El tercer día de presentaciones en el Festival de Teatro de Occidente tuvo
muchos altibajos.
La carpa “Cacao” fue lugar de una situación bochornosa. La presentación de La revuelta de los idiotas, co-producción
de los grupos Des acuerdo Teatro y Teatro Cronopio de Ecuador, fue víctima de
un público agresivo y desconocedor de hecho teatral. Esto me lleva a
reflexionar sobre varios puntos.
Para comenzar, la carpa estuvo destinada en su mayoría a la exhibición de
trabajos circenses en los primeros días del festival, por eso pienso que el
público que ocasionó la situación esperaba ver algo con el mismo estilo. En
segundo lugar, me encontré con una audiencia poco educada y que parece haber
asistido con la única intención de sabotear la representación. Es lamentable
que los habitantes del sector donde se encuentra la carpa no comprendan el
valor que tiene el teatro, aunque sea como medio de entretenimiento. Por
último, queda esperar que dichas agrupaciones se reconcilien con Venezuela y
sus pobladores en otra presentación que les permita ofrecer su propuesta escénica.
En el ámbito del montaje, lo sucedido durante la función no permitió que me
conectara con el trabajo, aunque vi en escena a dos actrices que hicieron lo
imposible por controlar al público y que optaron por continuar a pesar de los
inconvenientes. Esta decisión depuró a la audiencia e hizo que se quedaran en
la platea aquellos interesados en ver la historia que se contaba. De lo poco
con lo que pude conectarme, aprecié una propuesta en términos simbólicos donde
se alcanza un nivel superior de expresividad corporal, el empleo de juegos
coreográficos y el tránsito por diversas situaciones en la que se teorizaba
sobre la conexión entre los seres humanos y un ser supremo.
El Instituto de Investigaciones para el Desarrollo del Arte en Venezuela
(IIAVE) y su red de Teatro de los invisibles presentó: ¿Quién nos robó esa batalla?, de César Rengifo con dirección de
Alberto Ravara. El texto pone en escena a varios veteranos de la Guerra de Independencia
que se quejan por no haber podido participar en la Batalla de Ayacucho. Durante
la celebración de la victoria, las premoniciones y los sueños se hacen
presenten para indicar que, en un tiempo futuro, los habitantes de la república
ya constituida han olvidado la gesta.
La puesta en escena cambia el sentido dramático original del texto y lo
lleva hacia situaciones de comicidad. Esto es válido de hacerse con cualquier
texto, sin embargo el marcado acento realista de la dramaturgia de Rengifo hace
que la propuesta de IIAVE luzca forzada y sin correspondencia estética. Además,
la forma de componer los personajes y de vestirlos no se vincula con la premisa
de la obra, especialmente, en los roles de los Encopetados que se convierten en
seres esperpénticos que parecen simbolizar la muerte.
Las actuaciones tienen diferentes niveles energéticos que no terminan de
integrarse. Es necesario mantener un equilibrio entre las intervenciones del actor que lleve la acción en un momento determinado y las reacciones
de los demás intérpretes. Esto es importante para que se comprenda el sentido
del texto. Por eso, hay que controlar las interjecciones, gritos y evitar que
se agreguen constantemente textos que no están escritos. El elenco posee buena
energía en lo individual, mas no en lo grupal.
El festival continúa…
Funciones: 14 de Noviembre de 2011, ambos montajes.
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