teatro o
de poner en escena obras desconocidas de grandes autores. En esta ocasión,
mantiene el nombre original de los personajes, el lugar y la esencia de la
acción, pero apela a una visión contemporánea que juega con romper y revelar la
teatralidad.
Los actores que
empiezan la acción esperan al público y le dan la bienvenida para luego
transformarse en los personajes de un drama terrible. Sorprende la capacidad de
la dirección para mantener el trasfondo chejoviano, mezclar el paso del tiempo
entre actos y manejar los múltiples conflictos de la obra sin descuidar el
central: la madre castradora y el hijo sentimental incapaz de accionar para
liberarse de su sombra. El elenco se luce con unas interpretaciones atinadas,
intensas y reales.
El
periplo teatral europeo continua.
Funciones: 10 y 11 de Noviembre de 2012
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