La edición 29 del Festival de teatro de Occidente entra en su recta final.
Desde México, Germán “el mimo” trajo un espectáculo con diversas rutinas
que capturaron por igual a niños y adultos. El control corporal y el
aprovechamiento del espacio permitieron que el público se deleitara con un buen
trabajo de pantomima.
Batahola teatro, del Estado Portuguesa, presentó Monstruos en el closet, ogros bajo la cama, de Gustavo Ott,
dirigido por Elvis Collado. La obra es una recreación simbólica de los
atentados a la torres gemelas ocurridos el 11 de septiembre de 2001. La torre
norte y la torre sur cobran vida para relatarnos lo que sucedió ese día a
través de un fuerte contenido poético. Sin embargo, el texto me parece una
creación oportunista porque aprovecha el decenio de los atentados sin plantear
nada nuevo y pretende vincular la violencia de este hecho con otros de distinta
índole. Más allá del cristal con que se mire, la violencia es violencia pero el
fuerte contenido ideológico que subyace, hace que caiga en el terreno de la
manipulación.
La obra coloca en escena varios testimonios de pasajeros de los aviones, de
sus familiares, de los bomberos, en definitiva, de seres humanos que tuvieron
vinculación directa con el suceso. Esto, más la narración simbólica de las
torres, crea un discurso poco dramático que presenta fragmentos que pretenden
conducir obligatoriamente al espectador hacia un estado de conexión emocional. Además, el estilo narrativo le resta fuerza a la obra y crea problemas para la puesta en
escena.
Con un texto poco teatral, la dirección debe realizar una puesta que
medianamente posea teatralidad. Collado propone desplazamientos constantes,
simetría y equilibrio sobre el escenario para darle un sentido a cada parte de
la pieza. No obstante, lucen forzados y poco creíbles por la forma que está
escrito el texto. Del mismo modo, la estética no encaja con lo que se dice. El
uso de ropa deportiva y de dos sillas para representar a las torres y demás personajes parece descontextualizado. Recomiendo orientar todo hacia una
propuesta arquitectónica que permita dar el tono simbólico que poseen los
personajes y para que se comprenda que, al mismo tiempo, se interpretan
otros.
Las actuaciones tienen altibajos. Mayeli Delfín y Josmary Aponte
representan a las dos torres con fuerza, si bien la última es más efectiva que
la primera. Ambas deben trabajar mejor las transiciones y no dejar siempre el
tono alto al finalizar cada frase, pero sobre todo no deben forzar la exteriorización
de los sentimientos porque caen en la falsedad.
Teatro Moriche, de Cantaura, llevó a escena Inmundos farsantes, texto y dirección de Will Meza. Un trabajo sin grandes pretensiones que quiere reflejar la viveza del latinoamericano. Rescato la honestidad de los intérpretes jóvenes, pero es necesario revisar el texto y la dirección para no hacer evidente una temática en la que podría profundizarse. Además, podrían realizar una limpieza en lo estético para dar uniformidad a los elementos escenográficos y al vestuario.
Queda por ver qué tienen preparado los últimos espectáculos.
Funciones: 18 de Noviembre de 2011, los tres montajes.
Teatro Moriche, de Cantaura, llevó a escena Inmundos farsantes, texto y dirección de Will Meza. Un trabajo sin grandes pretensiones que quiere reflejar la viveza del latinoamericano. Rescato la honestidad de los intérpretes jóvenes, pero es necesario revisar el texto y la dirección para no hacer evidente una temática en la que podría profundizarse. Además, podrían realizar una limpieza en lo estético para dar uniformidad a los elementos escenográficos y al vestuario.
Queda por ver qué tienen preparado los últimos espectáculos.
Funciones: 18 de Noviembre de 2011, los tres montajes.
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