El
XXIX Festival de Teatro de Occidente prosigue con montajes que ofrecen variedad
estética y múltiples lecturas.
La
agrupación Petaka Teatro, de Argentina, presentó Menguada, la hora, versión de César Rojas del cuento “La hora menguada”
de Rómulo Gallegos, interpretada por Jesús Gómez y Javier Otero, y dirigida por
el primero. Ambos son venezolanos residenciados en Argentina y asumieron el riesgo
de interpretar dos personajes femeninos. La obra presenta el drama de Amelia y
Enriqueta, dos hermanas que conviven en espera de un hijo que no regresa y cuya
maternidad es la causa de un odio reprimido.
Apropiada
dirección, claridad estética y actuaciones orgánicas se conjugan en la
propuesta. La dirección delimita correctamente el espacio y demarca con
precisión el desplazamiento y las transiciones de los actores, sin perder el
ritmo. Una adecuada estética simbólica se percibe en los elementos
escenográficos de líneas rígidas y colores térreos que se complementan con los recursos de utilería. Además, el vestuario proyecta cabalmente la
forma de ser de los personajes. Los actores interpretan a las hermanas sin caer
en el amaneramiento y falsedad vocal. Los personajes se componen a través de la
delicadeza del gesto en las manos, la verticalidad en la espalda, un peinado
simple y el uso de la misma voz del actor con el matiz justo. También, logran
controlar el tránsito entre los momentos de intensidad donde la acción física
es necesaria y de sutileza donde es más importante la intención del texto.
Hasta
ahora, ha sido uno de los mejores montajes que se ha presentado en esta
edición del festival
La
Fundación José Ignacio Cabrujas, proveniente del Estado Carabobo, llevó a
escena el monólogo Allende, texto de
Rodolfo Quebleen y dirección de Williams Urdaneta. El
autor emplea documentos y grabaciones obtenidas del 11 de septiembre de 1973 para recrear la últimas horas de vida del presidente
chileno Salvador Allende.
Roberto
Moll asume el papel de Allende. Su extraordinaria capacidad interpretativa le
permite manejar correctamente la intensidad durante las diferentes situaciones
por las que pasa el personaje. Ofrece la fuerza necesaria como el Allende que
lucha por los desposeídos, sin embargo toma menos en cuenta su lado humano. Cuando
habla de su esposa, amante e hijas no deja que la emoción fluya y se desarrolle,
algo que le conectaría aun más con el personaje y con cualquier espectador La
dirección puede revisar esto.
La
propuesta escenográfica busca reflejar el despacho del chileno, aunque no tiene
uniformidad estética. Es importante que haya correspondencia entre las tres
mesas que están sobre el escenario, debido a que solamente el escritorio
central tiene un estilo cercano a la época, al igual que solo dos de las
sillas. Los aparatos telefónicos y de radio están mejor seleccionados. Por su
parte, el vestuario sí es coherente con la imagen que se tiene del presidente.
El
desplazamiento escénico ofrece variedad y cohesión con cada situación que vive
Allende. No obstante, la iluminación luce plana y poco significante. No hay un
diseño lumínico que evidencie el estado emocional del personaje, salvo el
momento en que se acerca al público y se sienta en la platea.
Por
otro lado, es importante revisar la necesidad o no de los videos y fotografías
que se proyectan al final junto a un emotivo acompañamiento musical. Esto resta
fuerza al desenlace porque la frase final del texto es contundente. Colocarlos
al principio podría ser más pertinente y ubicaría al público en el contexto
real de la situación.
En
definitiva, un día para el recuerdo.
Funciones: 17 de Noviembre de 2011, ambos montajes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario