En la Sala de Teatro 1 del CELARG, el Centro Nacional de Teatro y el Teatro del Duende presentan su coproducción Bingo, texto de Román Chalbaud, producción de Karla Fermín y dirección de Costa Palamides.
Andy Ramírez llega a un asilo para trabajar como la persona que canta el bingo, sin embargo descubre que va quedarse en él y debe compartir su estadía con una serie de personajes que viven a merced de sus deseos sexuales.
Con esta historia de toques absurdos, la dirección propone una puesta en escena sencilla con desplazamientos lado a lado de los personajes a la hora de desarrollar las situaciones. Para ello, dispone del diseño de escenografía y vestuario de Silvia Inés Vallejo que evoca a un manicomio con el color blanco de la ambientación, dividida en espacios para representar los cuartos de los internos y uno central con cortinas de dibujos de angelitos en contraste con las actividades lúdicas y sexuales que ocurren detrás de ellas. Sin embargo, el uso de estos lugares pudo aprovecharse más, en especial, durante los momentos cuando la transparencia debía ser total para que las acciones sean apreciadas por el público ubicado en los laterales. El vestuario se percibe más atinado a la hora de reflejar el estilo de cada personaje como la clase de la Sra. Düsseldorf, la sensualidad envejecida de Patty Thompson o la necesidad de sobreprotección de Andy que se muestra cargado de elementos.
Las actuaciones están ajustadas al carácter que va delineando cada personaje durante el desarrollo de la historia con Aura Rivas como la Sra. Düssedolf y Francis Rueda como Patty Thompson a la cabeza. Ambas ofrecen fuerza y verdad a sus interpretaciones. Por su parte, Gladys Prince saca provecho de Maggie, la enfermera, al expresar de forma idónea los cambios de humor junto a diferentes fragmentos de canciones que interpreta. Por su parte, Ludwig Pineda transmite de forma correcta las ansias y carencias de Andy Ramírez y Vito Lonardo ofrece intensidad y franqueza como Paul Robinson, el doctor.
Pese a todo lo anterior, el montaje presenta cierta debilidad porque parte de un texto simple en su estructura. Chalbaud rompe con la temática que se aprecia en la mayoría de su dramaturgia y crea un argumento casi carente de conflicto que le impide una adecuada progresión dramática. El conflicto inicial es la llegada e imposibilidad de escape de Andy, sin embargo éste no se desarrolla y apela más a las desavenencias internas de los otros personajes de las cuales no explica sus causas ni el por qué llegaron a vivir en el asilo. Esto hace que todo avance con situaciones inconexas y se diluya la premisa central. Esta es mi opinión.
Andy Ramírez llega a un asilo para trabajar como la persona que canta el bingo, sin embargo descubre que va quedarse en él y debe compartir su estadía con una serie de personajes que viven a merced de sus deseos sexuales.
Con esta historia de toques absurdos, la dirección propone una puesta en escena sencilla con desplazamientos lado a lado de los personajes a la hora de desarrollar las situaciones. Para ello, dispone del diseño de escenografía y vestuario de Silvia Inés Vallejo que evoca a un manicomio con el color blanco de la ambientación, dividida en espacios para representar los cuartos de los internos y uno central con cortinas de dibujos de angelitos en contraste con las actividades lúdicas y sexuales que ocurren detrás de ellas. Sin embargo, el uso de estos lugares pudo aprovecharse más, en especial, durante los momentos cuando la transparencia debía ser total para que las acciones sean apreciadas por el público ubicado en los laterales. El vestuario se percibe más atinado a la hora de reflejar el estilo de cada personaje como la clase de la Sra. Düsseldorf, la sensualidad envejecida de Patty Thompson o la necesidad de sobreprotección de Andy que se muestra cargado de elementos.
Las actuaciones están ajustadas al carácter que va delineando cada personaje durante el desarrollo de la historia con Aura Rivas como la Sra. Düssedolf y Francis Rueda como Patty Thompson a la cabeza. Ambas ofrecen fuerza y verdad a sus interpretaciones. Por su parte, Gladys Prince saca provecho de Maggie, la enfermera, al expresar de forma idónea los cambios de humor junto a diferentes fragmentos de canciones que interpreta. Por su parte, Ludwig Pineda transmite de forma correcta las ansias y carencias de Andy Ramírez y Vito Lonardo ofrece intensidad y franqueza como Paul Robinson, el doctor.
Pese a todo lo anterior, el montaje presenta cierta debilidad porque parte de un texto simple en su estructura. Chalbaud rompe con la temática que se aprecia en la mayoría de su dramaturgia y crea un argumento casi carente de conflicto que le impide una adecuada progresión dramática. El conflicto inicial es la llegada e imposibilidad de escape de Andy, sin embargo éste no se desarrolla y apela más a las desavenencias internas de los otros personajes de las cuales no explica sus causas ni el por qué llegaron a vivir en el asilo. Esto hace que todo avance con situaciones inconexas y se diluya la premisa central. Esta es mi opinión.
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