Desde oriente (I)

La edición XXXIV del Festival Internacional de Teatro de Oriente se celebró del 13 al 19 de Noviembre en las ciudades de Barcelona y Puerto La Cruz, Estado Anzoátegui. Además del acostumbrado teatro de sala, con tres espacios, se realizaron presentaciones en varios espacios abiertos que incluyeron a Guanta, Lechería y Anaco, junto a varias comunidades populares de la región. Tuve la oportunidad de estar durante los tres días iniciales para apreciar dos espectáculos y asistir a un conversatorio.

La inauguración estuvo a cargo del Teatro del Secadero, agrupación originaria de la ciudad de Mar de Plata, Argentina. Esta agrupación llevó a escena: Novia en rojo, escrita por Edgar Moreno Uribe y dirigida por Mónica Marchini. Con el monólogo como estructura predominante, salvo algunas interacciones entre los personajes, la pieza tiene como punto central a Esdras, un transexual que se siente perturbado porque no es aceptado después de haberse operado completamente para transformarse de hombre a mujer. A lo largo de varias escenas, el público descubre el pasado y presente del personaje, aunque este descubrimiento carece de progresión dramática, lo que no mantiene el interés en el relato. Cada escena empieza con la evidente perturbación del personaje porque no se acepta su condición, no solo sexual sino de preferencia hacia las mujeres, para luego pasar a un listado de recuerdos que no profundiza en sus planteamientos. Los recuerdos no hacen más que evidenciar los conflictos de Esdras y de ninguna forma el paso de uno a otro logra la necesaria ilación entre escenas, debido a esto el clímax luce artificial y no se resuelve el conflicto central. Por otro lado, queda sin resolución la constante referencia a Manuel que parece ser el interlocutor al que Esdras se dirige. Y, de igual manera, el final no termina de cerrar varios aspectos que se relacionan con la premisa que toma como punto de partida el desprecio hacia el otro, el diferente. ¿Se resuelve o no? ¿Es el pasado o el presente el que perturba? ¿Ambos? ¿Desde qué lugar presenta Esdras su relato? ¿Por qué alguien que conscientemente decidió su cambio de sexo, luego tiene conflictos con ello?

El desplazamiento escénico se presenta reiterativo y monótono. En varias ocasiones, Esdras se traslada y vuelve al mismo sitio restándole fuerza a la puesta en escena, además que dentro de cada escena se realizan blackouts (apagones) que no tienen justificación, ya que al volver la luz el personaje se encuentra en el mismo lugar y posición, no cambia tampoco su intención, por lo que no hay una verdadera transición. El marcado simbolismo del trabajo acrobático de telas con el que dos personajes femeninos acompañan el relato de Esdras se queda en el apropiado manejo de la técnica por encima de la correspondencia estética con el argumento. Solo el comienzo, en el que el público observa al personaje de espaldas sin saber quién y cómo es, sorprende porque cuando Esdras voltea apreciamos su manera de vestir y la importancia de su maquillaje.

En las actuaciones, Mario González propone una apropiada expresividad corporal y tono vocal para componer a Esdras, si bien rompe con los conceptos que van desarrollando la pieza cuando realiza pausas en momentos en los que gramaticalmente no deberían hacerse. Esto no permite al espectador seguir las distintas intenciones que se presenten. Mary Schulze y Claudia Mauriz crean sus personajes a partir de la tensión y distensión propia de la expresión corporal más que hacia lo vocal.

En definitiva, un extraño comienzo para el festival.

Función: 13 de Noviembre de 2009

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