Como parte del circuito teatral que se está formando en los teatros del
centro y oeste de Caracas, la Fundación para el desarrollo de la dramaturgia
regional (FUNDRAMA), proveniente del Zulia, presentó Señoras de Maracaibo, dramaturgia y dirección de Richard Olivero,
en el Teatro Municipal.
Cinco mujeres se dirigen al público empleando las formas lingüísticas propias de Maracaibo. Producto de una investigación, el lenguaje se vuelve reflejo de las costumbres y sentimientos de la mujer marabina.
La dirección propone una puesta en escena sencilla para que las actuaciones y el texto sean los protagonistas. Cinco actores, travestidos para escenificar a sus personajes, representan a las “amigas” que rezan y se insultan en el inicio de un montaje hilarante que tiene el monólogo como forma dramática.
La primera intervención es de Dalia. La interpretación de Ricardo Lugo integra voz y cuerpo de manera excepcional y mantiene la energía como la mujer que no le gusta hablar de los demás pero lo hace con complacencia, al mismo tiempo que pelea con sus hijos para que se comporten como ella desea.
Luego, Carlos Guevara representa a Guillermina Vilchez de Osorio. El monólogo de una mujer adinerada que termina de sirvienta en su casa es el más débil, al igual que su interpretación. Esto se podría replantear al apoyarse en la crítica religiosa y en el manejo de la energía.
Después, Henry Semprún personifica a Marucha Boscán, una mujer que recuerda con nostalgia su adolescencia alocada. Usa apropiadamente los gestos bruscos y la intensidad de los matices. De igual manera, José Molero compone con detalle a la hiperbólica “China” Contreras. La vocalización que va del agudo al grave y el control corporal evidencian sus cuentos exagerados.
Por último, aparece la muda Mística. La mujer que ha trabajado para mantener a sus hijos y ha dejado de lado sus necesidades amorosas adquiere consistencia con el trabajo actoral de José Bermúdez. Aprovecha los gestos al máximo y se conecta con el público a través de las pocas palabras que expresa.
Es importante revisar el final porque es muy abrupto. El reencuentro de las amigas, como al inicio, cerraría apropiadamente el espectáculo.
El diseño escenográfico es sencillo. La sala de una casa típica sirve de ambiente con estilos y elementos que reflejan una época pasada. El vestuario es más funcional. Cada personaje está delineado claramente en su forma de vestir.
Este trabajo se ha convertido en un fenómeno en Maracaibo y con toda razón. La mezcla entre el lenguaje, la sobria escenificación y la honestidad interpretativa lo convierten en un espectáculo formidable.
Función: 18 de Febrero de 2012
Cinco mujeres se dirigen al público empleando las formas lingüísticas propias de Maracaibo. Producto de una investigación, el lenguaje se vuelve reflejo de las costumbres y sentimientos de la mujer marabina.
La dirección propone una puesta en escena sencilla para que las actuaciones y el texto sean los protagonistas. Cinco actores, travestidos para escenificar a sus personajes, representan a las “amigas” que rezan y se insultan en el inicio de un montaje hilarante que tiene el monólogo como forma dramática.
La primera intervención es de Dalia. La interpretación de Ricardo Lugo integra voz y cuerpo de manera excepcional y mantiene la energía como la mujer que no le gusta hablar de los demás pero lo hace con complacencia, al mismo tiempo que pelea con sus hijos para que se comporten como ella desea.
Luego, Carlos Guevara representa a Guillermina Vilchez de Osorio. El monólogo de una mujer adinerada que termina de sirvienta en su casa es el más débil, al igual que su interpretación. Esto se podría replantear al apoyarse en la crítica religiosa y en el manejo de la energía.
Después, Henry Semprún personifica a Marucha Boscán, una mujer que recuerda con nostalgia su adolescencia alocada. Usa apropiadamente los gestos bruscos y la intensidad de los matices. De igual manera, José Molero compone con detalle a la hiperbólica “China” Contreras. La vocalización que va del agudo al grave y el control corporal evidencian sus cuentos exagerados.
Por último, aparece la muda Mística. La mujer que ha trabajado para mantener a sus hijos y ha dejado de lado sus necesidades amorosas adquiere consistencia con el trabajo actoral de José Bermúdez. Aprovecha los gestos al máximo y se conecta con el público a través de las pocas palabras que expresa.
Es importante revisar el final porque es muy abrupto. El reencuentro de las amigas, como al inicio, cerraría apropiadamente el espectáculo.
El diseño escenográfico es sencillo. La sala de una casa típica sirve de ambiente con estilos y elementos que reflejan una época pasada. El vestuario es más funcional. Cada personaje está delineado claramente en su forma de vestir.
Este trabajo se ha convertido en un fenómeno en Maracaibo y con toda razón. La mezcla entre el lenguaje, la sobria escenificación y la honestidad interpretativa lo convierten en un espectáculo formidable.
Función: 18 de Febrero de 2012
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