En la Sala Experimental del Centro Cultural BOD, la nueva agrupación 4X4 Producciones presenta Te dejo la corona, texto de Karin Valecillos y dirección de Giovanny García.
Cuatro amigas se encuentran en un funeral con la intención de establecer contactos, encontrar el amor, codearse con gente de clase alta y conseguir trabajo. Con esta premisa, comienza un texto de apariencia ligera y fino humor negro que acerca al público a una visión más de la realidad del país. Daniela, Isabel, Rosalba y La Chiqui tienen intenciones muy claras cuando asisten al funeral, aunque nada les sale bien. Entonces, sus dramas personales salen a flote para revelar que la sociedad venezolana se ha dedicado cada día más a valorar los contactos, las apariencias y el qué dirán por encima de los esfuerzos personales, el nivel educativo y los sentimientos. Sin embargo, la dramaturgia apela a la comedia y una serie de referencias culturales de la actualidad para que el público se divierta y el trago no sea tan amargo. He aquí la virtud del texto.
La dirección propone una puesta en escena que refuerza el humor negro del texto. El público es recibido como si asistiera a un funeral para después encontrarse con un espacio con cuatro sillas cargado de coronas decoradas de manera exagerada. En este sentido, la escenografía diseñada por Oscar Salomón se percibe atinada. A partir de aquí, los desplazamientos escénicos se plantean con la distribución equilibrada de las actrices, pero siempre enfocados en resaltar las situaciones humorísticas. Éstas son apoyadas con la acertada propuesta musical de Eduardo Luis Hernández. Es necesario resaltar la imagen que proyecta cada personaje. El vestuario, los accesorios y el maquillaje se complementan perfectamente para reflejar la esencia de cada rol y, en especial, asumir una apariencia distinta dentro del funeral que enmarca el argumento.
El trabajo actoral mantiene una línea realista con algunos toques del exceso propio de la comedia. Los mejores trabajos son de María Alesia Machado como Rosalba y de María Gabriela Díaz como Daniela. Ambas se conectan con la realidad de sus roles. Por su parte, Carla Muller trasmite las intenciones de La Chiqui hasta el punto de vincularse con sus sentimientos, mientras que Diana Díaz logra la imagen y se conecta con los deseos de Isabel, pero son personajes que se irán afianzando durante las funciones.
En fin, me encuentro frente a un grupo que podría seguir una línea de teatro que toque temas comprometidos a través del humor para invitar al espectador a divertirse, pero también a pensar acerca de los que está viendo y proyectarlo a la realidad.
Cuatro amigas se encuentran en un funeral con la intención de establecer contactos, encontrar el amor, codearse con gente de clase alta y conseguir trabajo. Con esta premisa, comienza un texto de apariencia ligera y fino humor negro que acerca al público a una visión más de la realidad del país. Daniela, Isabel, Rosalba y La Chiqui tienen intenciones muy claras cuando asisten al funeral, aunque nada les sale bien. Entonces, sus dramas personales salen a flote para revelar que la sociedad venezolana se ha dedicado cada día más a valorar los contactos, las apariencias y el qué dirán por encima de los esfuerzos personales, el nivel educativo y los sentimientos. Sin embargo, la dramaturgia apela a la comedia y una serie de referencias culturales de la actualidad para que el público se divierta y el trago no sea tan amargo. He aquí la virtud del texto.
La dirección propone una puesta en escena que refuerza el humor negro del texto. El público es recibido como si asistiera a un funeral para después encontrarse con un espacio con cuatro sillas cargado de coronas decoradas de manera exagerada. En este sentido, la escenografía diseñada por Oscar Salomón se percibe atinada. A partir de aquí, los desplazamientos escénicos se plantean con la distribución equilibrada de las actrices, pero siempre enfocados en resaltar las situaciones humorísticas. Éstas son apoyadas con la acertada propuesta musical de Eduardo Luis Hernández. Es necesario resaltar la imagen que proyecta cada personaje. El vestuario, los accesorios y el maquillaje se complementan perfectamente para reflejar la esencia de cada rol y, en especial, asumir una apariencia distinta dentro del funeral que enmarca el argumento.
El trabajo actoral mantiene una línea realista con algunos toques del exceso propio de la comedia. Los mejores trabajos son de María Alesia Machado como Rosalba y de María Gabriela Díaz como Daniela. Ambas se conectan con la realidad de sus roles. Por su parte, Carla Muller trasmite las intenciones de La Chiqui hasta el punto de vincularse con sus sentimientos, mientras que Diana Díaz logra la imagen y se conecta con los deseos de Isabel, pero son personajes que se irán afianzando durante las funciones.
En fin, me encuentro frente a un grupo que podría seguir una línea de teatro que toque temas comprometidos a través del humor para invitar al espectador a divertirse, pero también a pensar acerca de los que está viendo y proyectarlo a la realidad.
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