¿Civilización contra barbarie?

En el Aula magna de la Universidad Central de Venezuela, la Fundación Venezuela viva presentó su producción musical Orinoco, versión libre de Doña Bárbara de Rómulo Gallegos. Este espectáculo cuenta con Carolina Lizarraga en la dirección general, la dirección musical de César Orozco, coreográfica de Daniela Tugues, teatral de Vicente Albarracín, coral de Alejandro Zavala, técnica de Antonio Mejía y de sonido de Rafael Rondón.

A lo largo de dos actos, se presentan los momentos más representativos de la novela de Gallegos contados con el apoyo de la narración en off, los conflictos entre los protagonistas, la música, el canto y el baile. El libreto logra resumir la historia pero reduce mucho la temática central de civilización contra barbarie, representada en Santos Luzardo y Doña Bárbara, respectivamente.

Con una dirección escénica convencional y simple, la mayor virtud del espectáculo es el trabajo coreográfico donde el joropo es el centro. Se mantiene la esencia del baile con sus pasos y figuras típicas, aunque se lleva a una forma estilizada. En contraste con esto, se encuentra el uso incorrecto del flamenco y de una “bailaora” para representar a Doña Bárbara. Este personaje es un ícono de la literatura venezolana y refleja el espíritu recio del llanero en la figura de una mujer, por lo tanto esta escogencia estética fue una mala decisión. Además, la interpretación de Daniela Tugues es muy débil porque no maneja la intensidad y veracidad necesaria en sus textos, y luce incómoda en su postura corporal y desplazamiento escénico.

Por su parte, Alejandro Zavala es pertinente como Santos Luzardo, si bien debe concatenar las intenciones y la expresión corporal. Carla Urquiola como Marisela y Juan Carlos Páez como Pajarote sobresalen en sus trabajos actorales y de canto.

Junto a una estupenda iluminación, la escenografía de Edwin Erminy ofrece una ambientación apropiada con la ubicación de la vida y civilización hacia un lado del escenario y la muerte y barbarie hacia el otro. El diseño de vestuario de Justo Gómez, Lilian Matheus y Omaira Loreto es adecuado dentro del estilo estilizado del musical, destacándose los trajes de la Caracas de principios del siglo XX y la simpleza de la forma de vestir de la gente del llano.

Para concluir, es importante que los creadores de Orinoco orienten cada vez más su trabajo hacia el verdadero sentido de las danzas folklóricas venezolanas y dejen de lado las danzas españolas que, a mi parecer, desvirtuaron su anterior trabajo “Venezuela viva” en el que abusaron del flamenco y vendieron, en el exterior, una imagen errónea de la diversidad cultural del país.

Función: 19 de Junio de 2011

Interclubes para el teatro

Las agrupaciones teatrales de los diferentes clubes de Caracas y algunos del interior de país, se reúnen nuevamente para realizar el XIX Festival de Teatro Interclubes. En esta ocasión, su organización está a cargo del Centro Italo Venezolano de Caracas cuyo trabajo fue el ganador en la edición pasada. Además, el festival lleva el nombre de Marcella Mosca como un homenaje a quien es pionera de las actividades culturales de dicha institución.

Este encuentro se ha vuelto algo tradicional dentro de las diversas labores que realizan los clubes y se ha constituido es uno de los pocos festivales de teatro que quedan en la ciudad. Dentro del mismo, se podrán disfrutar de trabajos realizados por los colectivos de la Casa Italia de Maracay, el Centro social, cultural y deportivo Hebraica, Caracas Theater club, Centro Italo Venezolano de Valencia, la Hermandad Gallega, el Centro portugués, Club puerto azul, Centro catalán, Club Santa Paula, Hogar Canario y la Lagunita country club.

Para la inauguración, el grupo Maschere del Centro Italo Venezolano presentó La posadera de Carlo Goldoni, producida por Armilda Quintana y dirigida por Giovanni Reali. Acostumbrada a lidiar con los enredos amorosos, Mirandolina es una ingeniosa dueña de una posada en la que dos huéspedes, un marqués ridículo y un caballero invulnerable al amor, son seducidos por su forma de ser.

El espacio escénico es determinante del desarrollo de la acción. Un escenario estándar se une a una pasarela central para ofrecer variedad a la puesta en escena. La dirección se apoya en esto para estructurar el desplazamiento de los actores de tal forma que las situaciones más relevantes se desarrollan a lo largo del pasillo central. Por otro lado, se percibe una buena conducción de la expresión corporal de los intérpretes, algo necesario en este tipo de texto clásico.

Junto a personajes de la “comedia del arte”, acróbatas y bailarines, las actuaciones de Ángela Di Rienzo y Armilda Quintana como máscaras presentadoras del espectáculo son pertinentes. Se destaca la interpretación de Antonio Urdaneta como el Marqués porque maneja con pericia la expresividad corporal y vocal, secundado por Juan Carlos Guedes como el Caballero. Por su parte, Raquel Cisneros expresa correctamente las intenciones de Mirandolina y Natale la Rocca se apoya en el uso del cuerpo para crear un divertido y oportuno Fabrizio. No puedo dejar de resaltar la apropiada ambientación y, especialmente, el espectacular diseño de vestuario de Ramón Góliz que aprovecha favorablemente los colores y las texturas.

En definitiva, un buen inicio para un festival que promete.

Función: 10 de Junio de 2011

El progreso se vuelve en contra

En el foso de la Sala Anna Julia Rojas de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, la agrupación Escena de Caracas presentó Contra el progreso del catalán Esteve Soler, con producción artística de Karla Fermín y dirección de Juan José Martín. El montaje está conformado por siete obras cortas acerca de situaciones de la vida contemporánea que critican la manera en que el progreso se vuelve en contra del ser humano.

Las historias que se desarrollan tratan de una manzana gigantesca en una cocina, una maestra que ve cómo los personajes de caperucita roja cobran vida, dos amigos que discuten porque uno de ellos crea una nueva religión, un contrato de matrimonio a tiempo determinado, un herido que espera en vano una ambulancia, una mendiga de piel oscura que sale del televisor y la confesión de una foca que realiza un espeluznante trabajo. Con un marcado tono de humor negro, se critica la acumulación de bienes materiales, la educación mediocre, el fanatismo religioso, las relaciones amorosas actuales, la falta de solidaridad, la alineación de los medios de comunicación y la matanza de animales.

La dirección propone una estética que revela las convenciones teatrales para que el público reflexione sobre el planteamiento de cada obra. Para obtener esto, delimita los desplazamientos de los actores y se concentra en el texto, aunque crea pequeñas escenas donde el juego físico está presente y que sirven de enlace entre las obras. Esto se integra a la atmósfera grisácea que ofrece la escenografía diseñada y realizada por Héctor Becerra y que se logra con la presencia del plástico en todos los elementos escénicos. El toque final lo da el diseño y realización de vestuario a cargo de Nadeschda Makagonow porque atavía de forma pertinente a cada personaje.

Por su parte, el trabajo actoral implica un reto debido a que todos los personajes son realizados por dos actores y dos actrices. Cada uno de ellos representa, al menos, cuatro personajes diferentes y deben pasar de uno al otro a veces en cuestión de segundos. Betsabé Correa, Nadeschda Makagonow, Delbis Cardona y Rafael Gil se compenetran a cabalidad entre ellos y con sus roles, ofreciendo la intensidad apropiada dentro de la forma natural que asumen y cargados del desenfado necesario que permite hacer evidente el sarcasmo que presenta el texto.

Para concluir, me parece necesario destacar cómo este trabajo se circunscribe en la línea estética de una agrupación que ha conseguido un lenguaje particular a través de la mezcla entre el trabajo físico, sin menospreciar lo vocal, y la escogencia de textos que expresen algo a la sociedad venezolana.

Función: 4 de Junio de 2011

Reinterpretar un clásico

En la sala experimental del Celarg, la agrupación Teartes presenta Doce cosas imposibles antes del desayuno con dirección de Jericó Montilla. A partir de la selección de textos de Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo del inglés Lewis Carroll, Montilla crea un espectáculo que escenifica la conocida historia de Alicia y su irrupción en una tierra fantástica.


Apoyado en el uso de un encomiable diseño de vestuario, el punto más fuerte del montaje teatral es la reinterpretación y resolución escénica de varias partes emblemáticas de las obras de Carroll. En este sentido, destacan el encuentro de Alicia con la oruga cuyo cuerpo es formado por varios actores vestidos con batas japonesas y con abanicos que sirven para aparentar el movimiento propio de este insecto. De igual forma, resalta el juego de sillas entre el sombrerero loco, la liebre de marzo y el lirón; las sombrillas giratorias con espirales durante la conversación con el gato de Cheshire; el uso del travestismo a través de batas de baño y paños en la cabeza de las flores; el estilo de presentador de espectáculos con porristas de Humpty Dumpty; y, especialmente, el encuentro con la reina de corazones y su séquito de reinas.


En contraste con lo anterior, el principio y el final de la obra son los puntos más débiles. El conejo blanco abre y cierra la obra con una apariencia que parece simbolizar el poder como aquel personaje que lleva a Alicia a caer en el país de las maravillas, sin embargo la escogencia de sus textos y sus acciones se quedan en el terreno de lo abstracto. Esto sucede también con el trabajo coreográfico, cercano a la danza contemporánea, y con los textos que sirven de paso y enlace entre cada una de las doce escenas principales, al igual que lo que ocurre en la casa de la duquesa y el diálogo con la falsa tortuga donde la densidad de la narrativa de Carroll se muestra pero no se comprende.


En la actuación, sobresalen los actores que interpretan, con veracidad, el complicado texto en varios personajes. Entre ellos se encuentran: José Pablo Álvarez con énfasis en su trabajo del sombrerero loco, Gabriel Agüero en la reina de corazones y el lirón, Abel García como la liebre de marzo y Héctor Castro como el gato de Cheshire. Por su parte, Angélica Robles y Orlando Paredes se perciben pertinentes en sus trabajos; mientras que Luis Alfredo Ramírez propone una forma parsimoniosa de asumir al conejo blanco sin decodificar el texto. El rol de Alicia lo realizan Ángela Meléndez, Sain-ma Rada y Marcela Lunar sin la intensidad y credibilidad necesarias.


En definitiva, una forma personal de escenificar esta historia con altas y bajas.


Función: 29 de Mayo de 2011