Servidumbre resentida

En su sede del Teatro Luis Peraza, el Centro de Creación Artística TET presenta Las criadas de Jean Genet, con producción de Yazel Parra, Vera Linares y Louani Rivero y dirección de Guillermo Díaz Yuma.

El texto es un clásico del teatro del siglo XX. A partir de un suceso real que sirvió de inspiración, Genet pone en escena a Clara y Solange, dos sirvientas que realizan un juego de resentimiento social en la primera se hace pasar por la Señora de la casa y la segunda por cualquiera de ellas mismas en su intención de compensar el odio que sienten hacia sus amos, si bien esto traerá consecuencias fatales para ambas.

El montaje no transmite la esencia del texto, en especial, su crítica a la burguesía. La dirección luce desacertada por la ausencia del manejo de la progresión dramática. Esto se percibe más en el ritmo discontinuo con escenas muy lentas y otras muy rápidas sin justificación. De igual forma, los desplazamientos escénicos se ven forzados para las actrices y se abusa en ellos de la frontalidad hacia el espectador.

La parte estética está mejor manejada. El diseño de escenografía propuesto por el director entra en el terreno de lo simbólico. Todos los elementos están pintados de un mismo color, salvo las flores que se encuentran en diferentes sitios y el vestuario que cuelga de un armario. Esto ofrece un fondo apropiado para resaltar las acciones de las actrices y, sobre todo, su vestuario. Los bordes del escenario son un marco como si el espectador se acercara a observar una pintura en el que sus figuras se desplazan. De igual manera, el diseño de vestuario de Lya Bonilla logra su cometido al ataviar a las criadas de un resaltante vinotinto y a la señora de tonos ocres. El estilo de las primeras representan la violencia contenida, el de la segunda la ostentación.

El trabajo actoral es irregular. Las protagonistas no logran conectarse con la esencia de los personajes. Mónica Quintero como Clara y Jariana Armas como Solange se perciben planas en los matices, incluso en los momentos de más intensidad cuando debían tener mayor veracidad. Además, en estos momentos, aceleran la forma de hablar y atropellan lo que dicen con claros problemas de dicción. En cambio, su expresión corporal es más idónea debido a la forma sumisa que asumen y los gestos con que se comunican, aunque deben evitar recalcar constantemente el texto con el uso de las manos. Por su parte, Lya Bonilla es más sincera, natural y plena de intenciones como la Señora. Ella no tiene la edad y, por ende, la imagen del personaje, pero lo busca a través del control de su postura corporal. 

En definitiva, un montaje con más deficiencias que aciertos.

Función: 23 de Marzo de 2012

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