Colón, lírico y venezolano

En la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño se presentó el sexto montaje de la ópera Los Martirios de Colón, basado en el texto de Aquiles Nazoa y con música de Federico Ruiz. Esta producción de la Fundación Teresa Carreño contó con la Dirección de escena de Franklin Tovar y la correcta Dirección musical del Maestro Angelo Pagliuca, al frente de la Orquesta Sinfónica Venezuela. El argumento recrea la historia de lo que Colón tuvo que pasar para conseguir el financiamiento de su aventura y posterior llegada a lo que se llamaría América. Ruiz creó toda una orquestación para el hilarante texto teatral de Nazoa, logrando una ópera muy venezolana, no solo por la letra que se canta sino también porque la música parece adecuar el estilo operático a la naturaleza de nuestro país y del Caribe, debido a que por momentos el canto se acompaña con ritmos propios de la música esta región.
La dirección de escena logró un gran trabajo en la composición de los personajes por parte de los cantantes-intérpretes, además que equilibra hábilmente el espacio escénico por el que se desplazan hasta 80 personas al mismo tiempo y produce momentos de mucha diversión para el público con ocurrencias dentro de la historia, como la entrada de un criado en bicicleta, el rey jugando dominó y bebiendo, o la llegada de la narradora en un avión.
En el desempeño de canto y actuación, los tres intérpretes principales resaltan en ambos aspectos. Gaspar Colón Moleiro representa a Colón con veracidad (parece una casualidad su apellido), logrando darle sentido a la comicidad que contiene esta versión y con momentos muy emocionantes, como el aria “Que desgracia la mía” donde conmueve al público con su capacidad vocal. Mariana Ortiz como la Reina Isabel convence por la gestualidad e intención que le dio a su interpretación. Melba González disfruta su personaje de Narradora, demostrando con su cuerpo y voz la actitud de éste. Del resto de los intérpretes destaca Blas Hernandez, especialmente por su divertido y característico personaje de Esbirro, los cuatro sabios que cumplen su misión de martirizar a Colón y dentro de los personajes que no cantan es necesario señalar el impecable trabajo corporal de Roy Lorenzo y de Sophia Rodríguez, junto a la amena presencia de Israel Moreno como el Rey, que atrae las miradas del público.
Completan el espectáculo, una impresionante escenografía de Francisco Caraballo que recrea el palacio de los reyes y de la que sobresale la carabela Santa María que sorprende al público en su entrada a escena; además del vestuario acorde a la finalidad de los personajes, concepto del mismo Caraballo y María Fernanda Sanz.Para finalizar, parece injustificada la frase indígena que concluye la obra, ya que es de una tribu venezolana y no del lugar al que llegó Colón por primera vez, aunque se entiende el propósito de hacer que aparezcan indígenas dentro del público, símbolo de nuestros antepasados y del sentido de valorar una parte de la historia de lo que sucedió después. Con firmeza, la música de Ruiz se apoya en la sátira de Nazoa, como se ve cuando Colón canta en su entrada a escena: “Tengo una gran carabela, no es una barca de vela: está bien calafeteada y la lleva timoneada Colón, Colón. ¡Colón, Colón!”
Función: 20 de Octubre de 2007

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