En La Caja de Fósforos, ubicada en la Concha Acústica de Bello, el Teatro del Contrajuego presenta Eva Perón, texto del argentino Raúl Damonte “Copi”, dirección de Orlando Arocha.
La muerte de Eva Perón es revisada por Copi con un tono grotesco cercano a la farsa para recrear los que podrían ser los últimos momentos de su vida y presentar una alternativa. Esto se complementa con un prólogo en que los espíritus de Copi y Eva se encuentran para realizar una entrevista que termina siendo una parodia como toda la propuesta.
La dirección se sustenta en esto para crear un espectáculo de atmósfera circense en decadencia que se percibe en la dirección artística. Todo el escenario es cubierto con bolsas negras para basura decoradas con puntos junto a bombillos y bolsas de suero colgadas. El vestuario y caracterización de Freddy Mendoza se destaca por el estilo que logra en cada rol. Todos llevan la cara blanca con narices rojas acompañados de una atinada propuesta de peluquería. Además, los personajes se reconocen por su corporalidad exagerada y su forma de expresarse.
En este sentido, la escena posee buen dinamismo en la entrada, desplazamiento y salida de los personajes durante el desarrollo de las situaciones. La intención nada realista del argumento es evidenciada en las acciones escénicas. Esto demuestra la claridad con que se orientó la puesta en escena.
Todos los personajes son asumidos por mujeres. Las actuaciones integran de forma excepcional la forma externa y caricaturesca en que se concibieron los personajes y el contenido orgánico que logran las actrices en su interpretación. La labor de Nattalie Cortez como Copi y Eulalia Siso como Eva en el prólogo demuestra veracidad y fuerza. Luego, Ana Melo que asume a Eva durante al pieza como tal, Diana Volpe como la Madre y, en especial, Nakary Bazán como Ibiza, Evelia Di Gennaro como la Enfermera y Haydée Faverola como Perón conducen la trama con intensidad y franqueza.
Ahora bien, el trasfondo del montaje es aquello que posee más fuerza. Durante la representación, los personajes expresan frases de un marcado contenido político que pueden vincularse con la actualidad venezolana como: “Los pobres solo sirven ayudar a políticos que están deseosos del poder…” Esto vuelve a demostrar la capacidad del teatro para enfrentarnos con la realidad y servir de vehículo para la reflexión. Pensemos sin en realidad “Eva vive” como se expresa en la obra o si su imagen es comercializada y aprovechada para justificar una tendencia populista que no se vincula con la época en que vivió. Ahora pensemos en Venezuela. He aquí la virtud de la obra de Copi y del montaje.
La muerte de Eva Perón es revisada por Copi con un tono grotesco cercano a la farsa para recrear los que podrían ser los últimos momentos de su vida y presentar una alternativa. Esto se complementa con un prólogo en que los espíritus de Copi y Eva se encuentran para realizar una entrevista que termina siendo una parodia como toda la propuesta.
La dirección se sustenta en esto para crear un espectáculo de atmósfera circense en decadencia que se percibe en la dirección artística. Todo el escenario es cubierto con bolsas negras para basura decoradas con puntos junto a bombillos y bolsas de suero colgadas. El vestuario y caracterización de Freddy Mendoza se destaca por el estilo que logra en cada rol. Todos llevan la cara blanca con narices rojas acompañados de una atinada propuesta de peluquería. Además, los personajes se reconocen por su corporalidad exagerada y su forma de expresarse.
En este sentido, la escena posee buen dinamismo en la entrada, desplazamiento y salida de los personajes durante el desarrollo de las situaciones. La intención nada realista del argumento es evidenciada en las acciones escénicas. Esto demuestra la claridad con que se orientó la puesta en escena.
Todos los personajes son asumidos por mujeres. Las actuaciones integran de forma excepcional la forma externa y caricaturesca en que se concibieron los personajes y el contenido orgánico que logran las actrices en su interpretación. La labor de Nattalie Cortez como Copi y Eulalia Siso como Eva en el prólogo demuestra veracidad y fuerza. Luego, Ana Melo que asume a Eva durante al pieza como tal, Diana Volpe como la Madre y, en especial, Nakary Bazán como Ibiza, Evelia Di Gennaro como la Enfermera y Haydée Faverola como Perón conducen la trama con intensidad y franqueza.
Ahora bien, el trasfondo del montaje es aquello que posee más fuerza. Durante la representación, los personajes expresan frases de un marcado contenido político que pueden vincularse con la actualidad venezolana como: “Los pobres solo sirven ayudar a políticos que están deseosos del poder…” Esto vuelve a demostrar la capacidad del teatro para enfrentarnos con la realidad y servir de vehículo para la reflexión. Pensemos sin en realidad “Eva vive” como se expresa en la obra o si su imagen es comercializada y aprovechada para justificar una tendencia populista que no se vincula con la época en que vivió. Ahora pensemos en Venezuela. He aquí la virtud de la obra de Copi y del montaje.
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