En el Espacio Plural del Trasnocho Cultural, KJCP producciones presenta Geranio de Xiomara Moreno, dirigida por Javier Vidal. Geranio, un hombre perturbado porque no sabe si lo que deseaba se hizo realidad o fue producto de su mente, es dejado en el ala de un sanatorio donde conoce a Nicolás, Guy y Guillermo, tres internos que seguirán su juego para demostrar que él no debe estar ahí y que ellos son los verdaderos locos.
La propuesta de puesta en escena equilibra el desplazamiento de los personajes a través del espacio. Cuando dos de ellos están en escena, buscan los extremos y cambian constantemente de lugar entre uno y otro. Esto se hace más dinámico con la entrada de un tercero, cuando se emplea el centro y los extremos, hasta que los cuatro están en escena con dos en los extremos y dos trasladándose entre ellos. En otras ocasiones se refuerza la trama cuando se hace necesario que se reduzca el ritmo y hay mayor interés en lo que se dice, al punto que los personajes se sientan en un banco para tratar de comprenderse o en espera que otro relate su historia. Lo anterior demuestra la claridad de la dirección a la hora de resolver cada escena y darle sentido a la premisa de la obra, algo que también se observa en el acertado interés de enfocar el trabajo en las actuaciones.
Esta pieza requiere de un alto nivel de compromiso actoral y el montaje realizado logra este cometido. La interpretación que Nacho Huett realiza de Geranio se muestra intensa y mantiene un ritmo interno vertiginoso que se percibe en la manera en que exterioriza corporalmente los estados por los que pasa el personaje sin nunca perder las intenciones de la perturbación que expresa. Antonio Delli revela a través de voz y cuerpo las actitudes de Nicolás, además de permitirse disfrutar de la excentricidades que puede tener. Por su parte, Gerardo Soto demuestra un admirable manejo de los matices de Guy y una apropiada moderación en como va desarrollando su rol. Raúl Hernández como Guillermo se plantea jugar con diferentes acentos y registros vocales, sin embargo varios de ellos se quedan en exteriorizar sin la intención requerida en el momento.
La dirección de arte, a cargo de David Silva, propone un espacio escénico minimalista con una tarima y el banco en color blanco, lo que permite concentrar la atención en las actuaciones, aunque la realización de la tarima no presenta un buen acabado. El vestuario para los tres internos del sanatorio también posee como base el blanco en una braga que se complementa con un suéter para Nicolás y un sobretodo con sus mangas cortadas para Guy y así reflejar el carácter de cada uno de ellos, al contrario de Guillermo que lleva camisa de fuerza y de Geranio que viste un traje gris para contrastar con los otros y evidenciar la vida que ha llevado. De igual forma, el diseño de iluminación de Martín Flores se muestra sencillo en casi toda la pieza para seguir reafirmando la idea de que lo más resaltante son las actuaciones, si bien apoya el momento climático al oscurecer la escena y demostrar el nivel de locura al que se llega. Esta producción de Kelvis Martínez y Juan Carlos Pabón hace evidente que con textos bien escritos y bien dirigidos puede lograrse un excelente producto.
La propuesta de puesta en escena equilibra el desplazamiento de los personajes a través del espacio. Cuando dos de ellos están en escena, buscan los extremos y cambian constantemente de lugar entre uno y otro. Esto se hace más dinámico con la entrada de un tercero, cuando se emplea el centro y los extremos, hasta que los cuatro están en escena con dos en los extremos y dos trasladándose entre ellos. En otras ocasiones se refuerza la trama cuando se hace necesario que se reduzca el ritmo y hay mayor interés en lo que se dice, al punto que los personajes se sientan en un banco para tratar de comprenderse o en espera que otro relate su historia. Lo anterior demuestra la claridad de la dirección a la hora de resolver cada escena y darle sentido a la premisa de la obra, algo que también se observa en el acertado interés de enfocar el trabajo en las actuaciones.
Esta pieza requiere de un alto nivel de compromiso actoral y el montaje realizado logra este cometido. La interpretación que Nacho Huett realiza de Geranio se muestra intensa y mantiene un ritmo interno vertiginoso que se percibe en la manera en que exterioriza corporalmente los estados por los que pasa el personaje sin nunca perder las intenciones de la perturbación que expresa. Antonio Delli revela a través de voz y cuerpo las actitudes de Nicolás, además de permitirse disfrutar de la excentricidades que puede tener. Por su parte, Gerardo Soto demuestra un admirable manejo de los matices de Guy y una apropiada moderación en como va desarrollando su rol. Raúl Hernández como Guillermo se plantea jugar con diferentes acentos y registros vocales, sin embargo varios de ellos se quedan en exteriorizar sin la intención requerida en el momento.
La dirección de arte, a cargo de David Silva, propone un espacio escénico minimalista con una tarima y el banco en color blanco, lo que permite concentrar la atención en las actuaciones, aunque la realización de la tarima no presenta un buen acabado. El vestuario para los tres internos del sanatorio también posee como base el blanco en una braga que se complementa con un suéter para Nicolás y un sobretodo con sus mangas cortadas para Guy y así reflejar el carácter de cada uno de ellos, al contrario de Guillermo que lleva camisa de fuerza y de Geranio que viste un traje gris para contrastar con los otros y evidenciar la vida que ha llevado. De igual forma, el diseño de iluminación de Martín Flores se muestra sencillo en casi toda la pieza para seguir reafirmando la idea de que lo más resaltante son las actuaciones, si bien apoya el momento climático al oscurecer la escena y demostrar el nivel de locura al que se llega. Esta producción de Kelvis Martínez y Juan Carlos Pabón hace evidente que con textos bien escritos y bien dirigidos puede lograrse un excelente producto.
Función: 17 de Mayo de 2009
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