El Teatro de la Noche y el Teatro del Contrajuego han venido presentando Port-Royal de Juan Martínez de la Vega, dirigida por Juan José Martín, en el Teatro Luis Peraza. A Port-Royal, una abadía de la secta religiosa de los jansenistas, llegan Juan e Isabel para descansar antes de continuar su viaje, sin saber que ese sitio será el último para uno de ellos y que su presencia servirá para que los habitantes del lugar se den cuenta realmente de sus conflictos con la fe. La construcción que hace el autor de la historia y los personajes se percibe desde lo que dicen, con un evidente contenido filosófico que deja de lado la acción teatral para darle mayor valor a la seducción de las palabras. De esta forma, el Padre Dufresne defiende la fe con el uso de la palabra, aunque al final se sienta afectado por las circunstancias; la Madre Ana de Jesús expresa su duda con palabras, pero mantiene sus creencias; Juan de Burgos demuestra soberbia y blasfema con palabras; Isabel se conecta con las palabras de las cartas de la Hermana Margarita, Carlos D’Ancy estudia las palabras y justifica su desesperanza con ellas, el Hermano Francisco obtiene sus conocimientos en las palabras de los libros, Monsieur Robert informa con ellas sus objetivos y la Hermana Beatriz manifiesta la consternación no solo con acciones, sino con palabras. Por esto, más allá de emplear apropiadamente a la expresión corporal en la actuación, es necesario que en ésta se maneje una adecuada técnica vocal a través de los matices, las intenciones y la modulación del lenguaje. Esto lo logra cabalmente Alfredo Sandoval en su sincera interpretación del Padre Dufresne, junto a Diana Volpe como la Madre Ana de Jesús. En el mismo nivel se encuentra Robert Chacón que, además de la voz, diferencia corporalmente los personajes del Hermano Francisco y Monsieur Robert, así como también la pequeña participación de Ana Melo como la Hermana Beatriz. Los tres trabajos actorales restantes deben reforzar la búsqueda de la voz como foco interpretativo en donde Alexander Leterni ofrezca mayor intensidad en su propuesta naturalista de Juan de Burgos, Adolfo Nittoli varíe las entonaciones sin perder el ritmo que le da a Carlos D’Ancy y Marialejandra Martín como Isabel descifre mejor el contenido de las palabras sin quedarse solo en lo exterior de la forma. La dirección se propone desde lo estático debido a que los personajes prácticamente no se mueven para apoyar la importancia que posee el texto, por eso muchas escenas comienzan y mantienen esa inmovilidad con sutiles desplazamientos que apenas acentúen lo que se expresa, al mismo tiempo que la iluminación refleja la atmósfera estática o enfoca los momentos en los que se enfatiza algo. Las mayores virtudes de la puesta en escena son la delicada musicalización y especialmente el trabajo de videoarte, ambos de Franca Franchi, que sitúa los espacios en donde se desarrolla la pieza, sirve para mostrar escenas que suceden fuera del escenario y crea nuevos significados con la proyección de pinturas, además de frases que aparecen hasta el punto de descomponerse y caer como una lluvia de letras. De igual manera, el minucioso vestuario de María Moschiano complementa la escena en esta disertación entre la fe y la razón.
Función: 26 de Abril de 2009
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