En el Centro Cultural BOD, Lazo Producciones presenta Despertar de primavera, musical basado en el texto homónimo del alemán Frank Wedekind con música de Duncan Sheik y letra de Steven Sater, coordinador de producción de César Sierra, producción de Gabriela Martínez, directora adjunta Nathalia Martínez y dirección general de Luis Fernández.
Escrita originalmente en 1891, la obra muestra a un grupo de adolescentes que vive su despertar sexual con muchas dudas y conflictos en un entorno familiar y escolar que los reprime. Se tratan temas como la violencia, el abuso sexual, la homosexualidad, el aborto y el suicidio. En este caso, la acción se ubica a principio de los años 60, pero mantiene el enfoque original que se percibe envejecido producto de la época en que fue escrita. Pese a esto, los tópicos siguen estando vigentes en una sociedad actual más liberal.
El escenario se emplea como espacio múltiple para todos los lugares de la acción. Está ambientado con pizarrones escritos con tiza y un árbol sin hojas como reflejo del invierno que se avecina. Dos bancos multiuso se usan para apoyar los cambios de lugar. Palabras y dibujos rodean el escenario como si el conocimiento estuviera al margen de la sociedad represiva que se exhibe. En la escena, dos trampas se abren para revelar dos estanques de agua. Este elemento es quizás el único sin significación sobre el escenario porque su uso no tiene mayor peso. En cambio, el diseño de vestuario se percibe acorde para lograr un estilo ecléctico a medio camino entre la época original, los 60 y la actualidad. La textura y paleta de colores es un gran acierto. De igual forma, la propuesta lumínica tiene fuerza y significación para favorecer el estilo de musical y reforzar las escenas
Desde el punto de vista de la distribución escénica, la dirección equilibra e integra apropiadamente los personajes respaldados por la coreografía de Vittorio Marson en el que el desplazamiento y los movimientos muestran intensidad.
Mención aparte merece la banda “Majarete Sound Machine” que ejecuta en vivo las diversas melodías, sin embargo es necesario sopesar el volumen de la música y el canto porque, por momentos, no se comprende la interpretación. Esto también requiere mayor modulación por parte de los actores-cantantes. Precisamente, el trabajo de los intérpretes es correcto aunque la labor masculina posee más veracidad debido a la naturalidad que demuestra en contraste con la forma infantil que asumen las actrices. Diana Volpe y Luis Abreu interpretan adecuadamente todos los roles paternos.
En fin, una producción acertada y bien dirigida del polémico musical.
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