Hay que vivir, hay que tolerar

Vida: El Taller Experimental de Teatro de Venezuela y la Factoría Escénica Internacional de Barcelona, España, presentaron Así que pasen cinco años de Federico García Lorca, en el teatro de Asociación Cultural Humboldt. Esta coproducción dirigida por la catalana Carme Portaceli pone en escena una versión contemporánea del texto de Lorca en la que toman preponderancia las situaciones dramáticas por encima del argumento. En la pieza, un joven espera cinco años para desear a su novia mientras se obsesiona por ella. El paso del tiempo hace que la novia se enamore de otro y él viva entre la fantasía y la realidad que le ocasiona su obsesión. Esta historia es lo que se observa en el montaje dirigido por Portaceli que carga de mayor simbología la premisa original, a través de una puesta en escena que pretende reflejar el tiempo, el amor y la vida. Esto puede hacer difícil la comprensión de la pieza y se corresponde con una actuación externa al sentimiento, si bien las expresiones de cuerpo y voz poseen una fuerza contenida que reduce al mínimo la acostumbrada pasión con que se relaciona a este autor. La escenografía e iluminación minimalista de Paco Azorin resalta por todo lo que evoca un gran sillón blanco sobre un espejo de agua que abarca todo el escenario, acompañado del ambiente blanquecino de lo lumínico en la que sólo se destacan algunos momentos. La presencia de un piano en escena no se justifica totalmente frente al uso que se le da. Ataviados por la actual propuesta de vestuario de María de las Casas, los actores de mayor experiencia como Haydée Faverola, Elio Petrini, Ludwig Pineda y Jesús Sosa comprenden y transmiten mejor el sentido metafórico del texto por encima de Lya Bonilla y Alexander Leterni que se quedan a medio camino en sus intenciones. Nos obstante, Jariana Armas, Indira Leal, Ángel Ordaz y Mónica Quintero consiguen un nivel óptimo en la interpretación requerida para esta inusual experiencia escénica.
Función: 6 de Diciembre de 2008
Tolerancia: En la Sala Horacio Peterson del Ateneo de Caracas se presenta San Marcos de Venecia, pieza escrita, interpretada y dirigida por Julio César Alfonso. Este montaje del grupo Teatro Arena en co-producción con La Batalla Teatro, ubica la acción en la plaza abandonada de un pueblo ficticio, lugar que fue llamado con el nombre que da título a la obra y en donde Carlos María y Benedicto, dos amigos que son discapacitados mentales, se reúnen todos los días. El texto tiene como premisa la tolerancia hacia el otro, el diferente, el despreciado porque acarrea una condición de la que no puede escapar frente a una sociedad incapaz de ver la bondad de estos seres humanos. Varias situaciones demuestran la solidaridad entre ellos, al igual que el rechazo de los que le rodean. Las interpretaciones de Alfonso como Benedicto y William Cuao como Carlos María logran transmitir con mucha veracidad la condición propia de personas con discapacidad mental, al emplear voz y cuerpo para asumir una forma distinta de hablar y de gestualizar. En una sencilla puesta en escena que sólo presenta los movimientos necesarios en el espacio cubierto por hojas secas y la presencia de un pequeño banco, el diseño de iluminación de Manuel Pappaterra adquiere mayor peso porque transmite el paso del tiempo y crea la atmósfera que permite comprender como todo es una recreación de la mente de Carlos María. El tema musical que se repite constantemente acompaña la acción circular, influencia del teatro del absurdo, hasta casi el final y para que este espectáculo, con la correcta producción general de Eliseo Pereira, pueda llegar a conmover a buena parte del público.
Función: 7 de Diciembre de 2008

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