En el Teatro Municipal, la agrupación REPICO estrenó su más reciente
trabajo: Pedro y el capitán, texto
del uruguayo Mario Benedetti y dirección de Consuelo Trum.
El texto
presenta, en varias escenas, la discusión entre un torturado y su torturador.
En un monólogo inicial, el Capitán le propone a Pedro, a quien mantiene
encapuchado, la necesidad de confesar todo. Luego, se plantea una lucha de
fuerzas a través de las palabras en la que el militar intenta obtener la
información que necesita y Pedro se niega a ofrecerla.
La dirección plantea de forma idónea una puesta en escena simbolista. Se
apoya en lo audiovisual con la proyección de imágenes en vivo de la
representación. La escenografía, diseñada por Emily Jolie, propone un cuarto de
interrogatorio pequeño con paredes blancas y un techo que cuelga en desniveles.
Esta atmósfera limpia contrasta con el horror que significa la tortura y su
tamaño permite concentrar las acciones. Este espacio se complementa con la
iluminación de Lina Olmos que apoya el ambiente blanco que predomina en cada
escena, el cual va transformando poco a poco, durante los momentos de mayor
tensión, con un color que traspasa las aberturas del techo. Esto refuerza la
trama y se convierte en una premonición del final con el uso del rojo.
El diseño de vestuario de Joaquín Nandez facilita el despojo sistemático
que los personajes realizan de sus prendas en cada una de las escenas. El
Capitán posee una imagen imponente en traje color negro y Pedro está ataviado
con ropas desgarradas. Mientras el primero se va quitando el uniforme para
reflejar su incomodidad porque Pedro no habla, este último es desvestido hasta
quedar casi desnudo y manchado constantemente de sangre sin que por ello
claudique. Así, ambos revelan sus ideas y verdades.
En las actuaciones, hay organicidad e intensidad en la composición de los
personajes. Adolfo Nitolli ofrece el tono justo en el manejo vocal y corporal
que requiere el Capitán. Podría fortalecer más la perturbación final del
personaje, pero es algo que seguro irá descubriendo a lo largo de las
funciones. Vicente Peña como Pedro mantiene una continuidad entre el estado
inicial del rol y su desenlace. Este equilibrio le permite lucirse en su
interpretación con el matiz acertado y la fuerza de cada frase en
correspondencia con la expresión corporal que va cambiando mientras avanza la
tortura.
En
definitiva, este montaje integra de manera excepcional todos los elementos
escénicos. La producción está a la espera de confirmar otras salas para su
presentación y la recomendación es no perder la oportunidad de confrontar un
estupendo trabajo.
Función: 3 de Junio de 2012
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