Una diversidad de espectáculos forma parte de la programación del circuito
que reúne a los espacios teatrales del centro y oeste de Caracas. Este circuito
se ha convertido en una alternativa económica para el público y de amplia
apertura para los creadores.
Dentro de la oferta, la agrupación Veneteatro, proveniente de Los Teques,
presenta La tempestad de William
Shakespeare, con dirección de Dante Gil. Varios personajes naufragan en una
isla debido a la tempestad causada por Próspero, especie de mago y rey del
lugar, que atrajo al barco para vengarse de una vieja deuda.
El texto posee tres tramas que confluyen al final. De las tres, la mejor
trabajada por la dirección corresponde a los tres cómicos que deambulan
considerándose dueños de la isla. Los actores se acercan a la esencia de los
personajes, aunque con algunos problemas de dicción. Esto es más preocupante
cuando no se comprende lo que dicen los actores de las otras dos tramas, no
proyectan la voz y se desplazan de manera insegura por el escenario, además que
entran y salen por el mismo sitio de forma injustificada sin representar su recorrido
por la isla.
Con una propuesta simbolista, la ambientación intenta reflejar a la isla
con telones de fondo e iluminación, aparte de usar una base de andamio incómoda
para su traslado y decorada de forma tosca. El vestuario está mejor manejado
con un estilo que refleja a cada rol, salvo el duende Ariel cuyo traje luce
descontextualizado en su colorido y forma.
Luego de dos semanas de temporada en el Teatro Municipal, este débil trabajo
estará en el Teatro Principal.
En el Teatro Nacional, Teatro K producciones presenta Manteca, texto del cubano Alberto Pedro Torriente, producido y
dirigido por Morris Merentes. En la pieza, tres hermanos deben tomar una
decisión que les facilitará la vida pero, mientras deciden, expresan sus
miedos, frustraciones y carencias en una Cuba que ya no goza del apoyo de la
Unión Soviética.
Con un texto contundente y reflexivo, el director crea una espectáculo
efectivo y penetrante. La puesta en escena de desplazamientos puntuales se
aprovecha de una escenografía realista y minuciosa, junto a la atmósfera particular que da la música
tropical.
En las actuaciones, Varinia Arráiz como Dulce maneja de manera excepcional
las intenciones del personaje cuyas emociones fluyen con desenvoltura y
veracidad en cada situación. Asimismo, Jesús Hernández como Pucho se percibe
veraz en el decir y preciso en su gestualidad, y Adolfo Nittoli como Celestino
ofrece intensidad y variedad de matices. Los tres se conectan cabalmente.
Un
trabajo bien acoplado en todos los sentidos.
Funciones: 5 y 6 de Mayo de 2012, respectivamente.
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