En el Espacio Plural del
Trasnocho Cultural, la agrupación Teatro del Encuentro presenta Caricias, texto del catalán Sergi Belbel,
producción de Alexxey Córdova y dirección de José Jesús González.
Uno de los textos más representados de este autor, vuelve a la escena caraqueña para presentar una más su visión de las relaciones humanas en la contemporaneidad. A lo largo de once escenas, podemos apreciar la interrelación actual entre esposos, madre e hija, mujeres mayores, hermanos, jóvenes y viejos, padre e hijo, amantes, hija y padre, homosexuales jóvenes y viejos, madre e hijo y vecinos. Belbel estructura el texto de tal forma que el personaje de una escena aparece en la escena siguiente en situaciones distintas hasta que cierra el círculo con el primer personaje. El texto alude de forma irónica a la forma en que muchas personas se comportan de manera violenta con los otros en sus relaciones familiares, esporádicas y de pareja hasta que al final uno de los personajes es comprendido por otro. Pareciera que las urbes contemporáneas conducen a los seres humanos a despreciarse mutuamente.
En este sentido, la premisa del texto es clara, sin embargo la propuesta de dirección no está cohesionada. Esto sucede por el uso de símbolos que no se vinculan con el texto como el empleo de paraguas, los marcos colgando en el fondo, el piso de hojas secas o los personajes posando para fotografías. Estos signos lucen desgastados en el teatro venezolano. De igual forma, ocurre con la selección musical que está desligada del tono que lleva la obra y no facilita la conexión entre las escenas. Tiene mayor claridad la idea de los personajes deambulando al principio en busca de relación y el diseño cabal del vestuario para delinear a los roles.
Con respecto al desarrollo de las escenas, la propuesta se percibe básica con el reiterativo desplazamiento de un lado a otro de los intérpretes sin el peso que podrían adquirir al enfrentarse cara a cara o la solidez que demuestra un movimiento preciso que signifique algo en la escena.
En el trabajo actoral, Virginia Urdaneta y Alexander Rivera se perciben más ajustados y comprometidos en sus interpretaciones dentro de la escena mejor lograda. En segundo plano, son correctos los trabajos de Mariú Favaro, José Torres, Alexander Solórzano y José Romero. Loly Sánchez, Marco Alcalá y Grouber Materán podrían conectarse mejor con el rol por encima de la imagen externa que ofrecen del personaje. Arlette Torres y Ana María Paredes lucen desvinculadas de sus roles, en especial la última que se percibe muy externa.
En definitiva, un trabajo que requiere mayor rigor en la dirección.
Función: 9 de Junio de 2013
Uno de los textos más representados de este autor, vuelve a la escena caraqueña para presentar una más su visión de las relaciones humanas en la contemporaneidad. A lo largo de once escenas, podemos apreciar la interrelación actual entre esposos, madre e hija, mujeres mayores, hermanos, jóvenes y viejos, padre e hijo, amantes, hija y padre, homosexuales jóvenes y viejos, madre e hijo y vecinos. Belbel estructura el texto de tal forma que el personaje de una escena aparece en la escena siguiente en situaciones distintas hasta que cierra el círculo con el primer personaje. El texto alude de forma irónica a la forma en que muchas personas se comportan de manera violenta con los otros en sus relaciones familiares, esporádicas y de pareja hasta que al final uno de los personajes es comprendido por otro. Pareciera que las urbes contemporáneas conducen a los seres humanos a despreciarse mutuamente.
En este sentido, la premisa del texto es clara, sin embargo la propuesta de dirección no está cohesionada. Esto sucede por el uso de símbolos que no se vinculan con el texto como el empleo de paraguas, los marcos colgando en el fondo, el piso de hojas secas o los personajes posando para fotografías. Estos signos lucen desgastados en el teatro venezolano. De igual forma, ocurre con la selección musical que está desligada del tono que lleva la obra y no facilita la conexión entre las escenas. Tiene mayor claridad la idea de los personajes deambulando al principio en busca de relación y el diseño cabal del vestuario para delinear a los roles.
Con respecto al desarrollo de las escenas, la propuesta se percibe básica con el reiterativo desplazamiento de un lado a otro de los intérpretes sin el peso que podrían adquirir al enfrentarse cara a cara o la solidez que demuestra un movimiento preciso que signifique algo en la escena.
En el trabajo actoral, Virginia Urdaneta y Alexander Rivera se perciben más ajustados y comprometidos en sus interpretaciones dentro de la escena mejor lograda. En segundo plano, son correctos los trabajos de Mariú Favaro, José Torres, Alexander Solórzano y José Romero. Loly Sánchez, Marco Alcalá y Grouber Materán podrían conectarse mejor con el rol por encima de la imagen externa que ofrecen del personaje. Arlette Torres y Ana María Paredes lucen desvinculadas de sus roles, en especial la última que se percibe muy externa.
En definitiva, un trabajo que requiere mayor rigor en la dirección.
Función: 9 de Junio de 2013
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