En el Teatro César Rengifo de Petare, se presenta La Mafia Teatro con Alias El Papi, dramaturgia y dirección de Luis Vicente González.
Anita y El Papi son dos jóvenes de clase baja que recuerdan con nostalgia los estudios de bachillerato ahora que viven arrimados, con un hijo y sin un futuro claro. Como muchos venezolanos, se rebuscan para sobrevivir y piensan que el camino de lo ilegal le resolverá los problemas en un país que cada vez más limita las oportunidades. Con este argumento, el texto presenta una estructura tradicional que avanza progresivamente cargada de un verbo duro y sin medias tintas, aunque es reiterativo en varios temas que podrían resumirse para concentrar más la fuerza de la trama.
La dirección propone una estética cargada de símbolos y de revelación de la teatralidad. En el escenario solamente se encuentran los elementos necesarios para la acción y son usados de acuerdo a los códigos de cada escena. Con ellos, las situaciones se arman, desarman y vuelven a armar frente a los ojos del espectador. Las transiciones entre escenas ocurren de manera vertiginosa con cambios de vestuario y música urbana de trasfondo que reflejan el contexto que quiere mostrar la obra. Sin embargo, la mayor virtud consiste en desarrollar la historia con el apoyo de figuras y frases que se dibujan en el fondo del escenario. De igual manera, la propuesta de iluminación refuerza el sentido de las situaciones con el uso de cenitales que resalta el dramatismo que emana de la escena o el cambio de un bombillo blanco por uno azul para indicar el paso hacia las situaciones de mayor tensión que conducen al desenlace. En definitiva, se percibe fuerza y claridad en la puesta en escena gracias a la dirección.
En las actuaciones, Josmary González como Anita y Kevin Jorges como El Papi caracterizan con intensidad y veracidad a los personajes. González y Jorges se muestran bien acoplados y plenos de emociones, además manejan apropiadamente los modismos del habla del contexto social que representan. González transmite la nostalgia de la vida que Anita no pudo disfrutar y Jorges la desesperación de buscar un futuro mejor de la forma que sea.
En fin, La Mafia Teatro supera algunas debilidades dramatúrgicas para crear un buen espectáculo que habla de los deseos de una juventud cuyo contexto es la pobreza.
Es importante recordar que el teatro cuenta con transporte una hora antes del comienzo de la función desde la calle que colinda con el Centro Comercial Millenium de Los Dos Caminos y después de regreso hasta el mismo lugar. De esta forma, el público no tiene excusas para ir a disfrutar de un buen montaje como este.
Anita y El Papi son dos jóvenes de clase baja que recuerdan con nostalgia los estudios de bachillerato ahora que viven arrimados, con un hijo y sin un futuro claro. Como muchos venezolanos, se rebuscan para sobrevivir y piensan que el camino de lo ilegal le resolverá los problemas en un país que cada vez más limita las oportunidades. Con este argumento, el texto presenta una estructura tradicional que avanza progresivamente cargada de un verbo duro y sin medias tintas, aunque es reiterativo en varios temas que podrían resumirse para concentrar más la fuerza de la trama.
La dirección propone una estética cargada de símbolos y de revelación de la teatralidad. En el escenario solamente se encuentran los elementos necesarios para la acción y son usados de acuerdo a los códigos de cada escena. Con ellos, las situaciones se arman, desarman y vuelven a armar frente a los ojos del espectador. Las transiciones entre escenas ocurren de manera vertiginosa con cambios de vestuario y música urbana de trasfondo que reflejan el contexto que quiere mostrar la obra. Sin embargo, la mayor virtud consiste en desarrollar la historia con el apoyo de figuras y frases que se dibujan en el fondo del escenario. De igual manera, la propuesta de iluminación refuerza el sentido de las situaciones con el uso de cenitales que resalta el dramatismo que emana de la escena o el cambio de un bombillo blanco por uno azul para indicar el paso hacia las situaciones de mayor tensión que conducen al desenlace. En definitiva, se percibe fuerza y claridad en la puesta en escena gracias a la dirección.
En las actuaciones, Josmary González como Anita y Kevin Jorges como El Papi caracterizan con intensidad y veracidad a los personajes. González y Jorges se muestran bien acoplados y plenos de emociones, además manejan apropiadamente los modismos del habla del contexto social que representan. González transmite la nostalgia de la vida que Anita no pudo disfrutar y Jorges la desesperación de buscar un futuro mejor de la forma que sea.
En fin, La Mafia Teatro supera algunas debilidades dramatúrgicas para crear un buen espectáculo que habla de los deseos de una juventud cuyo contexto es la pobreza.
Es importante recordar que el teatro cuenta con transporte una hora antes del comienzo de la función desde la calle que colinda con el Centro Comercial Millenium de Los Dos Caminos y después de regreso hasta el mismo lugar. De esta forma, el público no tiene excusas para ir a disfrutar de un buen montaje como este.
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