Desde hace algunas semanas, el Trasnocho cultural inauguró formalmente su “Espacio Plural” como recinto teatral, aunque ya se había empleado para algunas presentaciones, como lugar para talleres culturales y en él se dicta un programa de capacitación actoral. La inauguración estuvo a cargo del grupo Teatro de Repertorio Latinoamericano (Teatrela) con el montaje de la pieza La piel de Elisa de la canadiense Carole Fréchette. El argumento trata de una mujer que relata con detalle historias de amor, al mismo tiempo que se muestra preocupada y atenta a la piel de su cuerpo, entre tanto va revelando aquello que le impulsa a contarlas y el secreto que le brindó un muchacho durante un encuentro casual en un café. La escritora estructura con precisión la obra dramática que al principio parece un monólogo donde Elisa presenta una serie de escenas sobre varios personajes enamorados, alternándose con la inquietud que siente por los cambios que ve en su piel, hasta que un muchacho aparece para contar sus anécdotas sobre el amor y le comenta lo que puede hacer para resolver sus problemas con la apariencia. De esta forma, la pieza mantiene la atención en el espectador que va comprendiendo poco a poco lo que sucede hasta el descubrimiento final. Teatrela invitó al también canadiense Robert Tsonos para dirigir el montaje, quien logra un ajustado espectáculo porque no desperdicia nada de la propuesta. Tsonos guía a los actores por el escenario, compuesto de tres módulos, para que se desplacen y desarrollen la trama en diversos tiempos: cada una de las historias que relata Elisa y su propia historia. En cada módulo de la escenografía se cuenta algo, así como en el espacio del piso que los separa, lo que representa para el espectador una historia distinta, concentrando el interés en el módulo más alto donde se va revelando el secreto del muchacho. Los actores bailan al principio y durante el desarrollo de la acción para acentuar el romanticismo que rodea a Elisa y su necesidad de contar sobre el amor, lo que toma un matiz especial cuando luego de un baile se confiesa la confidencia que constituye el conflicto central de la pieza. Diana Volpe vuelve a demostrar su experiencia en las tablas, componiendo una Elisa honesta, escrupulosa y obsesiva con su piel, por momentos sentimental, que vive cada historia de amor que cuenta y le da a cada palabra la importancia y el sentido que requieren, hasta que termina por implorar al público que la ayude en su necesidad de conocer y contar otras historias. William Escalante como El Muchacho, apoya el trabajo de Volpe e interpreta su personaje con pertinencia. La escenografía que sirve al desarrollo de la acción, diseñada por Oscar Salomón, está constituida por los tres módulos nombrados, con una mesita y dos sillas en cada uno, que parecen un gran cabaret donde se baila y se confiesa el amor. El vestuario a cargo de Raquel Ríos apoya la propuesta escenográfica y viste con elegancia a los actores. La producción de Coco Seijas y Juan Carlos Azuaje debe haber facilitado el trabajo al director con una excelente labor que permite al público venezolano apreciar esta obra canadiense donde una mujer revela cómo el amor le sirve para sobrellevar el paso del tiempo en su piel.
Función: 18 de Noviembre de 2007
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