En la Sala de Teatro 2 del CELARG, el Teatro del Contrajuego presenta Las amargas lágrimas de Petra Von Kant
de Rainer Werner Fassbinder, dirección de Orlando Arocha.
En cinco cuadros, Petra Von Kant, famosa diseñadora, se obsesiona con la
joven Karin Thimm, a quien conoce gracias a su amiga Sidonie, cena con ella y
se enamora, luego conoce su verdadera cara antes de que la abandone y, por
último, muestra su depresión frente Valeria y Gabriela, su madre e hija, estando
siempre acompañada de Marlene, una criada silente.
La puesta en escena de esta pieza comienza con sobriedad. Se aprovecha la
escenografía, diseñada por el director, cuyo foco principal es una pasarela
sobre la que los actores se desplazan de lado a lado y, por momentos, se
sientan o agachan para conversar. El personaje de la criada emplea con mayor
amplitud sus posibilidades como testigo mudo de la acción. Posteriormente, la
escena se carga con múltiples códigos que rompen lo anterior y se diluyen
porque se superponen unos con otros y no mantienen la estética. Uno tras otro
aparecen en escena sin un significado claro.
Con mayor claridad, los personajes adquieren consistencia gracias al vestuario
diseñado por Joaquín Nandez. Estilos, colores y texturas delimitan los roles y
apoyan el símbolo que ellos representan como la vanidad de Petra, la
exuberancia de Karin y la inocencia de la hija.
En esta propuesta, los personajes femeninos son representados por hombres, salvo la criada. Despojados de maquillaje y manteniendo su voz masculina, los actores asumen cada rol con gestos, poses e intenciones sin llegar a la feminidad. En este sentido, cada actor ofrece el matiz de la emoción y la demuestra con su cuerpo sin vivirla plenamente. Son “actores representando” más que personajes en el sentido tradicional del término.
En esta propuesta, los personajes femeninos son representados por hombres, salvo la criada. Despojados de maquillaje y manteniendo su voz masculina, los actores asumen cada rol con gestos, poses e intenciones sin llegar a la feminidad. En este sentido, cada actor ofrece el matiz de la emoción y la demuestra con su cuerpo sin vivirla plenamente. Son “actores representando” más que personajes en el sentido tradicional del término.
Ricardo Nortier como Petra Von Kant y Javier Figuera como Sidonie logran
mejor esta idea, por encima de Julio Bouley como Karin y Alejandro Díaz como
Gabriela quienes deben controlar mejor los matices y evitar el amaneramiento.
Diana Peñalver como Marlene se muestra pertinente en sus expresiones, sin bien
luce incorrecto que hable o cante, mientras que Djamil Jassir como Valeria luce
débil y poco convincente.
Al final, los actores, sin las ropas femeninas, cierran el espectáculo
expresando frases a favor del amor libre. Esto se convierte en la moraleja
innecesaria de una obra que habla de la obsesión y la depresión producto de
ésta.
Con
altas y bajas, esta agrupación sigue su línea estética. Sus trabajos se soportan
sobre interesantes códigos escénicos que, en este montaje, no se integran
cabalmente.
Función: 28 de Abril de 2012
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