Relaciones al límite y textos irrespetados

En el Teatro Trasnocho, el Grupo Actoral 80 presenta Una lluvia constante, texto de Keith Huff y dirección de Héctor Manrique, y Mimi Lazo Producciones exhibe High (Alto), escrita por Matthew Lombardo y dirigida por Luis Fernández.

Ambos textos de autores norteamericanos tratan sobre las relaciones humanas llevadas al límite y con consecuencias fatales para uno de sus protagonistas. El primero pone en escena a dos policías cuyo sentido de la amistad es la agresión y la traición. El segundo trata de la fe y la adicción cuando una monja intenta ayudar al sobrino de un cura.

En Una lluvia constante, el director escenifica cabalmente los relatos de los policías enmarcados en una escenografía que refleja la decadencia de sus vidas, aunque Héctor Manrique e Iván Tamayo lucen repetitivos de sus anteriores trabajos actorales. Tamayo mantiene un mismo tono y propone una intensidad que surge de forma inverosímil. Manrique da mayor variedad a los matices del personaje pero rompe los momentos dramáticos con gestos e improvisaciones que llevan innecesariamente a la comedia. La tensión del conflicto debe ir aumentando con la trama pero ambos se muestran tan intensos desde el principio que no permiten que esto suceda.

En High, se propone una escenografía minimalista y simbólica que se aprovecha en todos sus espacios y contrasta con lo degradante de la historia, si bien el desplazamiento actoral es muy básico y poco significante. En las actuaciones, Carlota Sosa luce desconcentrada y imprecisa en el texto, además de conectarse de forma externa con los sentimientos del personaje. Luis Fernández maneja mejor las intenciones, aunque se ubica repetidamente de espaldas al público e injustificadamente asume el rol de asistente de escena porque arregla y organiza todos los elementos de escenografía y utilería durante la representación. Christian McGaffney ofrece un interesante trabajo vocal y corporal que daña cuando se enajena y grita sin que nada de lo que dice se entienda. 

Lo más preocupante de ambos montajes es que adolecen de un respeto hacia el texto original debido a que su estructura y progresión se rompe con lo que, en el medio teatral, se denomina “morcillear”. Este término se refiere a las frases que buscan la risa fácil del espectador y que se agregan sin justificación durante la representación. Por esto, me pregunto: ¿dónde queda la capacidad de un actor para ser preciso en su trabajo y respetar la creación de un dramaturgo? Que un personaje crezca a lo largo de una temporada no significa que se deba improvisar y dañar un texto, significa que hay una mayor conexión y entendimiento del rol.

Funciones: 24 de Junio de 2012, ambos montajes.

3 comentarios:

Sin Términos Medios dijo...

Valiosos tus comentarios. Por fin alguien se atreve a hablar con claridad de High

Fundacion TerraQuatica dijo...

Pocas veces una crítica refleja con tal exactitud lo que vi esta noche. Carlota Sosa hacía tantas pausas como queriendo recordar sus líneas que no logré conectarme con la historia. Los gritos tan agudos del actor de Andy hacían difícil entender lo que decía. No hace falta chillar para mover los sentimientos del público. El personaje de la monja es definitivamente el puente entre los dos actores. Pero un puente inestable no permite una buena comunicación. La música y el sonido muy acertados pero usados muy tímidamente. Lástima que Luis Fernandez no lee críticas, pues con ellas podría pulir una obra que es un diamante en bruto. A las muestras me remito. Hoy 19 de agosto mi percepción de la obra ha sido la misma del crítico meses antes.

Joaquin Lugo dijo...

¡Muchas gracias por el apoyo!