En la Sala Texto Teatro del Teatro San Martín de Caracas ha venido presentándose El contrabajo, monólogo escrito por Patrick Süskind y llevado a escena por la agrupación Amarcorteatro. Bajo la dirección de María Teresa Haiek y la producción de Luis Mancera, se presenta un sencillo pero contundente espectáculo que conecta al público con las emociones de un músico encerrado física y mentalmente en su mundo. Este músico se encuentra en una habitación que ha insonorizado para aislarse de los sonidos del exterior, sin darse cuenta que el caos de afuera que quiere evitar es muy parecido al que tiene en su vida porque se siente decepcionado y cansado de la rutina, de su trabajo como contrabajista e imposibilitado de conseguir el amor. La culpa de sus males la tiene el instrumento que ama y odia con la misma intensidad, al que atribuye mucha importancia como parte de una orquesta y desprecia porque lo aleja del reconocimiento del público que asiste a los conciertos. Así entre música, historias de su vida y de la vida de grandes compositores, reconoce que su manera de escapar es la pasión que siente por una soprano y a quien le gritará su nombre en plena presentación como símbolo de la vida que desea para sí. El personaje interpretado por el joven actor Jesús Das Merces comenta a cada momento que aquello que nos parezca más trascendental en su relato es marginal, es decir, al margen de lo que aparentemente le interesa más. No obstante, lo marginal es lo que en realidad perturba en su vida. La interpretación hecha por este joven actor es el centro del montaje porque logra veracidad, manejo de las intenciones y claro sentido en el entendimiento del texto. Demuestra seguridad y tranquilidad al ir llevando poco a poco el discurso, emplear adecuadamente el instrumento musical, hablar directamente al público, interactuar con él y trasladarse por todo el espacio escénico para realizar las acciones del personaje. La dirección compone una sencilla puesta en escena que desplaza el actor por la escena siempre que sea necesario, aunque se enfoca en lograr cabalmente el desempeño actoral. Los elementos escenográficos permiten estructurar estos desplazamientos con la presencia de un equipo de sonido antiguo para discos de vinilo, una silla acompañada de una mesita con lámpara, un perchero, una ventana y el gran contrabajo. Solo la ventana rompe con la estética lograda porque posee soportes en el piso cuando solo colgada se vería más coherente, sin embargo el esfuerzo de producción es evidente al conseguir todos estos elementos que reflejan una época anterior a la actual. Al principio un pantalón negro y un suéter blanco componen el concepto de vestuario que luego el actor va enriqueciendo hasta vestirse con traje de cola para asistir a la presentación que cambiará su vida. Como aspectos contrarios a la propuesta estética se encuentra la iluminación que no sugiere nada con el uso del color ámbar a los lados, un simple ambiente blanco sería más apropiado, por otro lado el final debe acentuarse más para que quede la certeza de que el músico va a abandonar la vida que lleva cuando grite el nombre de Sara, la soprano de la que está enamorado, y que no es para nada marginal a él.
Función: 14 de Junio de 2008
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